Abogados de Atocha, que 40 años no son nada

El portal de la calle Atocha, 55; despacho de los abogados laboralistas asesinados. Fuente imagen

Cuando nos quejamos de que según qué cosas parece que no pasa el tiempo, el sentimiento expresado es mezcla de resignación y asombro. Del 40º Aniversario del asesinato de los Abogados de Atocha, ocurrido el 24 de enero de 1977, se puede tener esa sensación de intemporalidad por muchos motivos. El más común puede ser: "¡cuarenta años solo!, qué historia democrática más corta, yo creía que había pasado más tiempo". Otro motivo del carácter intemporal, menos generalizado, de este hito de nuestra historia contemporánea es la idea de que "nada o poco ha cambiado", que las injusticias laborales y las carencias de libertades por las que lucharon esos abogados laboralistas, asesinados y heridos graves, en el despacho de la calle Atocha, 55 siguen muy vigentes. Esta sensación o postura ideológica, más bien, se da mucho entre las generaciones menores de 40 años. Curiosamente, son las que no experimentaron los duros años iniciales de la democracia.

También es una corriente política y de opinión muy extendida entre la izquierda más a la izquierda y entre una parte de la historiografía (historiadores izquierdistas) actual. El supuesto fracaso de la Transición o la puesta en entredicho de la legitimidad democrática de las fuerzas políticas e instituciones que llevaron a cabo el paso de una dictadura a una democracia constitucional. Los abogados laboralistas de la calle Atocha, 55 pertenecían al ámbito sindical (Comisiones Obreras) y comunista (PCE), asesinados por la extrema derecha ( por el sindicalismo franquista); es lógico que los herederos del antiguo partido comunista y el mundo sindical más politizado tengan una postura crítica sobre la actual sociedad, pues está muy lejos, según su criterio, de la idea de sociedad que pretendían sus compañeros asesinados.

Además, estos abogados vilmente ametrallados un 24 de enero de 1977, eran pioneros en algo inédito en la sociedad "tardo-franquista" española: la defensa de los derechos de los trabajadores. Y claro, según está el patio laboral en la actualidad donde unos sindicatos adormecidos no consiguen defender esos derechos, el recuerdo de la vida de lucha ejemplar de estos héroes de la democracia se hace más patente. Por tanto, esa sensación "radical" de que nada ha cambiado, de que no han existido avances en las libertades y derechos sociales, forma parte también de la postura indignada de los movimientos ciudadanos surgidos durante la profunda crisis económica de esta última década. Un deseo, más que postura, de ser anti-sistema, como se ve en la transformación del movimiento indignado en partido político al uso (Podemos).

Fuente de la imagen: Fundación Abogados de Atocha/CCOO Madrid

Es un amargo e injusto reproche, pues la sensación que debe predominar es que "sí, parece que fue ayer", pero ese acto terrorista de la extrema derecha contra esos pioneros de la democracia supuso el impulso definitivo para la victoria de las libertades democráticas. La multitudinaria manifestación silenciosa y pacifica ocurrida un día después del asesinato, demuestra que ese triste hito debe ser patrimonio de todos, del conjunto de la sociedad española. Resulta, también, de "justicia poética" que una de las cofundadoras del despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha, Manuela Carmena, sea hoy día la alcaldesa de Madrid.

La alcaldesa Carmena se salvó por estar en el otro despacho que tenían los abogados laboralistas asociados unos números más arriba de Atocha, en el número 49. Al oír las sirenas de ambulancias y policías llegando al número 55 salieron a la calle. Confiesa que revivir ese día cada 24 de enero y en especial este cuarenta aniversario, es como estar en una "estampa viva" del Madrid de la Transición. El precio que pagaron por la libertad, su vida, esos jóvenes abogados fue muy alto, pero consolidó el anhelo de la mayoría de la sociedad española por tener una sociedad más justa y libre. El proceso democrático fue imparable desde ese 24 de enero de 1977. 


Gustavo Adolfo Ordoño ©

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