Genocidio en Ruanda, a 25 años

Niños supervivientes a los primeros días de la masacre. Fuente imagen (AP)

El pasado 6 de abril se cumplió un cuarto de siglo, 25 años, de un genocidio tan contemporáneo como el haberse cometido en la última década del siglo XX. Un siglo veinte que está caracterizado por la barbarie a gran escala, en masa, con dos guerras mundiales en su historial. No obstante, un siglo también donde la humanidad alcanza los mejores índices de bienestar en casi todo el planeta. Y eso es así en lugares como Ruanda. Un país que inició hace una semana 100 días de luto y que cada jornada desde ese luctuoso 6 de abril de 1994 lucha por la reconciliación nacional.

Viendo las cifras del genocidio, sus causas y consecuencias, resulta increíble que la sociedad ruandesa esté dando pasos firmes y largos en su reconciliación. Fueron casi un millón los tutsi asesinados por la otra etnia principal del país, los hutus. La rivalidad étnica aunque pueda parecer remota, asunto de los tiempos inmemorables desde que estas gentes poblaron la zona, la verdad es que la rivalidad profunda se crea en las décadas de 1950 y 1960. Cuando Ruanda aún era colonia de Bélgica y los administradores belgas privilegiaron a la minoría tutsi, al resultar de un carácter más afín al europeo. Esta minoría tutsi sirvió a la casta política y económica dominante europea y formaron la suya paralela a la de los belgas.

Cuando Bélgica aceptó la independencia ruandesa (julio de 1962), la suerte privilegiada de los tutsi no tardaría en cambiar. Ahora pasaban a ser una minoría social con décadas de odio y envidias contra ella, dominando los estamentos de poder los ruandeses hutus. La endiablada gota que colmó el vaso del odio fue el asesinato del presidente ruandés, Juvénal Habyarimana, ese 6 de abril de 1994. Las matanzas rabiosas y propias de una pesadilla del peor cine gore comenzaron al día siguiente. El balance de muertes oficiales es de 800.000 personas asesinadas, la mayoría tutsi y un porcentaje menor de hutus moderados. Los intentos de razonar o de investigar los motivos de tan ensañada barbarie resultan vanos, pues al estallido del odio se le sumó una explosión de locura colectiva.

Sin embargo, 25 años después el pequeño país africano está resultando un ejemplo mundial de concienciación histórica, de memoria social y reconciliación. Los trabajos de la Comisión Nacional para la Lucha contra el Genocidio (CNLG) están a cargo de jóvenes funcionarios y de intelectuales locales. Esta comisión ha sido la encargada de hacer los actos de conmemoración y de memoria, para evitar el “olvido de las generaciones futuras y que este hecho no vuelva a repetirse”. Una muestra del éxito de esta institución es que muchos exiliados están retornando con el propósito de aceptar la reconciliación propuesta a nivel nacional.  


Las duras sospechas de complicidad francesa en la masacre 

A los actos de conmemoración de este 25º Aniversario del Genocidio de Ruanda estaba invitado el presidente francés Emmanuel Macron, que declinó la oferta mandando a un jerarca francés de origen ruandés, Hervé Berville. El motivo del rechazo está en la relación fría y agria de la República francesa con Ruanda, ante la insistencia del país africano en acusar al Estado francés de complicidad con la masacre de hace un cuarto de siglo.

La acusación es dura y bastante directa, que dificulta el buen desarrollo de las relaciones bilaterales. Desde el mismo 1994, el pequeño país africano acusa con insistencia a los franceses de haber proporcionado entrenamiento militar, logística y armamento a las milicias hutu Interahamwe, que fueron protagonistas principales de las masacres en el genocidio de hace 25 años. Francia encargó varias investigaciones, hasta una comisión histórica, como gesto de buena voluntad, aunque Ruanda no se ha retractado de las acusaciones. Menos cuando la comisión francesa concluyó, sin pruebas fundamentadas, que hubo miembros del Frente Patriótico de Ruanda (RPF), milicia lideraba por el actual jefe de Estado ruandés, el tutsi Paul Kagame, del asesinato del presidente hutu Habyarimana, que desencadenó la barbarie.

Desencuentro político internacional, con una gran potencia, que nos hace pensar que el camino local y nacional de la Comisión Nacional para la Lucha contra el Genocidio (CNLG) es la mejor manera de afrontar para Ruanda esa tragedia de su pasado histórico. Que sigan por esa vereda africana.



Gustavo Adolfo Ordoño ©

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