El soldado desconocido y su última mirada

En su momento esta fotografía del reportero de guerra, Horst Faas, se título El soldado desconocido 

 

 Impactan tanto la mirada como el lema que tiene pintado en el casco este soldado estadounidense durante la Guerra de Vietnam. War is hell, la guerra es el infierno. La imagen se utilizó por la agencia AP, donde trabajaba su autor Horst Faas, durante varios años, lo que hizo ser utilizada tanto para campañas de propaganda de las fuerzas armadas de EEUU como por colectivos pacifistas. De hecho, apareció en bastantes lugares con el título de El soldado desconocido. Bien honrando a los caídos o hablando de los horrores de la guerra sufridos por los jóvenes estadounidenses, anónimas víctimas de la contienda. 

A pesar de haberse identificado al joven, cuando regresó vivo a su país en 1966, como Larry Wayne Chaffin de St. Louis, su rostro de mirada penetrante con una media sonrisa quiso identificarse con el anonimato de los miles de jóvenes que acudieron a ese conflicto traumatizante para la sociedad norteamericana. Un «monumento al soldado desconocido» acorde a los tiempos; una cultura visual, pop, que tenía en la imagen una puntal manera de expresarse. Además, el lema War is hell acabaría siendo el título de conferencias y de manifestaciones contra ese sangriento conflicto. 

 Quizás el casi adolescente Larry W. Chaffin, tenía 19 años durante su servicio en la Guerra de Vietnam, perteneciente a la Brigada 173 Aerotransportada, pudo ser un auténtico soldado caído desconocido al participar en una de las batallas más duras. La defensa de los alrededores del aeródromo de Phouc Vinh era su destino, zona de constantes ataques del Vietcong. En uno de ellos, Larry fue herido y consiguió la baja definitiva tras algo más de un año de servicio. Al regresar a Estados Unidos le esperaba su mujer, Fran Chaffin Morrison, bajo la escalerilla del avión. Le vio descender las escaleras con una revista dedicada al ánimo de la tropa, la Stars and Troops, que contenía su fotografía. Enseguida se la mostró y los dos rieron con la broma de hacerse famosos y millonarios. 

Pero pasaron los años y esa fotografía con su rostro y su nombre en el pie de foto del interior de una revista militar quedó en el olvido de un cajón de la casa familiar. Tanto que la imagen de Larry continúo difundiéndose como la «cara del soldado desconocido». Así ha llegado hasta nuestros días, que en las redes sociales mantiene en algunos sitios ese título. Dio igual que la ya viuda de Larry W. Chaffin en 2012 confirmase su identidad en una entrevista. Tal vez lo más llamativo de lo que contó la señora Chaffin sería el destino de su marido una vez llegado a EEUU.

 Cuenta que le costó adaptarse a la vida civil y que falleció sin cumplir los cuarenta años, con 39, de una extraña diabetes causada, según los médicos, por haber estado expuesto al Agente Naranja. Las bombas (armas químicas) que manipulaba como soldado destinado en una base aérea del sur de Vietnam. Por eso, quizás, pueda volver a ser con merecimiento el icono del soldado desconocido. Imagen de todos esos soldados que no asimilaron sus vidas en tiempos de paz, abrumados por el trauma de la guerra vivida y por las secuelas tanto físicas como psicológicas.

Sus ojos representan la última mirada limpia de horror del soldado desconocido 





© Gustavo Adolfo Ordoño
   Historiador y periodista

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