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Emilio Botín. Fuente de la imagen |
No me gusta emplear el tan de moda y usado ahora término de ‘Marca España’; prefiero referirme a ‘imagen’ o ‘percepción exterior’ de España, como así titulo una de las secciones del blog. Es un tema que abordo desde mis estudios de historia y del análisis de la política internacional. Mirarse al espejo es un acto de vanidad muchas veces, pero otras es un intento desesperado por reconocerse y llegar a conocerse bien. Saber tanto de uno mismo que aunque nos miremos miles de veces a lo largo del tiempo, siempre nos veremos iguales. Y esto no es así, la imagen reflejada puede resultar ajustada a realidad o ser simple reflejo de lo más vistoso o de lo “más” recordado/reconocido.
Emilio Botín, presidente del Banco Santander, ha fallecido de forma inesperada, se le creía en buena forma y
salud, y desde el anuncio de esta muerte sorpresa, a las 9h de esta mañana, su
figura se ha unido a la construcción reciente de la ‘Marca España’. El banquero
que supo convertir un negocio familiar, el Banco Santander, en un imperio
financiero con presencia en los cinco continentes. Según algunos ranking el
banco español sería el primero de Europa y el séptimo mundial. La imagen de Botín
como hombre experimentado en negocios y solvencia económica debía ser la
imagen-marca de las empresas españolas que invertían y operaban en el
extranjero. Es decir, una buena imagen.
Voy a contar experiencias
personales sobre la obra y figura de Emilio Botín, acreditadas en el haber
tenido familiares muy directos (padre, hermanos) trabajando en este grupo
financiero. En realidad mis familiares trabajaban en el Banco Central, un dinosaurio
del mercado financiero español que en los años del neoliberalismo rampante (décadas
finales del siglo XX) se tambaleaba ante el empuje de entidades con usos y
maneras más modernas. El Banco Central funcionaba como un banco clásico,
organizado aún con la ingenuidad del “desarrollismo” económico español,
iniciado a mediados de los años cincuenta (1955); existían beneficios
paternalistas para los empleados, como residencias de verano subvencionadas,
plus salariales por hijo nacido, permisos vacacionales fuera de temporada...
beneficios apuntalados, luego, con la llegada de la democracia y una fuerza
sindical que actuaba, sin muchos tapujos, en ese banco.
Pero llegó el representante de la
‘Marca España’ por excelencia, Emilio Botín, con su Banco Santander y su olfato
para la oportunidad de negocio. En el ambiente laboral de mis familiares se sabía
de la decadencia del Central, pero aún se creía en su solidez y se llegó a
pensar que sería el Banco Central el que compraría o se fusionara desde una
posición de privilegio con el grupo del Santander. Como ya saben esto no fue así.
El viento del Cantábrico, el Banco Santander, arrasó con todos esos “gastos
sociales” que el Central tenía, empezando por prejubilar o despedir a gran
parte de la “obsoleta” plantilla del Banco Central. Los que se quedaron
supieron que la eficacia y el éxito, lo que da muy buena imagen, se basaba en
un liberalismo económico salvaje donde lo importante es la productividad
(laboral) y el beneficio.
En efecto, Emilio Botín,
representaría como nadie la imagen de España en los últimos lustros; incluidas
las acusaciones por corrupción fiscal y las investigaciones judiciales sobre la
gestión política o económica de personajes importantes que acaban en papel
mojado. El lado oscuro de la ‘Marca España’.
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