Asalto en Irán a la embajada... americana, la crisis de los rehenes de 1979


Nuevo asalto a la embajada de EEUU en Teherán
                       
El actual incidente grave diplomático en Teherán, con el asalto de la embajada británica por jóvenes estudiantes exaltados afectos al régimen que han llegado, incluso, a arriar la bandera de la legación y sustituirla por una iraní, ha recordado el acontecimiento del final de los años 70 del siglo XX llamado por la historia, “la crisis de los rehenes”. El 4 de noviembre de 1979 una turba de estudiantes (los Discípulos del Imán, se les llegó a llamar) asaltó, literalmente, la embajada de los EEUU, haciendo rehenes a 66 norteamericanos, entre ciudadanos y diplomáticos.

Los estudiantes fueron espoleados por el ayatolá Jomeini, un revolucionario islámico radical que tenía la visión de expulsar de la antigua Persia todo aquello que significase Occidente, empezando por el Sha Mohammad Reza Pahlevi, que había construido una fastuosa corte con los petrodólares mezclando la modernidad occidental con la inspiración de la tradición imperial persa. El motivo de la protesta en el entorno de la embajada norteamericana era reclamar la extradición del Sha para ser juzgado por su gobierno déspota, el último emperador de Persia estaba en EEUU tratándose un cáncer. No regresaría a Irán ni vería el final del conflicto de los rehenes. Murió en julio de 1980 y los secuestrados no fueron liberados hasta la toma de posesión de Ronald Reagan como presidente en enero de 1981.

En esta ocasión las protestas entorno a la embajada británica de los estudiantes iraníes era por las sanciones económicas que el gobierno del Reino Unido había aprobado (y que promueve en la Unión Europea) como castigo por el desarrollo del programa nuclear iraní, con sospechas de estar aplicado a fines militares. Y las imágenes vistas en las televisiones estos días han provocado un Déjà vu, la sensación de que esa experiencia ya la hemos vivido antes está tan inmersa en nuestra conciencia, que forma parte ya de una realidad que no por ser tan evidente deja de ser lamentable. “Gran Satán” es Occidente. Esa realidad para muchos iraníes es inalterable. Radicales fundamentalistas, habitantes de un país del “eje del mal”, los iraníes son musulmanes integristas, violentos, una realidad también inmutable para muchos occidentales.



Con estas premisas convertidas en realidades, teorías tan deprimentes como las de Samuel Huntington, el “Choque de civilizaciones” se oxigenan para avivar más las llamas del desencuentro. Y eso que la teoría de Huntington respondía a un artículo todavía más depresivo o aniquilador, en concreto aniquilaba a la Historia, hablamos de la teoría de Francis Fukuyama que venía a expresar que el mundo se aproximaba al fin de la historia (en el sentido hegeliano y marxista) porque la democracia occidental triunfaría en todo el orbe.

Pues será que la vida y la historia se ríen de la humanidad, porque ambas teorías han quedado en evidencia y ninguna nos sirve como guía para explicar las realidades tan complejas que las relaciones internacionales, las crisis económicas y sociales siguen planteando a las sociedades y civilizaciones. Irán sigue siendo el país que crearon los ayatolás. Los occidentales siguen siendo las potencias con maneras coloniales. Seguimos con el Déjà vu.


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