Dos mujeres que llegaron a ser íntimas amigas, teniendo papeles cada una en su vida muy diferentes entre sí, consiguieron mejorar la atención médica en los hospitales españoles al comienzo del siglo XX. La duquesa de la Victoria, María del Carmen Angoloti y Mesa (1875-1959), fue dama de compañía de la reina Victoria Eugenia (1887-1969). Para esta soberana proveniente de la familia real británica y casada con Alfonso XIII, la duquesa se convirtió en una verdadera amistad que la brindó apoyo en una corte española llena de reticencias hacia su persona. Dentro del círculo femenino de damas decimonónicas que predominaba en esa corte, la duquesa destacó por su carácter más contemporáneo y activo, como se veía en su gran labor humanitaria.
Esa
actividad humanitaria la convirtió en una heroína para la opinión pública de la
época. Acabaría siendo dama principal de la Cruz Roja Española por sus logros
sanitarios montando hospitales de campaña, sobre todo en las llamadas Guerras
de África, como la Guerra del Rif. Su faceta humanitaria era vocacional,
había cursado estudios de dama enfermera de la Cruz Roja y pronto pondría
en práctica sus conocimientos sanitarios con la ayuda financiera de su familia
y después de la misma reina Victoria Eugenia.
La amistad entre la reina Victoria Eugenia de Battenberg y Carmen Angoloti y Mesa, duquesa de la Victoria, comenzaría a cimentarse muy pronto, a partir de la llegada de la futura Reina de España a la corte de Madrid. Victoria Eugenia, Ena para la familia inglesa, se casó con el rey Alfonso XIII en 1906, después de un noviazgo iniciado tras un baile de gala en Londres en 1905. Al poco tiempo, Carmen Angoloti fue nombrada Dama de la Reina; es decir, dama de compañía al servicio personal de Victoria Eugenia. Su rasgo común de promover la caridad sirvió para forjar una sólida amistad entre las dos mujeres, que se consolidó gracias a su mutuo interés por la labor social y humanitaria.
Había que reconocer en la duquesa de la Victoria un gran talento como enfermera, además de excelentes dotes de organizadora. Para la reina Victoria Eugenia no hubo duda, sería la candidata idónea para encabezar la expedición humanitaria en el norte de África durante la Guerra del Rif. Fue tras el Desastre de Annual de 1921 que se encargó a Carmen Angoloti la organización de los hospitales de campaña. Debían atender a los numerosos soldados españoles heridos en estas campañas militares del Ejército español en Marruecos.
Llegó a ser nombrada Inspectora General de los Hospitales de Marruecos, trasladándose al Protectorado, para disgusto de la reina que añoraba sus buenos consejos y amistosa compañía. Sería, con el estrecho apoyo de Victoria Eugenia, la promotora de varios hospitales en este territorio africano administrado por España, como los de Tetuán, Larache o Arcila. Destacando por ser la organizadora de los hospitales de campaña necesarios para atender a los heridos en batalla, como el gran Hospital de la Cruz Roja de Melilla.
La reina Victoria Eugenia emplearía su posición y todos los recursos posibles en establecer una estructura más moderna para la Cruz Roja y la enfermería en España. Fundó el Cuerpo de Damas Enfermeras en 1917, siendo este uno de sus principales legados al sistema sanitario español. La reina crearía este cuerpo para profesionalizar la atención sanitaria prestada por voluntarias, asegurando que recibieran formación adecuada y pasaran a convertirse si lo deseaban en profesionales de la salud.
Para ello promovió el establecimiento de Escuelas de Enfermería, destinadas no solo a las damas voluntarias, como lo fue la duquesa y sus compañeras de la alta sociedad, también para que pudieran obtener una titulación reconocida señoritas de la sociedad española en general que así lo quisieran. La reina Victoria Eugenia y su fiel dama de compañía, la duquesa de la Victoria, crearon y organizaron numerosos actos benéficos en apoyo de la Cruz Roja, como las famosas Fiestas de la Flor y la de la Banderita, que todavía pervive hoy.
Como también perdura en la actualidad uno de los legados de ambas damas enfermeras (la reina era la presidenta honorífica) en su fomento de hospitales y centros sanatorios. Se trata del Hospital Central de la Cruz Roja Española en Madrid, conocido entonces como la Casa de Salud San José y Santa Adela, que fue concebido como un hospital-escuela moderno. En su fachada una escultura al estilo de la Piedad, muestra a una duquesa de la Victoria acogiendo en su regazo a un soldado herido de las guerras de Marruecos.



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