El último soldado de las guerras, una vieja historia de vencedores y vencidos

 

El mayor general Chris Donahue en el instante de subirse al último avión militar de EEUU que abandona Kabul. Fuente de la imagen: cuenta oficial del Pentágono en Twitter

Un día antes de cumplirse el plazo de retirada pactado con los talibanes, el Ejército de Estados Unidos ha retirado a sus últimos soldados de Kabul. La publicación en la cuenta de Twitter del Departamento de Defensa de la imagen de un oficial estadounidense como «último soldado» de la evacuación resulta algo más que una operación de «marketing de imagen». Enseguida esa fotografía ha pasado a la historia y recuerda el siempre complicado testimonio que debe perdurar en la memoria de una derrota o de una difícil retirada. En Pax Augusta queremos recordar algunas de estas «imágenes de retirada», una vieja historia de vencedores y vencidos

 No existen muchas fotografías que testimonien al detalle las retiradas militares. El convencimiento de que la Historia la escriben los vencedores nos podría hacer pensar que los libros estarían llenos de imágenes de ejércitos derrotados huyendo en masa, para regocijo de los vencedores y escarnio de los vencidos. Ni siquiera en las pinacotecas del mundo abundan pinturas que representen estas «vergonzosas» retiradas durante la historia contemporánea, antes de que la fotografía se consolidase como mejor memoria gráfica. Quizás la explicación esté en que, tarde o temprano, ese poderoso imperio o esa nación gloriosa tengan que soportar contemplar a su ejército vencido en una «deshonrosa retirada». Se trataría de no abusar en la difusión de una imagen desagradable y complicada de ajustar en la historia militar de cualquier país, aunque sea desde la perspectiva del vencedor. 

De esta manera, en el deseo de «escribir la Historia» a pesar de ser los vencidos se han producido notorios casos de retiradas militares convertidas en brillantes victorias. El caso más conocido es el de la retirada aliada de Dunkerque. Sobre el papel la «huida» de más de 300.000 soldados del frente de guerra sería para cualquier lógica militar una contundente derrota. No es así en la conocida como Batalla de Dunkerque, donde las imágenes de soldados británicos, belgas y franceses huyendo de la invasión nazi apiñados en frágiles barcos cruzando el Canal de la Mancha se han convertido en testimonio de una - a largo plazo- victoria militar. Enseguida, desde ese mismo mes de junio de 1940 que se completó la evacuación de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB) y parte de los ejércitos francés y belga, se preparó a la opinión pública para percibir esa urgente evacuación militar como a un éxito en el campo de batalla. La verdad es que se consiguió dar la vuelta al significado de derrota a pesar de la conmoción que suponía ver a cientos de miles de soldados en retirada. Se hizo gala de la estrategia de «una retirada a tiempo es una victoria».

En la improvisada de urgencia operación de retirada de la Fuerza Expedicionaria Británica desde Dunkerque se emplearon todo tipo de embarcaciones disponibles 


Aunque a la larga se pudo considerar un éxito esa retirada, pues permitió contar con ese gran contingente militar el resto de la guerra que acababa de comenzar, en el fondo se estaba ocultando un fracaso rotundo. Durante ocho largos meses, desde la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939, ese ejército aliado tuvo únicamente un papel disuasorio en lugar de una acción militar «real». No tomaría ninguna iniciativa bélica seria y permitió a Hitler maquinar su ocupación de Francia en mayo de 1940 sin ninguna presión eficaz. Fue la llamada Guerra Falsa, un tiempo malgastado por parte de los aliados y lleno de decisiones estratégicas -tanto militares como geopolíticas- erróneas. Errores que condujeron a esa «forzada» operación de evacuación de tropas que se llamó Operación Dínamo y que al concluir sí que los mandos militares supieron convertir en un gran acierto. 

Es evidente que imágenes como la que ilustra la retirada estadounidense de Kabul con el mayor general Chris Donahue serán utilizadas como «símbolos históricos»; que intentarán «escribir» una historia lo más positiva posible, que suavice la rotundidad del fracaso y dignifique esa retirada militar. Y es también probable que sean las imágenes que comienzan a «vender» una victoria a la larga, cuando se justifique esa retirada como lo mejor para los intereses occidentales viendo la condición de irresoluble que ha tenido esa zona para todas las «injerencias extranjeras». Así, la expresividad de una retirada militar contenida en una fotografía puede servir para vencidos y vencedores. Algo que ocurrió en la historia actual contemporánea de España con la retirada de las últimas tropas españolas del Sáhara

«Que quede claro que no ha habido capitulación», afirmó el general Salazar, último militar español en evacuar el Sahara Occidental


En solemne desfile militar marcharon tropas españolas en la retirada del Sáhara realizada entre noviembre de 1975 y febrero de 1976 que se retiró el último soldado español


Las palabras del gobernador general del Sáhara Occidental, Federico Gómez de Salazar, querían ser un «tranquilizar conciencias» y una manera de mitigar el deshonor que para la mentalidad militar supone el retirarse de un territorio donde el ejército ha estado al servicio de la patria. Cuando él y su pequeño contingente de hombres salieron del Sáhara se pusieron fin a más de cien años de presencia española en esa región. Las fotografías que se difundieron esos meses de la retirada de España querían dignificar la actuación del Ejército español, promoviendo la imagen de una retirada pacífica y ordenada. Desfiles rindiendo honores a los caídos en esas tierras, el solemne arriar de la bandera, eran fotografías que pretendían «endulzar» la inesperada marcha española que era un fracaso en toda regla en el proceso descolonizador de ese territorio. De hecho, nada más marcharse el último militar español estalló en toda su magnitud el conflicto todavía abierto del Sáhara Occidental.

Habría que reconocer, porque las imágenes también dan fe de ello sin otras interpretaciones, que muchas retiradas militares son ordenadas y «honorables». Así ocurrió con la del Ejército español en el Sáhara. No se produjeron grandes altercados ni enfrentamientos bélicos en la marcha de los soldados españoles, aunque esa «digna imagen» no conseguiría ocultar la gran tensión vivida con incidentes como el de la Marcha Verde o la desconfianza profunda entre los políticos y militares del gobierno de Madrid en ese crucial momento. 

Soldados etíopes derrotadas y capturadas por el FLPT. Créditos imagen: Yasuyoshi Chiba / AFP

Luego, curiosamente, toda la percepción de fracaso que contiene una fotografía de una derrota y retirada queda clara –sin otras reinterpretaciones- cuando la guerra es un conflicto olvidado en una región del mundo que no importa al conjunto internacional. En esas guerras –y como todas en el fondo- una imagen del vencido expresa que nadie gana, ni vencedores ni mucho menos derrotados. Algo que se puede apreciar en esta fotografía reciente (julio de 2021) de unas soldados etíopes capturadas por las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT)
 

Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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