Las cuarentenas más célebres de la Historia


El emperador Justiniano consiguió superar en una cuarentena la peste del siglo VI que asoló su imperio

Una epidemia de peste ocurrida en la Antigüedad cuando se tenía noticia de su gravedad, afectando a extensos territorios, tenía carácter de pandemia global. Ese fue el caso de la conocida como 'Plaga de Justiniano' (541-542), por haber ocurrido durante el reinado de este emperador bizantino y ser sufrida en la totalidad de sus dominios, que iban desde Asia Menor, pasando por la península balcánica, la itálica, el sur de la ibérica y el norte de África. En Pax augusta proponemos una lectura sobre las cuarentenas por epidemias más famosas de la historia...

    Antes que nada debemos aclarar el término cuarentena. Su origen hace referencia a la palabra del latín quadraginta, que de forma literal se traduce como 'cuatro veces diez'. Ese término latino es la raíz de las palabras ya en italiano, Quaranta giorni, que señalaba un periodo de cuarenta días. Cuarentena se comenzó a usar en la gran 'Peste Negra' del siglo XIV, cuando se comprobó el benefició de aislar a las personas contagiadas por un mes y diez días. Con el paso de los siglos, acercándonos a la época contemporánea, el periodo de cuarentena hacía referencia al tiempo de aislamiento por cuestiones sanitarias, aunque se superasen los primigenios 40 días que originaron la palabra. Así queda recogido y bien definido en el diccionario de nuestra lengua, cuarentena

Aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales.

Las crónicas del siglo VI cuentan con detalle cómo se vivió la epidemia de peste bubónica entre los años 541 y 542. Se conoce por ellas que el mismísimo emperador Justiniano (reinado del 527-565) cayó enfermo y que un periodo de casi absoluto aislamiento en su palacio, con los cuidados de los mejores médicos, consiguió curar al monarca que muchos daban por muerto. Procopio de Cesarea es el historiador de la época con crónicas más objetivas sobre esta peste; el resto suelen estar influidas por el misticismo y el fanatismo religioso, como las que aseguran que Justiniano salvó la vida gracias a un milagro divino. Las de Procopio, sin embargo, describen sucesos que bien se pueden comparar con lo vivido en estos días con las cuarentenas aplicadas para el Covid-19

 Por ejemplo, narra calles vacías y comercios cerrados en una ciudad como Constantinopla, una de las mega urbes de la Antigüedad, pues se calcula que ya en ese siglo VI llegó a tener casi el millón de habitantes. La diferencia con ahora, la gran diferencia, es que los cadáveres se acumulaban tirados en las calles sin que nadie, ni familiares, se atreviesen a recoger. 

Aunque esta cuarentena, que obligó a toda una capital de un imperio a vaciar sus calles y cerrar su actividad comercial, es la primera documentada en la historia no sería el primer caso de confinamiento por el motivo de una epidemia. Sin duda, como se recoge en la Biblia, otras epidemias mortales obligaría a pequeñas y grandes poblaciones a confinarse evitando a los contagiados. Aislamientos tan remotos como los mencionados en el Pentateuco de la sagrada Biblia, de hace unos 3.500 años. 

Era algo habitual en los casos de la lepra, una enfermedad infecciosa pero con síntomas tan visibles que era fácil aislar a los enfermos en lugares alejados de las ciudades. Desde luego, era la mejor manera de evitar la propagación de la enfermedad y así se haría entre los antiguos israelitas, cuando se impuso la ley mosaica como se detalla en el Antiguo Testamento.

Peste de Milán de 1630, recreada como una peste de la Antigüedad en un cuadro de Nicolas Poussin

    Volvemos a mencionar a la 'Peste Negra' del siglo XIV porque está ligada al imaginario universal como la epidemia "madre de todas las epidemias". En Europa el mundo entraba en una nueva etapa más atenta a lo humano que a lo divino y en Venecia, centro comercial del Mediterráneo, las epidemias eran tan frecuentes como lo eran las partidas de sus barcos a confines tan lejanos como la China. Las enfermedades infecciosas necesitan "movilidad" para propagar el contagio y los puertos comerciales suponían ser focos ideales para la extensión de las pandemias. 

Fue en esta ciudad del Mediterráneo y en su colonia del Adriático, la ciudad de Ragusa (hoy Dubrovnik) que se observó el periodo de 40 días (cuarentena) como el más seguro para superar la enfermedad lo más aislado posible. Se impedía atracar y desembarcar a los barcos sospechosos de estar infectados durante cuarenta días. Y fue una deducción acertada al dar la coincidencia de tener la mayoría de las enfermedades víricas un tiempo de incubación entre 7 y 10 días. Se tuvieran síntomas graves o leves, pasada la primera semana se necesitaban entre otras cuatro o cinco para saber el resultado: curación o muerte.

 La medida de las cuarentenas se usó muy a menudo desde esa experiencia de la 'Peste Negra' (1347-1353), llegando su uso hasta bien entrado el siglo XX como se vio en la mal llamada 'Gripe Española' de 1918. En esa pandemia solamente algunas ciudades hicieron cuarentenas o confinamientos, las de países que no estaban en guerra (Primera Guerra Mundial) como fue el caso de Barcelona, en España. Este uso de las cuarentenas era muchas veces a ciegas, más como una forma de aliviar el pánico de la población sana a contagiarse aislando a los enfermos, que como un remedio con base científica o cien por cien eficaz. 

En muchos casos se abusó de este sistema de contención de la propagación de la enfermedad, incluso se le dio carácter político y religioso al confinar en guetos a minorías étnicas o religiosas. Algo que ocurrió con los judíos en muchas ocasiones durante más tiempo del que se cree, no sería un hecho exclusivo de la Edad Media. 

 Una epidemia de fiebre tifoidea en 1892 se extendió en Nueva York primero por los barrios de inmigrantes judíos rusos. La prensa y la autoridad de la gran manzana culparon a estos emigrantes judíos de ser el foco de la enfermedad. Se hicieron detenciones en masa y fueron trasladados a una isla pequeña, anexa a Manhattan, donde construyeron una especie de “leprosería”. Allí, mezclando a sanos con contagiados, solo hicieron que provocar un aumento de la enfermedad y una mayor mortalidad.

Imagen microscopio del Coronavirus

El gran desarrollo de las vacunas, con su eficacia para erradicar enfermedades muy contagiosas, a partir de mediados del siglo XX (1950), hizo que las cuarentenas resultasen una medida más propia del pasado que un remedio eficaz. No obstante, el reciente brote descubierto de un virus desconocido en Wuhan, ciudad china de más de 10 millones de habitantes, hizo retomar el sistema de la severa cuarentena, con confinamiento total, para evitar la propagación por un país de casi 1.500 millones de habitantes. 

La magnitud de la pandemia a día de hoy en Europa y EEUU, está demostrando que China tomó tarde esa medida de la cuarentena, huyendo de la ciudad probablemente la mitad de la población ante la sospecha del cierre de ésta como así ocurrió al final. Las cuarentenas están sirviendo para contener una propagación que ya estaba latente en todo el mundo, pero el contagio ya era colosal en todas partes. Por eso, necesitamos una vacuna como solución que nos haga olvidar, otra vez, a la cuarentena como mejor remedio contra la "peste"


Madrid, 21 de abril de 2020

Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista

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