Marruecos y España, una buena vecindad siempre en entredicho

Banderas España-Marruecos. Fuente imagen


 Guerras coloniales de por medio, tensión bélica reciente (isla Perejil), reivindicaciones territoriales, memorias históricas compartidas con traumas y episodios sin “cerrar”, problemas fronterizos con la emigración, problemas en las fronteras con el contrabando económico, tráfico de drogas en el estrecho de Gibraltar, malos entendidos diplomáticos...la lista de dificultades para mantener unas buenas relaciones entre España y Marruecos sería interminable. Nos guste o no la historia de Marruecos se mete de lleno en el pasado de España y viceversa.

Desde que en 1956 los dos países europeos, Francia y España, devolvieran todo el poder y la administración del país al sultán, denominado rey o monarca en esos años para “modernizar” al reino de Marruecos, con la disolución de los protectorados francés y español, comenzaron la serie de desencuentros entre magrebíes y europeos. En el caso español pronto se verían las consecuencias de la política de expansión o de “unidad” del nacionalismo marroquí, según la perspectiva en que se observe la cuestión, con el conflicto bélico en Ifni y en el Sahara Occidental ocurrido entre 1957 y 1958. El enclave de Ifni, el de Tarfaya y el Sahara español no entraron en el proceso de descolonización del protectorado en 1956.

Como historiador a mí me parece suficiente explicación de las dificultosas relaciones hispano-marroquíes que haya existido una guerra entre los dos países hace poco más de 55 años, pero es una evidencia que detrás tiene mucho análisis profundo que hacer y demasiada desmemoria. En esos primeros años del Marruecos independiente, España buscaba una presencia internacional que no tenía, acaba de ser admitida en las Naciones Unidas tras 20 años, desde el inicio de la guerra civil  (1936), al margen del concierto mundial de primera fila; en Europa las democracias occidentales vetaban a la dictadura de Franco en los foros políticos internacionales y sólo quedaba el mundo hispanoamericano y el mundo árabe para encontrar apoyos diplomáticos.


Los reyes de España en su visita a Marruecos


 Será esa estrategia de ser el amigo europeo de los árabes, que tanto éxito dio a la diplomacia franquista, lo que convirtió a la guerra de Ifni en un conflicto tergiversado donde se ocultó la responsabilidad directa de Rabat en el ataque a los destacamentos españoles para no molestar al nuevo “gran amigo marroquí”, ojito derecho de los Estados Unidos en el nuevo panorama geopolítico de los “renacidos” (descolonización) países musulmanes.

En estas décadas del siglo XXI han existido nuevos profundos desencuentros entre Marruecos y España, como el mencionado asunto del inútil “islote Perejil”, y siempre se han resuelto por la vía de ‘los intereses’, porque los valores políticos o razones jurídicas de cada parte son como la noche y el día. Estos intereses supremos han sido económicos; la economía marroquí en desarrollo necesita ahondar en la interdependencia entre ambas economías de Estados vecinos.

Sin embargo, como se apuntó en la última cumbre del pasado 5 de junio (2015), la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos, esta esforzada etapa de “buenas relaciones” en los últimos tres lustros no debe depender sólo de criterios economicistas. Asuntos importantes y complejos, como la ‘seguridad’ (terrorismo) y la migración (regulación civilizada de emigrantes), están poniendo cara a la verdadera faceta de las nuevas relaciones entre dos viejos vecinos, Marruecos y España.



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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