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Que el asunto griego se ha convertido en una guerra de ideologías es algo que pocos niegan. La lógica debía
hacer de la cuestión griega una
problemática de balances, cifras y déficit; al fin y al cabo lo más grave
de la situación es el tema de la inmensa
deuda pública de un país que genera riqueza para pagar las deudas y sus
intereses pendientes, sin poder atender al bienestar general de sus ciudadanos.
Sin embargo, nos gusta la “pelea”, el enfrentamiento cuando hay “motivo” y
entre Atenas y Bruselas hay suficientes motivos, por eso la actualidad de Grecia es una batalla ideológica.
Tengo que confesar que ando algo
perdido, pues no soy del gusto del sectarismo
simplista. Del negro o del blanco, aunque tampoco me siento cómodo en el
gris, el mediocre grisáceo del término medio. Puestos a tomar partido me
gustaría saber, con claridad, por qué lo hago por un bando y no por el otro. En
esta batalla ideas y de maneras de vivir, la dignidad de los pueblos parece que se consigue oponiéndose al “poder
oscuro” de los fácticos poderes. Luego critican a los “lectores de caballerías”,
pero la palabra “dignidad” dicha sin ton ni son suena a folletín
Olvidamos que la Unión Europea es consecuencia de uno de los actos más dignos que ha tenido
Europa en su historia reciente. Capaz de reconstruirse, tras la aniquilante
II Guerra Mundial, y desarrollar la paz social en la mayoría de sus naciones, con
la reconciliación entre los Estados, la
UE no es otra cosa que el resultado final de ese digno empeño. ¿Qué existen
muchos defectos?, ¿qué las ideas originales de desarrollo social se han
pervertido por los intereses financieros?; es casi seguro, muy probable a la
vista de la percepción negativa que de la Unión tienen cada vez más europeos.
Quiero decir, con el anterior
párrafo, que el asunto griego está
polarizado no sólo en ideologías progresistas o movimientos cívicos contra el
conservadurismo del establishment económico
y político; también es una guerra entre europeístas y euroescépticos. Bajando más a la calle, entre ciudadanos
europeos que asumen las condiciones/directrices de Bruselas y los que se oponen a ellas indignados porque son medidas
de recortes sociales y de austeridad presupuestaria. Ese enfrentamiento
conducirá a una discusión bizantina o un profundo debate sobre el futuro, el cómo
debe ser la Unión Europea...en las
postura más extremas estarían, incluso, los partidarios de su desaparición como institución política
y social.
De todas maneras, esto es sobre
el papel. En la práctica, los ciudadanos
europeos han mantenido cierta frialdad siempre en los procesos políticos de
la Unión. Las elecciones al Parlamento
europeo tienen una participación baja y muchas veces no hacen más que
extrapolar la tendencia política que está gobernando en los principales países;
los asuntos europeos importan un pimiento hasta que nos tocan el bolsillo. Entonces
nos sale el orgullo patrio, pues
para tener una moneda común y un mercado libre hay que ceder soberanía, que es algo, la soberanía, que también está
relacionado con asuntos tan indignos como el suministro del papel higiénico.
Así puestos, a uno le encanta
tomar partido por actitudes tan
valientes y dignas como el referéndum de ayer domingo convocado por el
gobierno griego para preguntar a su pueblo si deseaban o no asumir las últimas
directrices de Bruselas para mantener la financiación del quebrantado Estado
griego. Aunque también me agrada tomar partido por todos aquéllos que consideran
necesaria una Unión Europea responsable
y seria, cuadriculada a la germana si me apuras, porque es la única manera
de pertenecer a una entidad sólida y con garantías de seguir siendo una
potencia internacional.
Lo que me desagrada más es que el
asunto griego, por mero despecho sectario
ideológico, siga por derroteros del juego de azar, eligiendo opciones como la ‘Ruleta
Rusa’. Alejarse de Europa porque no
se llega a un acuerdo, por intransigencia
de ambas partes (es lo único que comparten Grecia y Bruselas,
intransigencia), y buscar financiación vía
rublo de Moscú es un futuro tan azaroso como el que pronostican los
tremendistas tras la victoria rotunda del OXI, NO, de este pasado domingo 5 de
julio, marcado ya por muchos como fecha histórica para Europa.
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