![]() |
Desfile en la Plaza Roja. Fuente imagen |
Érase una vez una Europa del Este que estuvo repleta de cabezas nucleares y
que fue muro, ‘Telón de Acero’, en un mundo bipolar, que dividía el Occidente
capitalista y el Oriente comunista. La paz existía por el miedo a la
destrucción masiva, por el poder de disuasión que cada bloque tenía gracias a
su potencial nuclear; conocidos poderes por unos y otros, publicitados hasta la
saciedad con la prueba nuclear de turno o con el desfile militar de
escenografía aterradora: puntiagudos misiles apuntando a Occidente;
supersónicos cazas de guerra sobrevolando Berlín y rozando los límites del
Este.
De joven me fascinaban esas cabezas nucleares pintadas de rojo, con la hoz
y el martillo, que tan pomposas desfilaban por la Plaza Roja de Moscú, sin
saber que para alcanzar Washington apuntaban justo por encima de mi pueblo,
donde pasaba –feliz- casi todos los veranos. Esa localidad de la sierra norte
de Madrid, Colmenar Viejo, está rodeada de bases militares; existía en el mismo
pueblo un campamento CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) cuando el servicio
militar era obligatorio, ahora es un cuartel de Infantería. ¡La de ciudadanos
de toda España mayores de 45 años que habrán pasado por allí! También cuenta en
sus alrededores Colmenar Viejo con una base de helicópteros y algo más lejos,
pero en la carretera que va de Madrid a esta localidad serrana, se sitúa “El
Goloso”, forma popular de llamar a la base de la División Acorazada Brunete Nº
1 (los tanques más modernos del ejército español, que la noche del golpe de Estado del 23 de
febrero de 1981-el 23F- tuvieron en vilo a media España).
Revelo toda esta información perteneciente a la estructura militar OTAN
para intimidar, en su modesta medida, al poderoso “Oso Ruso” Vladímir Putin y
su, nuevamente, engrasada maquinaria nuclear bélica. Ya sabe, presidente, un
español colérico en un tanque puede conquistar medio mundo y ni misil nuclear ni ná le detendría. Hipérboles bufonas
aparte, se ha constatado que la prensa oficial del Kremlin está procurando
dar la mayor difusión posible a las pruebas y maniobras militares nucleares del ejército ruso. El presidente Putin ha dado el visto bueno a este airear de
nuevo el poderío nuclear como baza de presión e intimidación en el conflicto
del Este de Ucrania.
Una de las personalidades históricas de esa zona geoestratégica del mundo,
el Premio Nobel de la Paz y ex líder sindical polaco, Lech Walesa, opinaba hace
poco en un foro económico realizado en su país que si Occidente no se ha
involucrado mucho o de forma radical en el conflicto ucraniano era por el “pánico
nuclear”, el miedo a un conflicto nuclear aunque sea de baja intensidad y no
apocalíptico como en la Guerra Fría. Durante muchos años las agencias
informativas rusas han jugado el papel del victimismo, resaltando el derrumbe
militar de la ex Unión Soviética; sin embargo, en los últimos tiempos, cuando
se ha necesitado “vigor” diplomático en los conflictos surgidos se ha procurado
publicitar el avance tecnológico militar ruso, como los submarinos nucleares de
cuarta generación, cuyas pruebas de misiles recibieron una extensa cobertura
informativa (Itar-Tass y RT).
Apropiada y oportuna publicidad del poderío nuclear ruso justo cuando la
OTAN se ha puesto más bravucona y Ucrania busca negociar con Moscú una paz porque
sabe que toda posibilidad de conseguirla pasa, como antaño pasaban los misiles,
por la “Plaza Roja”. Al menos han conseguido de Putin un borrador de un “Plan de Paz”; algo es algo y menos da una cabeza nuclear.
0 Comentarios