Italia, Año Cero; regreso al neorrealismo


Fotograma del "Ladrón de bicicletas", de Vittorio de Sica, una de las películas icono del neorrealismo italiano


  El Año Cero en el siglo XX fue 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Comenzaba la posguerra y para algunos países de Europa supuso empezar de la nada, de cero. La devastación social y económica era sangrante. Italia fue el país de la Europa Occidental donde todos los males de ese siglo se habían concentrado y sufrido de forma más expresa. Para empezar había sido gobernado por el primer régimen fascista del mundo durante veinte años. Luego ocupado por los nazis cuando decidió en 1943 cambiar de bando, ante la evidente derrota del fascismo, sufriría el avance “libertador” de los aliados. Además, en el norte italiano se viviría con una doble sinrazón el final de la guerra mundial. La creación de un refugio para el derrocado Mussolini en esa parte del país, el Estado fascista de la República de Saló, títere de los nazis, provocó una guerra civil en toda regla entre los partisanos comunistas y los soldados italianos leales todavía al Duce.

Así, la Italia de mediados de 1945 era un compendio de desgracias que no prometía un futuro estable a medio plazo. Por su pasado en el bando del Eje, ni aliados occidentales ni los países de la órbita comunista se fiaban del nuevo régimen italiano, una ex monarquía ahora república constitucional con demasiada influencia en su política del potente Partido Comunista Italiano y de fuerzas democristianas que comenzaban a despuntar. Un país tan polarizado que su posguerra parecía más la de una guerra civil que la consecuente del conflicto mundial. Hasta que el líder comunista yugoslavo Tito no se desligó del control de Moscú, la tensión en la frontera italiana con Yugoslavia sería el foco de desestabilización más preocupante de Europa. En 1953 el PCI (Partido Comunista Italiano) obtenía más de seis millones de votos, casi el 25% del electorado, a pesar de la corriente anticomunista que ya imperaba en Occidente con la Guerra Fría.


La famosa 'Galería de Milán', destrozada en un bombardeo de 1943


  Con todos estos datos queremos incidir en la acuciante necesidad de renacer, aunque fuera partiendo de menos cero, que tenía la sociedad italiana. Algo que también sentía el resto de países del mundo en esos años de posguerra, lógicamente, pero que en los italianos tomó forma de ejercicio nacional de conciencia sobre su nueva realidad. La cultura y el arte creyeron más ético denunciar la cruda realidad de miseria y destrucción que padecía todo el país, alejándose de la estética fastuosa y perfeccionadora de la etapa fascista. El cine se convirtió en el mejor vehículo de expresión del nuevo realismo, el llamado neorrealismo italiano pasaría a ser una manifestación cultural tan influyente a nivel mundial como lo fue el Renacimiento de la Italia del final de la Edad Media.

Cosas del destino han querido hacer de Italia un nuevo punto de arranque del Año Cero y su nueva realidad en Europa ( y por extensión en Occidente). La crisis del Covid-19 ha sacudido la conciencia de todo el mundo y en particular de los europeos, no habituados a hecatombes tan trascendentales tras haber logrado un gran renacer después de 1945. Esta crisis pone al mundo en prueba, con la primera evidencia de poner en cuestión la globalización y cambiar las premisas elementales en las relaciones internacionales. Medidas tan drásticas como limitación de movimientos y cierres fronterizos pueden alargarse más de lo necesario, recurriendo a la excusa del miedo de nuevos rebrotes de la epidemia. 


Soldado italiano este mes de febrero en el Duomo de Milán. STEFANIA D’ALESSANDRO/GETTY

Pero no seamos derrotistas. Italia ha sido el primer gran foco europeo de esta inoportuna grave crisis sanitaria, aunque también puede ser el punto de arranque de una Europa más unida y eficaz para afrontar la nueva realidad que está llegando, que ya está aquí, y que será nuestro futuro más inmediato. Una Europa que aprenda de las consecuencias de esta crisis, que aprenda la necesidad de reforzar servicios públicos tan importantes como la sanidad y que no se obligue a los Estados más pobres a rebajar déficit macroeconómico a costa de recortar el bienestar social. Y ahora no es capricho del azar que Italia lidere esa postura del reforzamiento europeo, tiene detrás "experiencia histórica" aunque sea remota y algo teñida de "romanticismo". ¿Qué era el imperio romano sino una gran gestión de lo público? Al principio de la “Res (asunto)- pública”, luego del Imperium (dominio del poder público es su significado en latín). Hispania (España+Portugal) fue la provincia más romanizada y con más seguidismo en el Imperio (hoy la UE). Espero, por nuestro bien, sigamos siéndolo.

 

Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista 

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