El imperio holandés (Países Bajos), un negocio colonial hasta 1975 más cruento de lo que se dijo

Preparativos para la Batalla de las Dunas; cuadro de Reinier Nooms, hacia 1639

   
  
 El conocido como imperio holandés, en realidad y para ser precisos sería el imperio del Reino de los Países Bajos, fue un lucrativo negocio colonial hasta el último cuarto del siglo XX (1975). Muchas veces, y durante toda su historia, se mantuvo de manera menos incruenta de lo que se conoce y se cree. Precisamente fueron los holandeses, el país-región más grande del reino de los Países Bajos, quienes mejor desarrollaron la campaña anti española que supuso la Leyenda Negra. Esa propaganda contra el principal poder de la época, la Corona española de los Austrias, dejaría una imagen del imperio español como dominio cruel y sanguinario, magnificada hasta nuestros días. Dándose la paradoja de que los neerlandeses forjarían su imperio marítimo a base de aprovechar los reveses coloniales españoles contra los ingleses en el Caribe y de los propios holandeses en Asia. 

A partir de 1648 que las Provincias Unidas, lo que comenzó a llamarse el país-región de Holanda, consiguieron su secesión del trono español (Guerra de los Ochenta Años), el poderío naval holandés consolidado desde inicios del siglo XVII tuvo como mejor salida para mantenerse una vez acabada la guerra de independencia, el control comercial de las mejores rutas marítimas. La "joya de la corona" de ese imperio sería la actual Indonesia. Nos centraremos en esta colonia, las antiguas Indias Orientales Neerlandesas, porque es arquetipo del proceso colonial holandés. Además, por significar un punto de inflexión tan importante en la historia de los Países Bajos que tras su independencia de Ámsterdam en 1949 transformó todo el sentir nacional neerlandés, su visión de la política exterior y su papel en el contexto europeo. 

 Imperio del Reino de los Países Bajos que se extendió por todo el mundo, en una hábil estrategia de menoscabar los territorios explorados o colonizados antes por portugueses y españoles en América, África y Asia. Como decíamos, no nos vamos a detener en sus "conquistas" en América y África porque a lo largo de su historia de tres siglos (XVII-XX) tuvieron diversos cambios de estatus, pugnas con sus tradicionales aliados británicos, reconquistas por parte de los ibéricos y pérdida de su propia soberanía cuando la República de las Provincias Unidas fue invadida por Napoleón en 1795. Pero sí nos detendremos en su antigua colonia de Indonesia, por ejemplificar lo que supuso para Holanda (está aceptado como sinónimo de los Países Bajos) como potencia colonial europea.


Mapa que hace idea del dominio holandés en la zona desde los siglos XVII al XX. Fuente imagen:
De Clockwork Orange de Wikipedia en neerlandés, CC BY-SA 3.0



La esencia mercantilista de la futura colonia holandesa estuvo clara desde sus orígenes. Fue la rica Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, quien puso en esas lejanas tierras la "primera piedra" de la colonia. Habituada a comerciar en la región, gracias a poseer los mejores navíos de la época, la Compañía de las Indias Orientales fue creando enclaves portuarios para controlar el mercado de especias entre las grandes islas del archipiélago indonesio. Ambon, en las Molucas, fue arrebatada a los portugueses y la toma de Yakarta refundada como Batavia en 1619 consolidaron el poder neerlandés en la zona. 

Más que colonias al uso, fueron enclaves comerciales gobernados por esa compañía en favor de Holanda. No se constituirían en territorio colonial administrado directamente por Ámsterdam hasta el siglo XIX, cuando los Países Bajos se constituyeron en reino, tras colocar Napoleón en 1800 a su hermano Luis en el trono de las antiguas "repúblicas-provincias unidas".

 Las conocidas como Indias Orientales holandesas constituían un mito nacional dentro del imaginario histórico de los holandeses que enlazaba con su edad de oro, símbolo de la gloria marinera y comercial de los Países Bajos. Durante la dura posguerra de la Segunda Guerra Mundial aún se consideraban a las colonias neerlandesas del sudeste asiático como las salvadoras de la economía holandesa. El monopolio del caucho y otras materias primas, servirían para la recuperación de un país que había sido expoliado por los nazis. Por eso la declaración unilateral de independencia del líder nacionalista indonesio Sukarno en 1945 fue desoída. 


Casas de estilo holandés en una calle del País de Aruba (Caribe).
Fuente imagen: De David Stanley from Nanaimo, Canada - Dutch Buildings, Oranjestad, CC BY 2.0



La ocupación japonesa de la región durante la guerra mundial favoreció el descontrol europeo de sus colonias asiáticas, pero en cuanto Japón fue derrotado, Holanda movilizaría allí a más de 140.000 militares. Soportaría cuatro años de guerra de guerrillas y sufriría 3.000 bajas entre soldados y civiles. Los métodos bélicos empleados en las campañas de la guerra fueron tan cruentos contra los rebeldes indonesios que la ONU no sólo presionó para la descolonización, también condenó las acciones del ejército holandés. 

 En 1949 una compungida reina Julia, a la que se la soltaron las lágrimas, daba un discurso a la nación reconociendo la independencia de facto de Indonesia. El trauma nacional fue a todos los niveles, no una mera resolución histórica, pues miles de holandeses nacidos en las mismas Indias Orientales, que no habían pisado nunca suelo europeo, tuvieron que ser repatriados y llegaban a un país en plena posguerra europea.

A todos estos repatriados se sumaron los empresarios neerlandeses que el presidente Sukarno expulsó en 1957, cerrando las puertas a los negocios de la antigua metrópoli (algunos llevaban siglos allí). La descolonización en Asia de las posesiones holandesas estaba resultando tan traumática, que los Países Bajos debieron reinventarse como Estado. Recondujeron a partir de 1950 sus esfuerzos hacia el proyecto europeo, conscientes de ser un país pequeño y muy dependiente de su entorno más cercano. 

Su europeísmo convencido sería el motor de su recuperación económica, aunque el cambio de mentalidad no sería fácil. El imaginario colectivo de la pasada "gloria imperial" quedó latente, como se vio en la tardanza en conceder la independencia o una autonomía a los territorios americanos que quedaban del imperio. El actual Surinam, antigua Guayana Neerlandesa, no consiguió su independencia hasta 1975. Las conocidas Antillas Holandesas gozan de una semi-independencia desde 2010 y no en vano, el Reino de los Países Bajos lo forman las regiones-países de Europa (Holanda el más importante) más las islas caribeñas de Aruba, Curazao y San Martín. 



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 

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