Si la centenaria Revolución Rusa levantase la cabeza: ¡pegar a una mujer no será delito en Rusia!

La momia de Lenin. Fuente imagen

  

 A los cien años de la Revolución Rusa su lectura positiva existe y para muchos sigue siendo necesaria. Diseminados por todo el mundo sobreviven partidos comunistas que sin esa revolución histórica no serían lo que son. La esperanza que el socialismo promulgaba de una mayor justicia social era una ilusión llevada a la práctica en el país menos esperado: la Rusia de los Zares. Pero, ¿fue la Revolución Rusa una revolución social o un mero cambio de poder? Preguntas así siguen tan abiertas como el análisis del verdadero legado histórico de esa revolución del siglo XX. ¿Nacía una nueva civilización, una forma de vida que cambiaría el mundo? 

Conocido el final del hecho más importante que generó esa revolución, la creación de la URSS, y a día de hoy, cuando los gobernantes rusos aprobarán una ley para que no sea delito pegar a una mujer en el ámbito doméstico, parece que la respuesta está clara: de nueva civilización nada. La violencia machista en el entorno familiar es una lacra social en Rusia. La violencia contra las mujeres supongo que no se contemplaba como posibilidad en el ideario comunista de la sociedad que pretendía engendrar. En cambio, en la sociedad actual, esa atrocidad que siempre se ha dado (incluido el periodo soviético) para vergüenza también de muchos rusos, tendrá una regulación legal que la pasará de delito a falta administrativa. Es decir, permitir una violencia moderada y bien administrada sobre la mujer; que se justifica en la idea de la autoridad del varón y el "derecho" a reformar y a educar con el castigo físico tanto a la esposa como a los hijos si los hubiera. 

El debate universal sobre la necesaria violencia se dio (y sigue abierto) en la misma esencia de la Revolución Rusa. Tras la deriva hacia una toma del poder por las armas en octubre de 1917, los bolcheviques o comunistas rusos hacen justificación de los medios (violencia del proletariado) por el fin a conseguir: una sociedad más justa e igualitaria, sin la lacra de la burguesía capitalista. Con la consolidación en el poder de Stalin, en 1929, la violencia ya no es una mero medio, es la esencia en sí del poder soviético bajo el partido único. Las purgas y deportaciones van eliminando cualquier atisbo de un "socialismo de rostro humano", democrático y tolerante, como se hubiera visto de prevalecer ideas y proyectos de algunos dirigentes soviéticos de esas primeras décadas, como el fusilado Nikolái Bujarin


Campaña contra la violencia de género en España. Teléfono 016


 No puedo ni me atrevo a decir que la tendencia a la solución violenta forme parte del carácter ruso. La historia de la humanidad está repleta de soluciones drásticas y violentas. Sin embargo, sí que me aventuro a pensar en una aceptación mayor de la violencia como medio o solución para afrontar cuestiones en la idiosincrasia rusa. A pesar de todas las excusas culturales y tópicos históricos que podamos encontrar, que si son un pueblo castigado por la violencia de la guerra (millones de muertos en la II Guerra Mundial que ellos llaman la gran «Guerra Patriótica»), que si el feudalismo de los zares fue el más cruel de toda la Edad Media europea (en realidad en Rusia se extendió hasta inicios del siglo XX); la violencia "en esencia" no se debe justificar de ninguna manera.

Para demostrar más esa particularidad de la "aceptación natural" de la violencia, decir que la propuesta de ley que permitirá pegar una vez al año a la mujer en los hogares rusos parte de una diputada conservadora,¡ una mujer de 62 años!, Yelena Mizulina. Esta política rusa es también la impulsora de propuestas de ley para suprimir la publicidad o la temática gay en los medios rusos. Maneras coercitivas, violentas o que violentan, para imponer un modelo de ver la vida. Pues con casi 40.000 mujeres maltratadas al año en Rusia, justificar con esta legislación doméstica la violencia "moderada" no es un avance civilizado. Vamos, digo yo.



 © Gustavo Adolfo Ordoño
     Periodista e historiador

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