Francia, gendarme de África


Estamos presenciando un resurgimiento del intervencionismo francés en el África central y occidental. Su ejército, los militares europeos que mejor conocen el terreno, está desplegado con la aquiescencia de la Unión Europea, las Naciones Unidas y, sobre todo, de la OTAN (con Estados Unidos a la cabeza). En Europa se acepta con naturalidad, pues se trata de “nuestros asuntos”-la cosa nostra-  de las antiguas colonias y aunque cualquier ciudadano europeo sabe que esos países no forman parte de su Estado, asumen que hay que estar, que debemos intervenir. En el resto del mundo, claro, se ve de otra manera; entre otras cosas porque es difícil encontrar un rincón del mundo donde los europeos no “hayan puesto su pie”.

En la historia bélica europea es raro ver ciertas alianzas. Por ejemplo, escasas serán las batallas donde franceses y alemanes hayan combatido juntos. Igual ocurre con franceses y británicos o italianos y austriacos; si nos vamos a “casa”, a la península, serán  rarísimas las veces que portugueses y españoles hayamos estado en el mismo bando. Con el caso de España, a partir de convertirse en una potencia media en el siglo XIX, se rompe esta tónica porque suele combatir aliada con la primera potencia europea del momento, siempre que lo exigían las impuestas circunstancias. Portugal lo tuvo claro, se alió con Gran Bretaña casi de forma fraternal, para darnos los obvios “celos de hermanos”.

Curiosamente, en África, las alianzas europeas para combatir juntos y dominar esos territorios han sido más habituales, aunque a veces fueran “antinaturales” como ver a británicos y franceses luchar contra egipcios cuando el presidente Nasser nacionalizó el Canal de Suez en 1956 o por la misma época (años del proceso descolonizador) ver a los casi siempre rivales ejércitos español y francés combatir codo con codo para someter a los rebeldes marroquíes que amenazaban las fronteras del Sahara y Argelia (guerras del Sahara, 1957-1959).


Ahora, haciendo reflexión de por qué en medio de una crisis económica profunda en toda Europa y con uno de los pocos gobiernos socialdemócratas que quedan en la Unión Europea (el de la Administración Hollande), Francia haya puesto tanto empeño en volver a liderar y protagonizar el intervencionismo militar en el noroeste y centro africanos, no encontramos respuestas convincentes a preguntas evidentes. ¿Puros intereses mercantilistas de carácter neocolonialista? Sería una obviedad, y lo es; al igual que es una obviedad la inestabilidad que fuerzas integristas islamistas y grupos terroristas han provocado en una zona donde las estructuras estatales y sociales partían de la misma estabilidad que un elefante sobre una copa de champán.

La llegada el ejército francés ha calmado siempre las tensiones, es la excusa humanitaria en África para intervenir y controlar una región y sus recursos, aunque también es la realidad incontestable. En la República Centroafricana su intervención reciente frenó la locura de las luchas interreligiosas que en cuatro días habían provocado medio millar de muertos. Eso es bueno, y punto. Pero, ¿por qué desde hace un año, más o menos, interesa tanto en Francia la estabilidad de sus ex colonias? Nuestro colaborador, Luis Pérez Armiño, siguió la pista a las posibles respuestas en la segunda parte de su “Caravana de Tombuctú”.
  
Leer:

La caravana de Tombuctú II. Y Francia regresó


Fuente de la fotografíahttp://www.notinat.com.es/vernoticia.asp?id=2053

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