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Mateo Renzi, promotor referéndum reforma Constitución de Italia. Imagen libre derechos (Wikipedia) |
Existe ya una impresión general
de que los referendos son una “mala idea”. Se están propagando titulares del
tipo "Los referéndums los carga el diablo"; dando a entender que se consigue todo lo
contrario a lo que pretendía conseguir el promotor de la consulta. Siguiendo
con el símil de las armas, podemos decir que a los referendos les sale el “tiro
por la culata”. En Italia al presidente del Consejo de Ministros, Mateo
Renzi, eso le ha ocurrido este pasado domingo con el referéndum que convocó
para conseguir el apoyo a las reformas constitucionales que quería establecer.
Ha vencido el NO, defendido por toda la oposición, teniendo que dimitir de su
cargo.
He intentado aclararme para conocer el correcto objetivo de la consulta, pero ha resultado una tarea inútil, pues ni los mismos italianos
sabían todo el contenido de las reformas constitucionales y parlamentarias que
se votaban con un sí o con un no en este último referéndum. Última consulta que
también tiene sus consecuencias y “sacudidas” internacionales. Que retorne a la
inestabilidad política la 3ª economía (no cuento a Reino Unido) europea no
es nada bueno, inmersos aún en la crisis económica, por mucho que mejoren de
manera leve los indicadores macroeconómicos.
Al final, un pronóstico sí que
se ha cumplido. El referéndum en
Italia era una apuesta personal de Renzi, para lograr el apoyo legítimo
a sus planeadas reformas de la Constitución de 1948 y del sistema
bicameral parlamentario. La ha llevado adelante con todas las encuestas en contra; una apuesta que se ha reducido a un plebiscito sobre su
liderazgo en Italia, para saber si podía seguir en el poder con un programa
reformador: Mateo Renzi sí o Mateo Renzi no. El voto de confianza no ha
resultado y Renzi va a dimitir, como había prometido. La sensación de
incertidumbre que queda ahora no es nueva. Es volver al caótico “foro italiano”
(actualidad política), donde se dan mil voces y todas quieren llevar la razón.
Porque una vez conseguida la victoria del NO todos los opositores
al primer ministro Renzi, volverán cada uno por su lado. En efecto, Renzi
había conseguido algo casi imposible en la política italiana: unificar a gran diversidad
de partidos en un objetivo común, el No a sus políticas reformadoras. Unas
reformas que a vista de pájaro parecían muy razonables y sensatas. Adelgazar
el cuerpo burocrático y la administración política de una democracia con 70
años. Sin embargo, esas medidas se han interpretado desde perspectivas
rasas y se han considerado concesiones a la política de “ultra austeridad”
propiciada desde Bruselas.
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Fotomontaje de balcones engalanados con banderas italianas |
En la negativa al proyecto reformador de Renzi se han encontrado
los jóvenes que consideran esas medidas un recorte a la representación popular,
al “gobierno popular”, porque otorgan más poder al ejecutivo y lo resta a los
parlamentos. Los más veteranos como un renacido Berlusconi, que ha
tirado de nacionalismo para decir que Renzi estaba vendiendo el país a
las oligarquías europeas; o los nuevos populismos, que no se saben si
son de derechas o de izquierdas, como el movimiento político liderado por el
humorista Beppe Grillo. El resultado, pues, ha dejado contentos a la
gran mayoría de italianos. Y en verdad, este referéndum no debería afectar
tanto a nivel internacional como otras recientes consultas porque posee en el
fondo un fuerte componente local. Con su pizza se lo coman.
Afectará a una Unión Europea (UE) necesitada de estabilidad política
para seguir con las políticas de reducción del déficit, marcadas por un
Parlamento europeo, recordemos, con gobierno y mayorías conservadoras. Pero no
durará mucho. Quedará la grieta, porque ya cualquier sacudida al sentido de la
UE deja huella, una más a tapar cuando se replantee el rumbo que debe tomar la
Unión ante los retos abiertos, el principal el Brexit. Además, los avatares de la vida también dan a la Unión
Europea un respiro de calma y estabilidad entre las sacudidas de las
tormentas políticas. En Austria no ha ganado la ultraderecha xenófoba y
anti-europea de Norbert Hofer, que consiguió repetir las elecciones perdidas
por la mínima hace 6 meses. Esta vez el político Verde y europeísta, Alexander
Van der Belle, le ha ganado con autoridad. Los europeístas de buen corazón
respiramos tranquilos.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
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