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Fotomontaje propio recreando con imágenes reales y de IA las viñetas de la hazaña bélica de la Operación Romeo Sierra con la que España recuperó el islote de Perejil |
El titular de este texto comienza con las sorprendentes palabras del ministro de defensa español de la época, Federico Trillo, pronunciadas ante unos perplejos congresistas españoles que esperaban información sobre el conflicto hispano-marroquí abierto tras la ocupación militar de Marruecos del islote de Perejil. Eran palabras propias de otras épocas, parecidas a las pronunciadas durante la dictadura militar de Primo de Rivera (1923-1931) cuando se daba el «parte» de la eterna guerra con Marruecos. Fue una muestra del talante patriotero y nacionalista con el que abordó el conflicto el gobierno conservador de José Mª Aznar.
Todo comenzó cuando una patrullera de la Guardia Civil española detectó el 11 de julio de 2002 que un grupo de gendarmes marroquíes había ocupado el islote de Perejil, instalando unas tiendas de campaña y situando una bandera marroquí en lo más alto del peñasco. La iniciativa tan osada como absurda de Marruecos resultaba además bastante inoportuna, pues se celebraba en breve la boda del joven rey Mohamed VI y justo ese día España cambiaba de ministro de Asuntos Exteriores. El catalán Josep Piqué dejaba el cargo a la madrileña abogada internacional Ana Palacio.
De hecho, el nombramiento de la ministra fue el 10 de julio y debió dejar una reunión al día siguiente en la Unión Europea despidiéndose de sus funciones como parlamentaria europea porque estrenaba cargo con el mayor conflicto diplomático de España con Marruecos desde el asunto del Sahara. Tras el aviso de la Guardia Civil costera se puso en marcha la maquinaria diplomática para intentar revertir el problema y que la isla deshabitada volviera a su estatus quo previo.
Pero existía una intención de confundir desde Marruecos, porque durante el cruce de llamadas entre los políticos de ambos países se dejó entrever que era una decisión directa del monarca alauita. Eso significaba que los marroquíes solamente podían «dar largas», hasta recibir nuevas directrices de su soberano. En Marruecos no hay separación de poderes de facto; su supuesta democracia es en realidad una teocracia donde la figura del rey combina la dirección política con la religiosa.
Al mismo tiempo, en Madrid, se reunía un gabinete de crisis dirigido por el presidente Aznar. La intención de no tolerar este agravio y restablecer la situación inicial del islote estaba no solamente activa con los recursos diplomáticos, la opción de respuesta militar estuvo en mente del presidente desde el minuto uno de la crisis. Análisis recientes argumentan que Marruecos eligió con intención estratégica esos días para iniciar el conflicto, pensando que España estaría «distraída» y que no reaccionaría de manera extrema. Era poner una primera baldosa para luego ensanchar el camino a otras «eternas» reivindicaciones mayores como son las ciudades españolas norteafricanas de Ceuta y Melilla.
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Una de las pocas fotografías, casi furtiva, del presidente Aznar condecorando a los militares que participaron en la exitosa Operación Romeo Sierra |
Sin embargo, el gobierno de Aznar reaccionó con firmeza exigiendo la retirada inmediata de los gendarmes marroquíes. Las gestiones de Ana Palacio fueron diligentes porque contaba con experiencia en derecho internacional y tenía amistad con el Secretario de Estado Collin Powell, Su disposición dialogante gustaba más a Rabat, enojado con la dureza y determinación mostrada en inicio por José Mª Aznar, pareciendo que la tensión se moderaba. Pero ocurrió algo de nuevo bastante fuera de lugar y provocador: los marroquíes sustituyeron a los gendarmes por infantes de marina. Ahora la respuesta militar española aumentaba en partidarios dentro del gobierno de Madrid.
Esas recientes investigaciones mencionadas hablan también de un impulso taimado de Francia, en concreto del presidente Chirac, íntimo amigo de la familia real marroquí, para que Mohamed VI se animara a ordenar esa apuesta arriesgada como mecha para incendiar el orden geopolítico de la región. La verdad es que la postura francesa fue la más equidistante con Marruecos en el conflicto con España dentro de los miembros de la Unión Europea. Estados Unidos, como ya había ocurrido en la Guerra de Ifni-Sahara de 1957 se mostró fiel de balanza, sin inclinarse más por uno de sus dos aliados.
Se dice que al final el secretario Powell se inclinó más por su amiga Ana Palacio, ante la cabezonería marroquí en mantener la tensión bélica cuando ya había unos cuarenta legionarios españoles en el islote, reafirmando la postura española de recuperar el islote para regresar al estatus quo inicial. Los legionarios españoles habían sustituido a los 28 soldados de operaciones especiales que habían «reconquistado» la isla de Perejil sin pegar un solo tiro y rindiendo a los 6 marines marroquíes en menos de media hora. Una operación militar de madrugada, la del 17 de julio de 2002, planificada al detalle y que tuvo la suerte de salir exitosa para un presidente Aznar que se la jugó al «todo o nada».
En esta semana de julio se cumple el 23º Aniversario de esta grave crisis en las relaciones entre España y Marruecos. Un hecho estrambótico para muchos al tener como protagonista una roca deshabitada con cuatro matorrales en su cima. Un hecho esperpéntico dentro de nuestra historia actual, pero que pudo suponer un enfrentamiento bélico porque tras la recuperación española del islote siguió latente una intención de respuesta bélica marroquí. Solamente la presión internacional, sobre todo la de EEUU, combinada con el retorno del sentido común diplomático evitó males mayores.
Aprovechando ese aniversario una plataforma mediática, Movistar, ha realizado una serie documental. Tres episodios que abundan en detalles y en esas nuevas teorías acerca de las causas y consecuencias del conflicto. No obstante, la idea de que la respuesta militar de España fue una decisión audaz de José María Aznar, transmitiendo la idea de que Madrid no toleraría nunca más acciones de ese tipo, ya se apuntó en su momento y es la base argumental del documental.
También que esa postura de firmeza de Aznar llevó a la foto de las Azores, con un claro posicionamiento español pro Washington en la guerra de Irak y con un incremento del sentimiento de afrenta y humillación en Marruecos que llevó a servir de apoyo su territorio a los terroristas que cometieron el mayor atentado yihadista en suelo europeo: el 11-M de 2004 en los trenes de cercanías de Madrid.
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