Donald Trump y el racismo WASP como arma electoral

Donald Trump. Fuente: (Reuters)


Podría comenzar este artículo definiendo qué son las siglas WASP y su relación con el racismo, pero me metería en un jardín de espesa hierba sin poder avanzar porque nunca he tenido cortacésped al no vivir en una casa estilo “wasp”. Es decir, según el ideal de vivienda estadounidense para clases medias debo contar en la antesala de mi hogar con un jardín basado en un buen cuidado césped y unas cuantas plantas de flores, no muchas; si existe la posibilidad puedo tener un árbol, pero cuidado de no plantarlo cerca de la puerta del garaje para evitar posibles colisiones de mi vehículo...en fin, para no liarles más, diré que la mejor definición de WASP es Donald Trump.

Podría seguir este artículo haciendo una descripción estereotipada del político conservador, Donald Trump, diciendo que me recuerda a ese actor secundario de las películas del Oeste que mascullaba, entre disparo y recarga de su Winchester, estos malditos indios no se cansan de tragar plomo. A veces, cuando sus mejillas sonrosadas se destacan sobre la palidez de su piel, me recuerda a ese tío irlandés borracho que solía salir en las películas de John Ford y que caía siempre tan simpático. Pero no, usar mi metafórico cortacésped intelectual para convertir el artículo en una batalla de estereotipos racistas no es mi propósito. Quiero hablar de lo que me preocupa del "Tío Trump".

Donald Trump ha personalizado sus prejuicios culturales y sociales en los mexicanos (y en los hispanos en general) para tratar la cuestión migratoria desde su postura ideológica y política. La “perla” de construir un “muro” en la frontera entre ambos países para evitar que “crucen criminales de la droga y violadores” y que lo paguen los mexicanos es para demanda en el Tribunal Internacional de La Haya. Trump sabe que el voto del estadounidense medio, conservador y de origen europeo, pero también el de personas de otras razas que han alcanzado un estatus socioeconómico medio-alto, es muy receptivo a este tipo de proclamas políticas encendidas, a pesar de correr el riesgo de ser tachadas de racistas. No sería el primer político que lo hace.

A simple vista, Donald Trump no practica un racismo clásico de fobia hacia otras personas por su raza, aunque es prototipo de persona susceptible de tener esos sentimientos o conceptos de la vida, igual que ha demostrado tener con su trato a las mujeres un profundo machismo; más bien es un magnate multimillonario “wasp” (orígenes escoceses y alemanes, el “purismo” anglosajón) hecho a sí mismo, un perfil de hombre que “excita” sobremanera a muchos estadounidenses y que usa para, a codazos, ir ganando posiciones en la carrera a la Casa Blanca. Lo trágico del asunto es que parece que le está dando buenos resultados, su candidatura sigue subiendo tanto en las primarias republicanas como en el enfrentamiento por la presidencia con los demócratas; ya se ha puesto a 6 puntos de Hillary Clinton.

Donald Trump también está consiguiendo seducir a todos aquellos ciudadanos WASP de su país que, mesurados por lo “políticamente correcto”, piensan como él y no se atreven a expresarlo con esa crudeza y contundencia del candidato republicano a la presidencia de EEUU. Personas que temen los cambios socioeconómicos del país donde minorías étnicas están alcanzando mejores cotas de bienestar y mayor presencia en la cultura y en la política del país. El caso hispano es el más claro e interesante. Quizás por eso o “a pesar de eso”, están creciendo estas posiciones ultra-conservadoras, de carácter racista, lideradas por Trump.

¡Ah!; W.A.S.P. son las siglas en inglés de “blanco anglosajón protestante” (White, Anglo-Saxon and Protestant) y el nombre de una buena banda estadounidense de Heavy Metal.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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