Colosal estatua de la "Madre Patria" que da entrada al Museo de la Patria en Kiev
Que la historia de los pueblos,
naciones y estados influye en su devenir actual y en su presente como
sociedades políticas y cívicas es una obviedad que en el caso de las culturas
eslavas se hace rotunda. Las manifestaciones y las protestas de ciudadanos en
Kiev revindicando un acercamiento a la Unión Europea en detrimento del estrecho
lazo con la “Madre Rusia” son algo más que conflictos sociales; son, además,
debate de identidad nacional e histórica. Estas dialécticas no se recogen (en
general) como tales en las noticias europeas que hablan simplemente de
manifestantes simpatizando con Europa y en contra de un gobierno pro ruso. En Pax augusta viajaremos en el tiempo para
entender un poco mejor esta tesitura que parece desembocar en el “blanco o
negro” como única salida.
En el mediodía del siglo IX d. C.
El río Dniéper trascurre tranquilo, a pesar de la constante brisa del norte que
empuja con tesón las velas de los barcos vikingos que comandan un jefe guerrero
que sus hombres llaman Oleg, el señor de Nóvgorod (también llamado el Oleh, ‘el eslavo’). Oleg ha oído hablar de un rico enclave en
el curso descendente del Dniéper, gobernado por dos nobles de su misma tierra que han osado dejar de
atender la voluntad del Señor principal, Rúrik, cuando éste murió y dejó
como tutor de su hijo aún infante, Igor, a su ‘pariente’ de clan, el citado Oleg.
Estos nobles que se declararon no vasallos, Ascold y Dir, cuentan mercaderes
y guerreros que han viajado por este río grande que cruza Europa central de
norte a sur, canal directo desde tierras escandinavas al imperio bizantino, a la
capital “romana” de Oriente, Constantinopla, que se están enriqueciendo con el
control de los tributos por las mercancías que llegan de norte y sur. Oleg
piensa que están a un paso de su ciudad, Nóvgorod, y que es hora de hacerles
visita de cortesía. A la llegada de su flota al pequeño pero próspero puerto de
Kyi, que así llaman al enclave los que ya vivían en sus orillas, Oleg ha
dispuesto un plan de conquista que mezcla diplomacia con violencia guerrera. El
recibimiento es frío por parte de Ascold y su compañero Dir, aunque cumplen con
el protocolo de acoger al visitante llegado del río.
En un momento dado, cuando todos los hombres de Oleg han desembarcado y simulan
interesarse por las mercancías expuestas frente a las casas de esas gentes
comerciantes, un agudo soplido de cuerno llama a batalla, la espada de Oleg es
la primera que hunde su metal en el pecho del desprevenido Ascold y en la
garganta del enfurecido Dir... desde luego, estimado lector, que este texto es
tan ficticio como mítica es su fuente, las leyendas de las crónicas rusas, ‘la Crónica de Néstor’; sin embargo, lo que no es ficticio es el dominio que un
señor varego (vikingo), asimilado a la cultura eslava, con ese nombre de Oleg,
tuvo de la región de Kiev entre los siglos IX y X. Una región que pasó a ser el
Rus (que significa principado y es la raíz de la palabra que da nombre a
Rusia) de Kiev, el reino más poderoso en la zona del Dniéper
hasta el siglo XIII y es la ‘madre
patria’ de rusos, bielorrusos y ucranianos.
Arco de la Amistad Ruso-Ucraniana, en Kiev
En esa “mítica” -para todo
eslavo- Kiev (Kiyv en ucraniano) ahora no desembarcan vikingos o
eslavos-escandinavos (el mestizaje también se da en Europa, claro), ni se
pretende conquistar el Mar Negro o tomar Constantinopla (como intentó Oleg en
el siglo X); sin embargo, desembarcan “Oleg-diplomáticos” en visita de cortesía
para convencer a un eslavo de pura cepa, pro ruso y que parece el más fiel
heredero de la primera dinastía rusa (la rurikida, del mencionado Rúrik), el
presidente actual de Ucrania, Víktor Yanukóvich, de que acepte los acuerdos de asociación con la Unión Europea, como así
se lo reclaman 200.000 de sus ciudadanos en la plaza de Kiev.
El presidente ruso, Putin, conocerá sin duda esa ‘Crónica de Néstor’; lo
que ya dudo mucho es que la Alta Representante de la Unión para Asuntos
Exteriores, Catherine Ashton, la conozca. Va a ser que no, porque el
pasado 13 de diciembre, que se reunió con Yanukóvich, según la prensa europea salió
de Kiev muy convencida de que el presidente ucraniano iba a firmar en breve los
acuerdos de asociación preferente con la Unión Europea. Cuatro días después la
brisa del Dniéper, la misma que impulsó a la flota de Oleg, sigue
soplando del este.
Fuente de las imágenes: http://megaconstrucciones.net/?construccion=kiev
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