Olgiati, su padre y el Café Suizo de Madrid, un guiño al destino


       

Rodolfo Olgiati llega a España (Capítulo III )


                                                                 
       
 Luis Manuel Expósito Navarro (UNED)


Olgiati nunca había estado en España, pero tenía un vínculo con Madrid, pues su padre había trabajado durante varios años en el legendario “Café Suizo”, uno de los primeros cafés con tertulia de Madrid, instalado desde 1845 en la calle de Alcalá, esquina con la calle Sevilla, hasta que fue derribado en el verano de 1919 y se edificó en su solar lo que hoy es el BBVA. El Café Suizo pasó a la memoria colectiva de los madrileños, ya que en él se había comenzado a ofrecer unos bollos dulces que pasaron a popularizarse como “bollos suizos”, en honor a aquella cafetería.[1] Su madre era quien le había contado cuando era un adolescente que gracias a aquel trabajo de su padre en Madrid pudieron alimentarse ellos en Suiza. Había, por tanto, un vínculo con Madrid, que luego sabría rentabilizar en su estancia en España, sobre todo en medios periodísticos y políticos.

            En el telegrama que había llegado a Berna procedente de Barcelona, se daba cuenta del inicio de los primeros servicios humanitarios por parte de los voluntarios cuáqueros del Friends Service Council en Cataluña. En concreto, estos voluntarios ingleses, junto con algunos voluntarios catalanes, entregaban leche a todos los refugiados que llegaban en tren a la estación de Francia. Ante ese panorama, Olgiati hizo las maletas y se marchó a Barcelona junto con uno o dos compañeros del SCI, para estudiar el operativo de los cuáqueros. El 13 de enero envió un informe a su central en Berna en el que explicaba que, dos días antes, los periódicos habían publicado un comunicado oficial del Gobierno de la República en el que se ordenaba la evacuación forzosa de Madrid.

A su paso por París con destino a Barcelona, Olgiati había recibido una carta de John W. Harvey, el presidente de la National Joint de Londres[2], en la que se le indicaba que se había aprobado el plan presentado para viajar con algunos autocares y camiones a España para ayudar en la evacuación. Recomendaba también que junto con los vehículos viajara a España un equipo adecuado de personas, chóferes, mecánicos y voluntarios. Harvey se comprometía a transportar en cada viaje de ida a Madrid todos los comestibles que llegaran a España de Suiza, y sugería que el propio Olgiati fuera quien dirigiera las operaciones junto con National Joint. De ese modo se asegurarían de que las negociaciones con las autoridades locales no malograran la ayuda y ésta se desviara para otros cometidos. Al mismo tiempo, Alfred Jacob se encargaría de la supervisión desde Barcelona.

            El doble operativo que permitiera el abastecimiento y la evacuación se estaba gestando en Barcelona, por medio del National Joint y de los voluntarios cuáqueros. De todo ello tomó buena nota Rodolfo Olgiati. Mas si quería ayudar con eficacia a Madrid necesitaría montar una base de operaciones en Valencia, porque la carretera Madrid-Valencia era el camino más corto para su propósito, y de momento permanecía controlado por el Ejército de la República. Por tanto, mediante ese periplo que le había permitido evaluar los operativos montados por las organizaciones inglesas en Barcelona, fue perfeccionando su plan de actuación. Había que ir a Valencia, hablar con el consulado suizo en la ciudad y con las autoridades locales y gubernamentales, pues el Gobierno se había trasladado al completo a la ciudad del Turia, tenía que encontrar una sede adecuada, y luego, marchar a un Madrid en pie de guerra, siempre atenazado por las bombas y la inminente entrada de las fuerzas franquistas… Pero Madrid resistía.

