Miguel Hernández, poeta de trinchera; a 75 años de su muerte

Escultura de Miguel Hernández en el Paseo de los Poetas (Buenos Aires, Argentina)

Lanzar versos al enemigo en lugar de morteros puede sonar chistoso. Algo así como las parodias de la guerra que hacía otro Miguel; Miguel Gila. Se da la circunstancia que Miguel Hernández y Miguel Gila coincidieron en un campo de prisioneros en 1939. El humorista al hacer ese humor absurdo décadas después sobre la guerra, sabía de que hablaba; había sufrido en persona un intento de fusilamiento que resultó un fiasco para sus captores y un milagro para él. Los ejecutores estaban borrachos, no acertaron y él se hizo el muerto. Vivió para contarlo y hacerse, cosas de la vida, uno de los humoristas más queridos por el público durante la dictadura y la transición democrática.

Miguel Hernández no tuvo la misma suerte. Aunque también se libra del fusilamiento, pues el general Franco, ganador de la Guerra Civil, no quería “otro Lorca” y le conmuta la pena de muerte, moriría maltratado (sin cuidados médicos) en una cárcel franquista. De tuberculosis el 28 de marzo 1942. De trinchera en trinchera, primero con el 5º Regimiento, en diversos frentes (desde Teruel a Andalucía), y después en la 6ª División en la defensa de Madrid, Miguel Hernández se mostraba como un luchador, activista y agitador. Evitó ser tratado como un intelectual de retaguardia, implicado sólo en mítines y en publicaciones políticas propagandísticas.

Su trabajo era apoyar la moral de sus compañeros, elevar los valores de lucha de sus camaradas (se afilió al Partido Comunista de España en agosto de 1936) a “pie de batalla”. Su nombramiento como Comisario Político Militar en el frente durante 1937, le permite viajar invitado a Moscú en el verano de 1938. Allí se desencanta bastante por el ambiente “oscuro” que ya proyectaba el estalinismo. De todas formas, al regresar a España, su compromiso de lucha por la República y la democracia no decaen, ni su implicación política con el comunismo. Es cuando circulan por toda España, incluso en el bando controlado por los golpistas, y en las trincheras republicanas sus obras carismáticas: Viento del pueblo y Poesía en la guerra.

El 21 de marzo fue el Día Internacional de la Poesía, auspiciado por la ONU como “arma” de diálogo. La palabra en verso es la mejor embajadora del entendimiento entre diferentes ideologías –culturas-, porque es una capacidad creativa humana de expresar ideas libres, íntimas e identitarias. Miguel Hernández, en la mal llamada poesía bélica o social de sus últimos años (de guerra, como combatiente y prisionero), no hacía más que crónica de la lucha de una comunidad (bando republicano) contra una fuerza injusta, agresiva, que intentaba aniquilar todo a su paso sin ofrecer diálogo, sin intercambiar versos, sino todo lo contrario: balas y proyectiles de mortero. 



Gustavo Adolfo Ordoño © 

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