Si no fuese porque el asunto es muy serio dan ganas de reír y de llorar al mismo tiempo. El mundo está rodeado de agua, el planeta tiene un 71% del líquido elemento, tan vital y necesario, aunque, paradójicamente, el hombre necesita del apenas 30% de su contrario, la tierra, para vivir en óptimas condiciones. Por eso da la sensación de que cualquier pedazo, por minúsculo que sea, de roca, de terruño, de arena, de arbustos y de insectos es algo así como el “paraíso terrenal”. Las islas, esas deseadas.
Tenemos islas paradisíacas,
contamos con islas robadas (las Malvinas), con peñascos unidos a una gran
península por una estrecha lengua de tierra (en principio española, pero
ocupada por un aeropuerto británico) que si no existiese –la lengua- , Gibraltar
sería otro islote disputado (ahora es Roca disputada); están las islitas e
islotes repartidos por toda la costa norteafricana con nombres entre la leyenda
y el “absurdo” (Isla Tierra, Isla Perejil, Islas Chafarinas…); aunque las que
ahora importan son las… esperen, pues cada litigante tiene un nombre para
ellas; las Diaoyu para los chinos y las Senkaku para los japoneses.
Ahora importan más estas islitas
de apenas 7 km² porque son motivo de disputa y conflicto entre dos grandes
colosos asiáticos. La 2ª y la 3ª potencias mundiales económicas, y en el caso
de China una temida potencia militar (posee armamento nuclear) y en el japonés aunque
no posee un poderoso ejército es el tradicional aliado en la zona de EEUU. Hay
un tercer litigante, Taiwan, pero sus malas relaciones con China le convierten
en país mera comparsa de este “drama”. Es como si dos grandes luchadores de Sumo,
Japón y China, estuvieran dándose barrigazos
en una esquina del Mar de la China, retumbando al resto del mundo sus
acometidas.
Por ahora los más “pasionales”
chinos se están mostrando más “belicosos”, con protestas frente a las embajadas
japonesas, quemas de banderas, insultos a ciudadanos nipones, incendio de automóviles
de marca japonesa… aunque de momento, y eso es la “diferencia” asiática respecto
a otras protestas internacionales no se han registrado agresiones físicas o
atentados contra la vida de ninguna persona. No obstante, el nivel de tensión
es tan alto que podría calificarse de “prebélico”.
Para colmo de males, o para
entender todo mejor, el pequeño archipiélago es rico en yacimientos y recursos
naturales, “El Dorado” de la historia actual, en petróleo y en gas natural;
además de tener abundancia como caladeros de pesca. Vamos, que cuando el
nacionalista gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, anunció su
decisión de comprar dos de las islas al particular que las tenía en propiedad,
al gobierno nipón no le quedó más remedio que intervenir y ser él quien las
comprase. Sus razones de soberanía están en que a finales del siglo XIX montó
una factoría estatal de atún. En 1940 la factoría estaba abandonada y al acabar
la II Guerra Mundial fueron ocupadas por EEUU hasta 1972. Desde entonces China,
Taiwan y Japón están en disputa diplomática por los islotes.
Lo malo de estar en vilo es que
dependes de terceros para saber el desenlace de una historia, no podemos rescribir
el guión. Como no había pocos problemas con la economía mundial ahora podría
entrar el mal olor de la crisis en una zona que hasta ahora olía a rosas
comparado con la “peste” del resto del mundo, sobre todo Europa y EEUU. Las
amenazas no han sido claramente militares, pero sí económicas. Los bloqueos y
paralizaciones en empresas japonesas pueden perjudicar seriamente a los chinos
y el cese de importaciones chinas del Japón a los nipones. En fin, lo que nos
hacía falta para el “bienestar mundial”.
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