La pandemia del Coronavirus en tiempos del Brexit, algo que marcará la posguerra una vez vencido el Covid-19

PROHIBIDO HABLAR INGLÉS.
Fotografía tomada el pasado verano en un restaurante de la costa española 
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Mi olfato de analista en relaciones internacionales no me falló. El hartazgo que producía el Brexit y su populismo nacionalista, empeñado en separarse de la Unión Europea a toda costa y hacerlo con provechosas condiciones para Gran Bretaña, traería reacciones del mismo cuño intransigente. Rechazo a “lo inglés”, incluso en zonas donde se vive del turismo y la residencia estival de ciudadanos británicos. Carteles como el que ilustra este artículo aparecieron en establecimientos turísticos de la costa española. Una “contra reacción” nacionalista hispana a la reacción nacionalista británica que les llevó al Brexit.

La pandemia de coronavirus, el Covid-19, abre muchas interrogantes del "Día Después". La posguerra, una vez vencido en dura guerra el virus, volverá a traer el protagonismo del Brexit y otros populismos nacionalistas que ponen en cuestión el modelo de gobernanza mundial basado en la Globalización. No hace mucho, unas pocas décadas, había cola para entrar en la UE (Unión Europea). Los países del Este de Europa que estuvieron en la órbita soviética, tras la caída del Muro de Berlín, se agolpaban a la puerta de la comunidad económica europea para solicitar su ingreso. El deseo de “globalizar” recursos comenzaba desde las grandes zonas geopolíticas y Europa quería sumar países y reforzarse. Asia despuntaba como nuevo motor económico; no solamente China, en la región muchos países alcanzaban el pomposo título de “Dragones asiáticos” de la economía.

Eran buenos tiempos para la globalización. Una forma de “administrar” el planeta que se consolidaba desde finales del pasado siglo XX y que parecía responder a la evolución del mundo que pasaba de estar dividido en dos grandes bloques geopolíticos a una interconexión global en la economía; pero también en gustos populares (grupos de música, cantantes, películas...), uso de nuevas tecnologías (móviles, tablets, Internet...) e incluso en manifestaciones culturales que parecían homogeneizar el sentido del arte. Sin embargo, a finales de 2016, con el triunfo electoral de Donald Trump y la victoria del Sí al Brexit (salir de la UE) en el referéndum celebrado en el Reino Unido, la tendencia de la geopolítica se encaminaba a una ruta totalmente contraria a ese auge de la globalización. Se volvía al “primero yo” de los Estados Unidos (America First) y al tradicional aislamiento internacional voluntario de los ingleses. 

Eran grietas serias en el concepto de mundo global. Y ahora, en 2020, cae este “meteorito” en forma de virus nuevo, desconocido para la ciencia médica y de extraordinaria capacidad contagiosa que afecta a la totalidad del planeta. La pandemia del Covid-19 servirá a todos los partidarios de limitar las estructuras de la globalización, de recuperar soberanías y no compartirlas con entidades supranacionales como la UE, para reforzar sus argumentos y exigir que les demos la razón. Mayor control de aduanas, aranceles y fronteras más herméticas, razón de ser de los “aislacionistas”, permitirían una mejor gestión de estas crisis. De hecho, esas pautas han sido parte de las medidas drásticas que han debido tomar los Estados más afectados por la pandemia, como es el caso de España.

¿Acabaremos siendo hologramas en nuestras actividades sociales?

Por eso, en la posguerra tras las batallas contra el Coronavirus deberemos contraatacar a un nuevo enemigo que querrá aprovecharse de los miedos generados ante una debacle sanitaria que afecta a la economía mundial y trastocará la forma de relacionarse entre países, organismos internacionales y bajando a la calle, cambiará la manera de relacionarse de las personas. ¿Cambiará el carácter afable y proclive al contacto humano de los españoles? Como soy de talante optimista, en mi creencia personal espero que no. Espero que los distanciamientos, la frialdad impuesta en las relaciones sociales en la calle, sea algo temporal, pasajero. Como todas estas medidas ultra severas, propias de una dictadura basada en una distopía de serie televisiva, que están tomando –obligados por las circunstancias- hoy nuestros gobernantes mundiales.
 



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador 



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