La familia real más efímera de la Historia; cuando Napoleón creó el reino de Etruria para conseguir de España la Luisiana

 

Los reyes de Etruria y sus hijos; pintura de 1804 por François-Xavier Fabre (1766-1833).
Obra expuesta en el Museo Nacional del Prado


 Como una especie de mal presagio, lo que destaca de esta pintura es que el rey retratado llevara un año muerto. Luis I, rey de Etruria, había fallecido en 1803 y el pintor francés autor de este retrato familiar, François-Xavier Fabre, tuvo que pintar su rostro a partir de otros cuadros como el famoso La familia de Carlos IV de Goya. Una pintura donde Luis de Borbón y Parma estaba vivo y no mostraba tanto hieratismo como en este cuadro de Fabre. Los otros personajes, su esposa la reina de Etruria María Luisa de Borbón y sus hijos, sí que fueron retratados en vida y sus rostros y poses resultan mucho más vivos y naturales. 

Esta joven familia real llegaría a ser la monarquía de un «reino inventado» por Napoleón. Una fantasía materializada con su firma en un decreto que suponía una contrapartida geopolítica del incipiente imperio francés. Sobre lo que fue parte del territorio del Gran Ducado de Toscana, Napoleón crearía un Estado satélite que le debía servir para controlar el norte de Italia y el paso desde Francia a Centro Europa, su capital sería Florencia

 Napoleón Bonaparte lo estableció tras el Tratado de San Ildefonso de 1800 con España y el Tratado de Lunéville del mismo año con Austria. Estos acuerdos obligaban al Gran Duque de Toscana, Fernando III de Habsburgo-Lorena, a ceder su territorio ante las amenazas militares del corso y las victorias napoleónicas de Marengo. A cambio de posesiones en Alemania (Wurzburgo), el Gran Duque cedía esa parte central de Italia (Toscana) para crear el reino de Etruria, otorgado al mencionado hijo del duque de Parma, Luis de Borbón y Parma. Cambios territoriales como movimientos estratégicos de Napoleón para asegurarse una paz en Europa que le permita ganar tiempo en su plan de expansión. 

Detrás de estos movimientos geopolíticos en los primeros años de la «era napoleónica» estaba la compensación territorial para ganarse el vasallaje de las familias reales europeas. La creación de ese nuevo reino, con ese nombre tan evocador del pasado milenario etrusco, tuvo como objetivo principal compensar a la rama de los Borbones de Parma, al haber perdido en todo ese «empuje napoleónico» su ducado a manos de Francia. Napoleón reconocería a Luis de Borbón-Parma como primer rey de Etruria, con el título de Luis I

 La astucia de Napoleón se basaba en convertir su presión política y militar sobre las naciones europeas en un gran «juego de alianzas». Algo que tenía más de teatro o puesta en escena que efectos políticos reales. La alianza con España de esos años 1800-1801 se basó en compensar a la rama familiar Borbón-Parma, que estaba emparentada directamente con la familia real de los Borbones españoles, asegurando así el apoyo y la alianza de la Corona española. Ganar la confianza del rey español Carlos IV para convertir al país en otro satélite de Francia

Sin embargo, ese aumento de prestigio y de nueva presencia en Italia de España en la puesta de escena de Napoleón no iba a salir gratis. La Corona española debía ceder a cambio a Francia el territorio norteamericano de la Luisiana. Visto así, esa compensación española a los primos hermanos italianos Borbones resultó más una opereta al gusto de la familia real (retratada al completo por Goya) que un buen tratado geoestratégico para España. 

 De hecho, su efímera historia como reino europeo parece el libreto de una ópera menor. Como señalamos antes, el rey Luis I fallece a los 30 años, en 1803, con apenas dos años de reinado. No se puede saber por dónde habría encaminado sus políticas en el tablero europeo de principios del siglo XIX. Le sucede su hijo con el nombre de Ludovico II de Etruria, pero al ser menor de edad será su madre, María Luisa, hija de Carlos IV de España, la regente. Regente de un reino disuelto, «borrado» también con una firma de decreto, por Napoleón en 1807 a través del Tratado de Fontainebleau. El motivo, la regente había estado dando apoyo y asilo a enemigos del emperador. 



© Gustavo Adolfo Ordoño 

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