A treinta años del barco Vlora, la primera gran crisis de refugiados de la historia actual europea



Miles de ciudadanos albaneses huyen de la miseria en 1991, cuando colapsó el bloque comunista 



Vivir entre dos siglos marca nuestra visión de la historia y de la misma actualidad mundial. Así, las imágenes impactantes de la actual crisis de refugiados asiáticos y africanos en Europa nos resultan familiares sin saber muy bien el porqué. Nos acostumbramos pronto a la cruda e injusta realidad que expresan. Es el subconsciente del imaginario colectivo que las identifica como algo conocido, vivido en el pasado. Sin apreciar la confusión con imágenes que ya únicamente tienen un valor histórico. Porque a pesar del efecto impactante mostrado en las fotografías del barco Vlora, del éxodo de albaneses a Italia en 1991, no hubo víctimas mortales durante la travesía (algunas al intentar embarcar) y el buque alcanzó su objetivo. Llegar con casi 20.000 personas, hacinadas en cubierta y subidas en los mástiles, desde las costas albanesas hasta Italia.



 
  El Vlora era un viejo carguero albanés que partió del puerto de Durrës (Albania) el 7 de agosto de 1991 y atracó en Bari apenas veinticuatro horas después. Lo hizo sin incidentes graves y sin muchos problemas considerando que era una chatarra flotante. A bordo iban unas veinte mil personas hacinadas como ganado. Albaneses desesperados que buscaban refugio en el vecino país de la Europa rica. Era época sin Internet y la difusión de las noticias dependía de la televisión, radio y la prensa escrita. Medios que ahora nos parecen una manera anticuada para informarnos con celeridad. Aún así, las imágenes del barco albanés atestado de personas se difundieron rápido por todo el mundo, impactando sobre todo a Europa. Y, en verdad, lo más impactante fue que todas esas personas pudieran desembarcar en Italia sin grandes complicaciones haciendo real el improvisado éxodo albanés.

Improvisado porque la mayoría de esas personas salieron con lo puesto de sus casas. Albania era un país aislado desde hacía décadas y sumido en una profunda crisis socioeconómica. Los testimonios posteriores de muchos refugiados hablaban de que ese día caluroso de agosto había corrido el rumor de que un barco grande estaba atracado en el puerto de Durrës. En un país sin una flota destacable, donde era muy difícil salir en cualquier transporte, ese gran carguero era una oportunidad única. Miles de personas desde la cercana capital Tirana y otras poblaciones se fueron reuniendo en el puerto con la intención de embarcar, pues ya se sabía que el Vlora tras hacer unas reparaciones zarparía rumbo a Italia. La descontrolada masa desbordó a la escasa policía portuaria y el capitán del barco se vio amenazado de muerte si no zarpaba. 

 Así lo hizo, con la intención de arribar a Brindisi, que está a menos de 150 kilómetros de las costas albanesas. Pero una niebla mañanera y un buque de guerra italiano avisado de su llegada ponían imposible el atraque en ese puerto. Se optó por Bari, la otra opción mejor y donde se decía que esperaban su llegada para, en realidad, tramitar la rápida deportación de todos esos albaneses que huían de la miseria pero que no eran considerados refugiados por motivos políticos. Escoltado por otro barco de la Armada italiana al llegar a la entrada del puerto, el capitán del Vlora aseguró que no podía dar marcha atrás, que enfilaba la entrada a Bari o se hundía allí mismo con miles de personas a bordo. Al ver que se permitía la llegada a puerto, los casi 20.000 refugiados albaneses estallaron de alegría con el grito de ¡Viva Italia!



Un repleto Vlora fotografiado desde un barco italiano que escoltaba su llegada a Bari



Pero la ilusión duró poco entre esas miles de personas al comprobar su auténtica situación tras pisar suelo italiano. La autoridad portuaria italiana ante la imposibilidad de manejar a tanta gente en el puerto, organizó con la policía su traslado a un estadio de fútbol a modo de «campo de concentración». Muchos aprovecharon la confusión del traslado para huir de ese control y perderse por los alrededores de Bari. Serían los poco más de 3.000 albaneses que se calcula pudieron permanecer en Italia y regularizar su situación. El resto, unas 16.000 personas fueron deportadas a Albania en menos de quince días. En la década de los años 1990 los albaneses protagonizaron las «crisis de refugiados» que ahora protagonizan subsaharianos, magrebíes, sirios, libios, iraquíes y afganos





 Albania desde mucho antes de la muerte de su dictador comunista, Enver Hoxha en 1985, vivía en el umbral de la pobreza. Desde que en 1961 Hoxha decidió romper relaciones con la Unión Soviética por el revisionismo que Moscú hizo de Stalin, este país comunista del sur de Europa sufría el mayor de los aislamientos posibles. Tanto a nivel socioeconómico como geopolítico, pues a los dos bloques de la guerra fría les importaba un comino Albania. Se la consideró por su hermetismo y aislamiento la «Corea del Norte» de Europa. Al llegar la caída del Muro de Berlín y la entrada como una inundación incontrolada del capitalismo en las economías de los países ex comunistas, los albaneses no estaban ni avisados ni educados para afrontar ese nuevo sistema de vida. Serían cientos de miles los albaneses que emigraron durante las últimas décadas del siglo XX.


Esas imágenes del barco Vlora se usaron en Internet para construir noticias falsas o ilustrar hechos históricos tergiversados durante los meses más duros de la crisis de refugiados en el Mediterráneo del año 2016. Se llegó a decir que eran europeos emigrando en masa al norte de África y América Latina después de la Segunda Guerra Mundial en búsqueda de refugio, reprochando que en la actualidad no se diera refugio en Europa a los miles de africanos y asiáticos que llegan a sus fronteras. Obviando las malas intenciones, esas fotografías en su mensaje esencial no difieren mucho de las que ahora nos llegan de los refugiados. El hecho histórico o la motivación geopolítica que provoca la crisis de refugiados podrá ser muy diferente en unas fotos u otras, pero el drama vital que sufren esas personas buscando una vida mejor sigue siendo el mismo. Muy fielmente retratado



© Gustavo Adolfo Ordoño 
    Historiador y periodista

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