Aquella misma noche del 20 de enero, Olgiati y sus compañeros se subieron al vagón del rápido nocturno. Su destino: Valencia. El día 22, con cinco horas de retraso y cincuenta de traqueteo, bajaron del tren en Valencia. Había sido un viaje largo e incómodo, con los vagones atestados de gente, refugiados en su mayor parte, pero amables y amistosos ante aquellos suizos que apenas entendían el español y el catalán, lo cual fue un buen indicio del ambiente afable que podían hallar en Madrid.

            No les fue muy fácil encontrar alojamiento adecuado; todos los hoteles estaban atestados. En primer lugar, se dirigieron a las oficinas gubernamentales para presentar sus credenciales y concertar una cita con los altos cargos del Ministerio de Sanidad. Fueron muy bien recibidos en todas partes y les suministraron los documentos precisos para poder tener todo tipo de facilidades. Por azar, coincidieron en un céntrico hotel con el empresario industrial y hostelero Ramón López Rumayor, ex concejal de la ciudad de Madrid y ahora en estrecha cooperación con el Gobierno instalado en Valencia en el cometido de crear las bases necesarias para la aceptación de los niños refugiados en las provincias levantinas mediante la creación de las Colonias Escolares.

Durante un tiempo fue director general de Guarderías Infantiles, uno de los organismos, junto con el de Colonias Escolares, que creó el Gobierno de la República para salvaguardar la vida de miles de niños y, al mismo tiempo, seguir dándoles la educación necesaria pese a estar en tiempos de guerra. Rumayor, que había sido el dueño del hotel Bristol de Madrid hasta que fue requisado por el comité obrero en el verano de 1936, es una figura clave para comprender bien con qué facilidad se le abrieron las puertas a la Ayuda Suiza en los despachos gubernamentales, y fue, desde ese momento, el asesor personal de Rodolfo Olgiati. Como amigo personal de José Giral y de Andrés Saborit, Rumayor aportó a los suizos una variada y valiosa información y les acompañó en todas las gestiones que se precisaban realizar.

Valencia estaba saturada, por lo que Olgiati decidió aceptar el ofrecimiento del dramaturgo Fausto Hernández Casajuana para que Ayuda Suiza se instalara en una casa de la calle Colón de Burjassot. Mientras tanto, en una visita a una colonia infantil de las muchas que se instalaron en los alrededores de Valencia, el secretario general del Servicio Civil Internacional pudo comprobar sobre el terreno la buena acogida que dispensaban los valencianos tanto a los niños, algunos en régimen de acogida, conviviendo con familias en sus domicilios, como a las familias enteras de refugiados.

          También pudo comprobarse el máximo grado de escolarización en escuelas públicas, lo cual daba a los voluntarios suizos más datos positivos con los que poder planificar su inminente puesta en escena. Pero faltaban los camiones… Esa era la pesadilla que atormentaba a Rodolfo Olgiati. Sin ellos, nada de lo diseñado podría ponerse en práctica. En aquel viaje a Valencia los suizos se enteraron de que hasta ese momento alrededor de 450.000 personas habían sido evacuadas desde Madrid hacia Valencia, de las cuales, aproximadamente 170.000 eran niños. Sin embargo, las estimaciones que barajaban eran que en Madrid existía cerca de medio millón de refugiados procedentes de las provincias situadas en la zona occidental ocupada por las tropas rebeldes. Los informes a los que tuvo acceso Rodolfo Olgiati apuntaban a que en un corto espacio de tiempo se tenía que evacuar de Madrid a 350.000 personas más.

Continuará...


[1] También era popular la leche pasteurizada que se vendía en aquel local. Véase diario ABC, edición de tarde, 1-12-1918, pág. 17
[2] El National Joint Committee for Spanish Relief fue un comité de ayuda humanitaria a España que se creó en Londres tras el estallido de la Guerra Civil española. Estuvo activo en el período 1937-1940

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1 Comentarios

  1. que malos estos masones que se dedicaban a poner a salvo niños de las bombas de los franquistas, no me extraña que le persiguieran.

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