TRIUNFO Y FRACASO DEL SIMPLISMO

 

Simplismo en la papeleta usada por Hitler en el referéndum sobre la anexión nazi de Austria.
Obsérvese la gran diferencia de tamaño del círculo para votar SÍ respecto al de No 

  Simple. Si tengo un negocio, una cafetería por ejemplo, como único medio de vida y una administración que ejecuta las leyes me permite abrir las puertas en medio de una crisis sanitaria que exige restricciones lo obvio es que vote cuando me lo piden en unas adelantadas elecciones a ese partido político que así está gobernando. Lógico o al menos fácil de comprender. Además, aunque simplista, tiene mucho más calado argumental que el simplismo utilizado por la mayoría de las fuerzas políticas en la campaña de las elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid que tuvieron lugar ayer. Y quizás sea la principal o más destacada explicación sobre el éxito arrollador del PP (Partido Popular) en Madrid.

«Comunismo o Libertad». En la campaña electoral ese simplismo fue el elegido por el PP, el partido que ha ganado las elecciones con holgura, triunfando –en apariencia como mejor recurso- entre la gran mayoría del electorado madrileño. Enfrente se reaccionó en la misma línea simplista: «¡Parar al fascismo!» De esta manera, considerando comunistas y/o fascistas al electorado de la Comunidad de Madrid del año 2021 presentaron «debate político» los dos bloques ideológicos tradicionales, derecha-izquierda, del panorama político. Siguiendo la lógica, viendo el triunfo arrollador de la derecha, en estos momentos el fascismo desfila con el Paso de la Oca por las calles de Madrid, saludado por los ciudadanos en las aceras brazo en alto. En las escuelas se reza un padrenuestro y se canta el Cara al Sol antes de comenzar las clases.

  El sarcasmo líneas arriba intenta ridiculizar el simplismo al que nos llevaron en el debate electoral, pero no evita asumir su triunfo y su fracaso traducido en votos. Movilizó con gran efectividad al voto convencido de derecha y al que se solía abstener de centro derecha, porque en el «otro bando» se dio una candidatura sorpresa con el objetivo único –y simplista- de movilizar a la «verdadera izquierda». Y todo eso partiendo de un fondo electoral conservador –la derecha lleva ganando casi 30 años en Madrid- era una baza ganadora. Convenciendo, además, de manera absoluta a los votantes de centro, un foco político que en realidad no existe en ninguna de las comunidades españolas. 

El partido Ciudadanos que decía ocupar ese espectro político del centro en verdad siempre ha tenido votantes de centro-izquierda y de centro-derecha, siendo mayoría estos últimos. El intento de «centrarse» y excluirse del enfrentamiento de bloques ni ha sido creído ni del gusto de sus potenciales votantes; como demuestra –algo que ya advertían las encuestas- no haber conseguido entrar en la Asamblea de Madrid. Hubo otra fuerza política, y no cualquiera, que intentó tomar el voto moderado del supuesto centro ya fuese inclinado a la derecha o la izquierda. 


Grafismo de RTVE en las elecciones del 4 de mayo a la Asamblea de Madrid


  El histórico Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que había ganado las elecciones del 2019 pero no consiguió formar gobierno, siguió esa estrategia al principio de la campaña manejada por su desgastado líder regional. Pensaba que existía un poso grande de votantes de centro-izquierda en Ciudadanos. La deriva hosca de la campaña hacia el enfrentamiento de bloques como única actividad política (se dio un único debate en TV), convenció o más bien obligó a cambiar de estrategia y ponerse al lado del líder de Unidas-Podemos, el principal hostigador de movilizar en masa a la izquierda contra la irrupción del «fascismo» -soy más partidario de no usar términos históricos, debería leerse ultraderecha-. Movilización que se quiso revestir con cierto romanticismo del maquis pero que solamente movilizó a los incondicionales del promotor, que ayer mismo presentaba su absoluta dimisión política. 

Ese peligro podría ser real si el partido con «modos fascistas», Vox, hubiera tenido opciones serias de formar gobierno en Madrid. Recuperar la vieja (histórica) retórica antifascista –muy simplista en el siglo XXI- no servía para combatir en democracia al auténtico problema: la recuperación de la derecha clásica apoyada por el buen momento -que no auge- que vive la ultraderecha en estos tiempos. Solamente un partido en la esfera de la izquierda se ha beneficiado del simplismo reinante, ha sido Más Madrid al poner en perspectiva la lucha ideológica de bloques. No ha entrado de lleno en la errónea retórica comunismo-fascismo y fue el único en abordar los problemas reales generados en Madrid por la crisis sanitaria y en proponer proyectos progresistas de gobierno. Los votantes de izquierda, moderados o no, encontraban una opción progresista basada en rasgos de la verdadera «nueva izquierda»: feminismo, Verdes... Su éxito dentro de la derrota general del bloque izquierdista: han conseguido más votos que el viejo PSOE

En definitiva, la victoria de la derecha estaba cantada. No solo por el vaticinio de las encuestas, también por un presentimiento certero de todo el mundo. Ahora bien, esos «votos de más» (“votar mal” para los izquierdistas más amargados) que han hecho arrollador el triunfo del PP tienen que ver únicamente con el «electorado del momento». Los votantes pragmáticos en 2019 de Madrid que en su momento votaron al PSOE, a Ciudadanos, incluso en menor medida a Podemos, como castigo al PP de la corrupción, en este momento de pandemia del 2021 desean esa controvertida «libertad» que les ofrece la derecha para tener abiertos sus negocios y permitir trabajar a sus empleados (que también votarían PP). Y nada más que decir. Las urnas han hablado y ese es el principal valor de la democracia.  

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