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Mapa que expone las zonas de mayor homofobia. Fuente ilga.org |
Desde que ocurrió la masacre en
la discoteca de ambiente gay Pulse, en Orlando
(Florida), he intentado escribir unas líneas para la web-blog. La ciudad de
Orlando está ligada a mi vida de una forma muy cercana, aunque al final nunca
he estado allí y no sé más de ella que lo que sabrá cualquiera de ustedes. Lo
básico, que es la capital de Disney World y que Mickey Mouse y su mundo atrae a
millones de turistas cada año. Pero resulta que mi hermano sí que ha estado
allí en numerosas ocasiones. Entre otras razones porque, cosas del destino (y
de las becas Erasmus), se casó con
una estadounidense oriunda de esa ciudad del Estado de Florida. Al final toda
mi familia ha viajado en alguna ocasión a Orlando, faltando yo que no he tenido
oportunidad. Escribir sobre ese atentado terrorista se me hacía, pues, algo
extraño.
Podía haberle dado a este
artículo un enfoque muy personalista, pues aunque no he viajado allá, tengo
algunas personas de Orlando
agregadas a mis redes sociales. Sin embargo, tras pensar en ello, creo que la
perspectiva mejor es la de contrastar sentimientos que afloraron tras haber
pasado un tiempo desde la masacre. Además, al trascurrir la investigación se
planteaban dudas sobre la motivación verdadera del terrorista. Declarar el atentado de Orlando como la mayor
masacre del terrorismo yihadista desde los atentados contra las Torres Gemelas
de Nueva York en 2001, podía haber sido un chasco si al final se demostraba que
el odio a los homosexuales, la
homofobia, era la auténtica razón para apretar los gatillos de sus armas del
mal nacido Omar Siddique Mateen.
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Bandera del Arcoíris en el Día del Orgullo Madrid 2016 |
Las conclusiones parecen llevar a
una combinación de odios, al típico lobo
solitario yihadista donde, además, confluyen otras perversas
inestabilidades emocionales, odios y
prejuicios, complejos sociales, traumas
afectivos y desequilibrios mentales. El tal Mateen se declaró en las conversaciones con los negociadores de la
policía como “soldado islámico”, jurando lealtad al líder del Daesh
(Estado Islámico), Abubaker al Bagdadi.
¿Ya está clara su motivación? Pues, no. En testimonios de su padre y de su ex
mujer, se le describe como violento y homófobo. Se ha comprobado su actividad
en perfiles de redes sociales para
contactos gais, donde su homofobia se ocultaba tras un interés por las
relaciones homosexuales...
En definitiva, el odio arraigado y los profundos prejuicios de
este sujeto se comportaron en él como en cualquier persona consumida por la
falta de amor y la ausencia de inteligencia emocional. Observando el mapa de la homofobia que encabeza este texto, vemos como gran logro el avance de los
derechos del colectivo LTGB en muchos países, en los que las sociedades suelen ser modernas y democráticas,
con sus defectos; pero vemos, también, como el odio y la sinrazón, la falta de
derechos se extiende por cientos de países donde las sociedades se ven, en la
mayoría de los casos, alejados de la
modernidad y constreñidos por una influencia religiosa radicalizada que
afecta a la política social y a la vida ordinaria de sus países.
No es extraño, tampoco, que
coincidan esos países sin derechos para los homosexuales con los lugares más
inestables y con más terrorismo del mundo. Y es que el amor, sea del color que
sea (arcoíris), debe tener todas las garantías y derechos reconocidos.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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