A sus órdenes, mi general

El general Gutiérrez Mellado se enfrenta a los guardias civiles que irrumpen en el Congreso 


  El pasado 30 de abril el general Gutiérrez Mellado hubiese cumplido cien años. En mi memoria de adolescente, en febrero de 1981, quedó impresionada esa imagen de un hombre enjuto, no muy alto y de piernas de alambre, aguantando la estabilidad, firme, ante los intentos del golpista Tejero de tirarle al suelo. No me hizo falta ver esa imagen alguna de las veces que se ha repetido en televisión para recordar, una vez más, esa profunda admiración que sentí por ese «anciano soldado». Eso era "sustentar" a una joven democracia con arrojo. Tenía casi 70 años y no sólo Tejero, varios asaltantes del Congreso intentaron tirarle al suelo en repetidas ocasiones cuando él se les enfrentó obligando a ponerse a sus órdenes, ya que era la máxima autoridad militar del momento. No le hicieron caso, pero tampoco le humillaron.

En el mes de abril también se celebra en el vecino Portugal, el 25 de abril, la "Revolución de los Claveles", una revuelta militar que les trajo la democracia. Allí también se rompía con el estereotipo del «militar golpista» para instaurar una autocracia o del supuesto «general democrático» metido a político. Es raro en casi todas las partes del mundo agradecer a un militar que contribuyese tanto a la Pax social y a la consolidación democrática. Es extraño porque la historia española está llena de "ruido de sables" y de pronunciamientos. Es inusual porque la imagen del militar en el imaginario cultural del país era (y es todavía para muchos) el del tipo autoritario, pilar del poder tradicional y conservador, enemigo de la democracia

Mucho antes de que el considerado reformador democrático por excelencia, el presidente Felipe González, iniciase la democratización  del ejército (columna de la dictadura) en los años 80, un militar que hizo carrera en el "ejército nacional" (franquista) que ganó la Guerra Civil, haría ya las principales reformas. Es más, cambió los cimientos de la «Casa del Ejército». Para empezar unió todas las carteras ministeriales militares (Tierra, Mar y Aire) en una sola de carácter civil: el Ministerio de Defensa. El concepto de servicio a la ciudadanía comenzaba a ser inculcado entre los militares empezando por el cambio de nombre, el ejército era la institución de la defensa del país. Él mismo fue el primer ministro de esa cartera, ya de carácter civil. Y así estaba, de traje civil, cuando aguantó las embestidas golpistas. 

Los historiadores de la Transición han reconocido que Gutiérrez Mellado fue como un Gary Cooper en la película Solo ante el Peligro esos años duros del gobierno de Suárez. Recibió las iras de sus colegas y de gran parte del ejército (sobre todo los oficiales mayores de 40 años) que le insultaba en los entierros de los militares asesinados por ETA. ¡Qué aguante, mi general! La Transición está ahora en el ojo crítico del debate histórico y político, quizás porque empieza la hora de la «memoria histórica» de una página de nuestro pasado más complejo y convulso de lo que creemos. Sin embargo, del legado de Gutiérrez Mellado no debería, en mi opinión, haber crítico debate. Más bien debería predominar el argumentario del agradecimiento. "Acción de gracias" que no se ha difundido mucho. En esta web ha tenido un hueco desde el inicio, más en concreto sobre las actividades y estudios organizados en el Instituto de estudios sobre seguridad y paz que lleva su nombre. 

Por eso; a sus órdenes, mi general



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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