Una chistera por un imperio; cuando Japón se vistió de frac para rendirse a EEUU

 

Fragmento que detalla las chisteras de los representantes japoneses en la famosa fotografía de la firma del acta de rendición sobre la cubierta del USS Missouri el 2 de septiembre de 1945


 En estos meses que quedan del verano del hemisferio norte, agosto y septiembre, se conmemora el 80º aniversario del fin definitivo de todas las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial. El 15 de agosto de 1945, un semi divino emperador japonés dio un discurso a su nación convirtiéndolo en «mortal» al escuchar sus súbditos por primera vez su voz. El parlamento imperial fue una claudicación incondicional del imperio japonés ante las potencias aliadas. Se guardaron las formas ceremoniales con el llamado Estilo Kanbun, un lenguaje arcaico utilizado para escribir los textos oficiales provenientes de la corte imperial. Tan lírico y «dramático» con ese estilo resultó el discurso oficial del emperador que necesitó de traducciones más populares y sencillas. 

Una de las partes traducidas de manera más directa y clara fue la que mencionaba a la reciente destrucción apocalíptica sufrida en Hiroshima y Nagasaki: …el enemigo ha lanzado una nueva y cruel bomba, que ha matado a muchos ciudadanos inocentes y cuya capacidad de perjuicio es realmente incalculable. Por eso, si continuamos esta situación la guerra al final no sólo supondrá la aniquilación de la nación japonesa sino también, la destrucción total de la propia civilización humana. En las palabras del emperador existían además de justificaciones para asumir la rendición, verdadero pavor a la incertidumbre abierta ante el posible uso futuro de más armas atómicas en el mundo.

La guerra todavía seguiría un par de semanas más, aprovechando los soviéticos para tomar las Islas Kuriles. Pues la rendición oficial se haría con toda la solemnidad posible en la bahía de Tokio a bordo del buque estadounidense USS Missouri una soleada mañana del 2 de septiembre de 1945. En esa ceremonia, que fue retrasmitida para todo el mundo, siempre me he fijado en un detalle que me parece tan interesante como curioso. La elección del frac y la chistera como vestimenta por parte de los representantes nipones del emperador tiene una carga simbólica más importante de lo que su chocante escenografía parece mostrar. 

Otro momento de la firma de rendición del imperio japonés sobre la cubierta del USS Missouri el 2 de septiembre de 1945. Podemos observar a los hombres con chistera frente a los militares 


 Así, vemos que los dos representantes principales de la delegación japonesa firmantes del acta de rendición a bordo del acorazado USS Missouri ese dos de septiembre de 1945 fueron el ministro de Asuntos Exteriores, Mamoru Shigemitsu, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Yoshijirō Umezu. El primero, el ministro Shigemitsu, optó junto a sus dos ayudantes por vestir con la ropa que consideraba más ceremonial y digna según el criterio occidental para estas ceremonias diplomáticas de alto nivel. Con un impecable frac a medida y una vistosa chistera. El segundo, el militar Umezu, debía llevar su uniforme aunque lo menos cargado de medallas posible.

Es decir, el mensaje a la comunidad internacional resultaba claro: la firma la protagonizaba el emperador y sus representantes civiles, no el poder militar que había dominado Japón las últimas décadas. Esto era así porque fueron los «hombres con chistera» los que llevaron el protagonismo en la firma de la rendición japonesa, significando que, con el beneplácito del emperador, se había impuesto el poder civil que buscaba la paz y la moderación con el resto del mundo. Que también firmase el general Umezu sería añadir el símbolo evidente de la total derrota del Ejército japonés ante los aliados y, sobre todo, ante los Estados Unidos.

Desde el período Meiji (1868-1912), Japón había adoptado de manera activa la moda y los protocolos occidentales como una señal de su modernización y de su lugar en el concierto de las naciones. El frac y la chistera eran la máxima expresión de la vestimenta de etiqueta occidental. Al usarlos en un evento de tan trascendental importancia histórica, Shigemitsu estaba siguiendo un protocolo internacional de alta diplomacia, mostrando respeto por el proceso de la firma de rendición y por los mismos vencedores.

Recordemos que el ministro Shigemitsu era un diplomático con una larga carrera en el extranjero y que incluso antes de la guerra había intentado oponerse a la creciente influencia militarista sobre el emperador y la sociedad civil japonesa. Su vestimenta en la rendición puede interpretarse como ese intento de un imperio moribundo de comunicar al mundo que la facción pacifista y civil de Japón tomaba el control y estaba dispuesta a cumplir con los términos de la paz, por muy sangrantes y humillantes que fuesen para el sentir nacional japonés.

 


© Gustavo Adolfo Ordoño 

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