No es necesario olvidar del todo algo para tener que recordarlo. Podemos recordar, súbitamente, un episodio de nuestra infancia al percibir el aroma de un pastel o al escuchar las risas de los juegos de unos niños en un parque. Por eso deberíamos recordar a Japón, al que comenzamos a olvidar hace un par de décadas cuando su economía entró en crisis. Antes, Japón, era ejemplo para el resto del mundo. Se envidiaba su capacidad tecnológica, su competitividad y sus altos grados de productividad. Tanto que en pocos años, desde que el emperad…
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