El amor a lo largo de la historia

Postal para San Valentín de principios del siglo XX


 

Amor:

Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca
el encuentro y unión con otro ser.

  La cita de más arriba es en realidad la primera acepción de las catorce que tiene la palabra Amor en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Debe de ser la más precisa sobre su significado y por eso está en el primer puesto. Sin embargo, a mí me parece que adolece de excesivo «romanticismo». Está muy influida por lo que se conoce como «Amor Romántico» que domina desde el siglo XIX a todo el imaginario cultural. Se echa en falta más «frialdad profesional» en los académicos de la Lengua que deberían haber puesto primero el significado (situado el 3º) de Amor que expresan como: «Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo».

Con esta apreciación quiero recordar que el amor a lo largo de los siglos no ha tenido el mismo significado o concepto para las personas. Podría hacer el chiste de que eso no ha pasado con los animales, pues ellos «no aman como los seres humanos». Entonces, ¿los animales no se aman? ¿Los neandertales no se amaron? Mencionar al neandertal como animal no es un desprecio gratuito a esa especie de humanos extinguida. Se trata de volver a recordar con ello que los humanos también tenemos esa condición de animales. Unos seres que como todos necesitan de «afecto», de cuidados, para perpetuar su especie.

Eso que intuimos en los animales como «afecto-amor» al cuidar a sus crías, ocurría con nuestra especie y la de otros homínidos. No en vano, la palabra Amor proviene del latín amōris del verbo amare (amar) con la raíz ama que significa Madre. El primer vinculo afectivo de cualquier animal suele ser con su madre. Pero, evidentemente, el ser humano es el animal social por excelencia y esa convivencia iba a sofisticar el significado del amor/afecto. El entorno cultural y el momento histórico influyen en la percepción que tienen las personas del amor. No se tiene la misma idea de amor en Oriente que Occidente, o entre los europeos y los africanos, por ejemplo

Otra postal «romántica» pensada para San Valentín.
Fechada entre finales del siglo XIX e inicios del XX


 De todas maneras, sí que podemos establecer unas «facetas universales» sobre el concepto del Amor y su evolución a lo largo de la historia. Nos explicamos. Si en el Antiguo Egipto el fin primordial del Amor era el tener descendencia, hijos que trabajasen y te cuidaran en la vejez, algo tan «materialista» como en el resto de civilizaciones de su entorno, también es verdad que la formación de parejas era libre. No se daban los matrimonios de conveniencia como sí ocurría en el mundo grecolatino. En la Antigua Grecia y luego por mimetismo cultural en Roma, el Amor se vivía fuera del matrimonio. Es decir, lo más parecido a nuestro concepto actual de amor romántico debía vivirse fuera del contrato matrimonial, que era de carácter económico y político. 

Así, el amor pasional y carnal estaba dentro de las esferas de ocio y entretenimiento. No fue propio del matrimonio que consistía en un contrato familiar entre dos familias o linajes y no había cabida para esos impulsos o deseos impropios de tan digna institución. Además, el amor romántico era asunto de hombres únicamente. Eran los que podían recurrir a la prostitución para experimentarlo. La mujer era vista solamente en el amor con la propiedad que le dio nombre: ama de mater, de madre.

Se ha considerado al amor cortés de la Edad Media como el precursor del actual concepto de amor romántico que se ha universalizado con la globalización. En realidad porque por primera vez se idealizaba el anhelo de amar, de encontrar a una bella dama a la que «servir». También se idealizaba al desamor, poniendo en valor al sufrimiento del caballero al no alcanzar ese «amor ideal». No era necesario «consumar ese amor» con el acto carnal, lo importante era ser un caballero digno merecedor de ese servilismo eterno a la dama deseada. 

 Tampoco aparecía en este amor medieval el deseo y la pasión carnal que complementan a la idea que tenemos del amor actual, pero introducía ese rasgo principal de idealizar a la persona amada como nuestra media naranja que se tiene ahora. No nos confundamos, el «Amor» en la Edad Media seguía reducido a los matrimonios por conveniencia. Pero ahora su faceta recreativa, la del «entretenimiento de la Antigüedad», era un recurso literario de los juglares para disfrute de los nobles. Miguel de Cervantes hace en su Quijote un ejercicio literario insigne del amor cortés entre la parodia y un primer psicoanálisis del sentimiento amoroso. 

Finalmente, la idea más actual de amor proviene de dos conceptos surgidos desde finales del siglo XVIII: el amor burgués y el victoriano. El primero nacería en el ámbito de las primeras revoluciones burguesas que hacían del individuo dueño de sus propias emociones y... derechos. Derecho a amar a quien se quiera, derecho a casarse por amor. La estricta moralidad religiosa para acometer el «amor matrimonial» comenzaba a aflojar. En esa «emancipación del individuo» también se iniciaba la mujer. No es que dejasen de existir los matrimonios por conveniencia y puro interés, era que ahora las mujeres tenían más libertad individual y no estaban tan ceñidas al mandato familiar.

Al llegar el siglo XX, las recientes revoluciones burguesas se iban transformando en profundas «revoluciones sociales». Tanto en el amor burgués como en el victoriano ya no existía la mera idealización de la amada. Ahora se buscaba una plena realización amorosa con la culminación pasional. Es decir, con la consumación de relaciones sexuales. Es el amor pasional y erótico que abunda en la literatura primero y luego en las películas y series de televisión. Es el amor que todos buscamos si no lo tenemos. Un amor para celebrar en un mundo globalizado San Valentín, el Día de los Enamorados... 



© Gustavo Adolfo Ordoño 

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