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Pedro Sánchez y Mariano Rajoy en un momento del debate de ayer. Embarrados hasta las rodillas, sólo les quedaba agitar sus palos |
“Lo confieso, sigo indeciso”.Agachó la cabeza después de pronunciar esa frase, aunque no fue por vergüenza.
Quiso evitar mirar a los ojos a la amable señorita que había llamado a su
puerta, con micrófono en mano. Es una encuesta en directo, sobre el resultado
del debate entre Pedro Sánchez y Mariano
Rajoy; le dijo tras atusar el pelo y aclarar la voz, el cámara deslumbraba
al indeciso con el potente foco, quizás por eso seguía cabizbajo. “Lo siento, sigo igual que ayer, no tengo decidido aún mi voto”.
Las líneas de arriba son
ficticias, pero seguro que siguen siendo el sentir de esos casi 2 millones de votantes indecisos. Estamos a menos de una
semana de las elecciones del 20-D y ese “saco”
de votos se antoja más excitante y sorpresivo que el saco de regalos de Papá Noel. Está claro que las encuestas pueden quedar en ridículo
si esa fuerza de indecisos decide otorgar su voto por cualquiera de los cuatro
partidos más en liza para llegar a Moncloa. Otro cosa será si la indecisión
queda repartida en “cómodos” pedazos, para cada partido con aspiraciones de
gobierno.
Es un fastidio esto de los debates. Está muy bien porque forma parte de esa regeneración democrática que
no debe ser una moda del momento, sino algo sólido a seguir desarrollando.
También nos hace más maduros como demócratas. Sin embargo, los pre y pos debates resultan cargantes.
Como periodista sé que son necesarios, es en realidad el único “trabajo periodístico” que se puede
hacer en unos debates con preguntas pactadas por bloques temáticos, aunque como
ciudadano creo que con tanto previo análisis y pos-conclusiones lo único que
conseguimos es “masticar” más lo ya “tragado” y asimilado.
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Captura de pantalla programa Cara a Cara-Debate en la Sexta |
Al final las redes sociales y las encuestas televisivas dieron como “vencedor” del cara a cara a ninguno de los dos candidatos, interpretando que así, en cierta manera, ganaban los partidos emergentes, la nueva política de Podemos y Ciudadanos. Es una conclusión razonable. Algo así como en enero de este mismo año, cuando las encuestas daban a Podemos como primer partido en intención de votos y era porque no tenía que hacer otra cosa que ver “pasar al cadáver del bipartidismo por su puerta”. Eran fechas “horribilis” para el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) en el asunto de la corrupción. Bárcenas y los ERE estaban en carne viva.
A la hora de los matices, el
hecho de que Pedro Sánchez ganó el
debate en las consideraciones individuales también quedó reflejado en el sentir
de la opinión pública. Hasta el segundo
tiempo del partido, Sánchez controlaba
el balón y ya había marcado un par de goles... pero metió la pierna de muy mala
manera en un lance por la pelota dentro del área de la corrupción. Penalti para
Rajoy. El empate se olía. El terreno de juego se embarró con descalificaciones
insultantes (sí, hay descalificaciones que no insultan) y sin piernas, el juego
“pasó a las manos”. En cada mano un garrote. El bi-partidismo pasó al
bi-apaleados.
En fin, si me permiten mi
opinión: España se dirige a un multi-apaleamiento.
No habrá “garrote” dominante. Sólo quedará elegir bien el garrote que dirija
más golpes contundentes a la corrupción, el paro, el terrorismo yihadista, los refugiados, la
ordenación territorial, la reforma de la Constitución y la regeneración
democrática... ¡buuf! muchos “cabezudos” a los que atizar y los garrotes parecen
estar en lo alto dirigidos a las cabezas de cada partido. “Disculpe, señorita,
pero me voy a dormir, no sé decirle quién ganó el debate”.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
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