Endymion y Anton, una historia de profunda amistad a visitar en la semana del Orgullo LGTBIQ+ 2025

 

Endymion Porter y Anton van Dyck por Anton van Dyck hacia el año 1633.
Fuente imagen Museo Nacional del Prado


 Este doble retrato pintado por Anton van Dyck hacia 1633 trata sobre la amistad. El tipo de relación personal básica desde la que solemos marcar las diferentes intensidades afectivas. Cuando decimos, por ejemplo, eso de ser «algo más que amigos» o «solo amigos». El amor se encuentra en la amistad, pero preferimos usar sinónimos como afecto o sentir aprecio cuando el estatus es únicamente el de la «amistad entre dos personas». Donde es frecuente, además, que esa amistad sea entre personas del mismo sexo

Así, Endymion Porter y Anton van Dyck aparecen juntos llenos de símbolos que remarcan su amistad que debió ser tan sólida como la roca donde cada personaje de esta pareja apoya una de sus manos. Este último recurso será el más claro para simbolizar la gran y sólida amistad entre ellos. Pero detalles como uno de los dedos del pintor de la mano apoyada en la roca que parece intentar acariciar a la de su mentor, o la mano al pecho del artista en su autorretrato y el formato ovalado de la pintura son también «muestras de afecto». Van Dyck era unos doce años más joven que su mecenas protector, el aristócrata y diplomático del rey Carlos I de Inglaterra, Endymion Porter, que también fue secretario del duque de Buckingham. El hecho de aparecer juntos de una manera tan refinada y elegante parecería significar un sentimiento de «algo más que amigos»

Desconocemos las circunstancias exactas que motivaron la creación de esta pintura. Lo más lógico es pensar que es fruto del agradecimiento de Anton van Dyck por el apoyo que recibió del embajador Porter en Londres. Una ayuda que le permitió llegar a ser pintor de la corte de Carlos I. Sin embargo, resulta tan hermosa esa «escena de pareja» que van Dyck parece haber pintado amor en lugar de simple amistad. Y eso que cumple la composición de la escena del cuadro todas las exigencias forzadas por los prejuicios sociales, como que el noble mire de frente vestido de blanco y que el pintor –el artesano-  esté de perfil y con negras vestimentas. Un contraste que marca la diferencia social entre ellos. 

El formato ovalado del cuadro permite la sensación de cercanía, de proximidad entre ellos, resultando otra pista sobre su profunda amistad. Las formas onduladas recuerdan más a un corazón, haciendo más palpitante la escena que las habituales enmarcadas en cuatro esquinas. La mano en el pecho es un viejo símbolo de «señalar al corazón», de donde proceden los nobles sentimientos. Anton y Endymion eran grandes amigos, eso está claro. El mejor retratista de la época quiso dejar constancia de ello en el único cuadro que se conoce donde acompaña su autorretrato con el retrato de otra persona. Eso también dice mucho, escogió a Endymion y no a cualquiera de las otras cientos de personas que pasaron por su vida como el gran artista del Barroco que fue.

Como ya es habitual cada año por estas fechas de inicio del verano, Madrid ondea la bandera de colores del Orgullo, la gran fiesta del colectivo LGTBIQ+. Un evento que atrae y convoca a miles de madrileños y visitantes de todas partes del mundo dispuestos a celebrar la diversidad del amor en todas sus formas. Una de las visitas que podrían hacer es a Endymion y Anton en el Museo del Prado. Se encontrarían con una secuencia inmortalizada de una forma de amor: la profunda amistad.  

 

© Gustavo Adolfo Ordoño 

 

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