La organización del Tratado Atlántico Norte, conocida como OTAN en las siglas en español y NATO
en inglés, es una asociación militar constituida en el pasado durante la Guerra Fría que en realidad nace como “brazo
armado” de una alianza política firmada en Washington el 4 de Abril de
1949; se trata del Tratado del Atlántico
Norte o Alianza Atlántica. Esta
unión política y diplomática fue suscrita primeramente por doce países: Estados
Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islandia,
Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal. A los que ya en la década de los
cincuenta, en 1952, se les suman Turquía y Grecia, y el país más interesado en
esa época en acceder a este pacto occidental, la República Federal de Alemania,
que lo hace en 1955. Con la guerra en Corea de 1950 es cuando esta alianza
diplomática decide crear una estructura militar permanente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El objetivo geopolítico evidente: la
defensa occidental frente al expansionismo de la Unión Soviética durante la
guerra fría.
Con el paso de las décadas se
fueron agregando otros países a la Alianza Atlántica y su cuerpo militar (OTAN),
siempre cuando las circunstancias políticas obligaban al país a entrar en esta
organización para tener “visualidad” internacional, una presencia necesaria y más
destacada en el contexto mundial, como le ocurrió a España en 1982. Solía ser
la motivación más común la idea de que “a la fuerza-de los hechos- obligan”.
Tras un aislamiento internacional en los primeros años de la posguerra mundial
(1945) y una política exterior de 2ª división, de potencia menor, desde que la
ONU reconoció al dictador Franco en 1956, España necesitaba consolidar su
presencia internacional como democracia de corte occidental.
Tan necesario se veía desde el
balance político que este objetivo fue llevado a cabo en una clara contradicción:
se gestó y promocionó por un gobierno socialista, el primero, además, de Felipe
González, presidente que entendió la obligatoriedad de volver a “estar en el
mundo” para desarrollar sin nuevos sobresaltos, tipo golpe de Estado del 23F, a
la joven democracia española, recién recuperada.
A diferencia de su antagonista militar durante la guerra fría, el Pacto de Varsovia, la OTAN ha sobrevivido y gozado de gran notoriedad internacional en
hechos históricos claves de la última década del siglo XX, sobre todo en las
guerras de la antigua Yugoslavia y en conflictos eternos de Oriente Medio, como
en el Líbano. No obstante, a raíz de los atentados del 11-S (2001) en Estados
Unidos y la actitud belicista unilateral de Washington para dar respuesta a los
mismos, atacando militarmente Afganistán y más tarde consecuencia también de
estos atentados, aunque por otros “inventados” motivos, invadir Irak en 2003, tuvo
problemas internos para mantener la cohesión entre sus miembros. Muchos países
de la OTAN no vieron clara la legitimidad de utilizar la organización militar
para intervenir en esos Estados.
El líder militar de la OTAN, Estados Unidos, tuvo que arrinconar y
ensombrecer el papel de la estructura atlántica, inventando otras alianzas,
buscando otros aliados por todo el mundo para dar credibilidad y legitimidad a
su política belicista en Oriente Medio. En Libia quiso dar el protagonismo a
los europeos, cediendo el potencial bélico de la OTAN a una Unión Europea que
carece de estructura militar, resultando que esa intervención en el norte de África
pareciera más un “asunto europeo”. Es decir, la OTAN lleva con perfil bajo
bastante tiempo hasta que…hasta que ha surgido la crisis de Ucrania y EEUU
considera que el marco geoestratégico es el “añorado” de la Cold War y que el
papel protagonista debe ser el de la Organización Atlántica.
No se equivoca el ejército “imperial”, pues ahora entre los aliados cipayos están países antaño enemigos y pertenecientes al Pacto de Varsovia (la replica soviética al poder militar OTAN), como la misma Polonia (su capital daba nombre al Pacto defensa ruso), y los “maltratados” durante la etapa comunista por Moscú, húngaros (el aplastamiento de las revueltas de Budapest) y checos (la reprimida por los soviéticos, Primavera de Praga). En resumen, que no hay nada mejor que “usar” a las cosas para lo que valen y para lo que se idearon. La OTAN se usa para contrarrestar el expansionismo ruso en Europa del Este.
No se equivoca el ejército “imperial”, pues ahora entre los aliados cipayos están países antaño enemigos y pertenecientes al Pacto de Varsovia (la replica soviética al poder militar OTAN), como la misma Polonia (su capital daba nombre al Pacto defensa ruso), y los “maltratados” durante la etapa comunista por Moscú, húngaros (el aplastamiento de las revueltas de Budapest) y checos (la reprimida por los soviéticos, Primavera de Praga). En resumen, que no hay nada mejor que “usar” a las cosas para lo que valen y para lo que se idearon. La OTAN se usa para contrarrestar el expansionismo ruso en Europa del Este.
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