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El actor Bruno Ganz como Hitler |
Angela Merkel ha sido disfrazada con bigote y esvástica, y hasta con la conocida imagen de una ilustración de Hitler con un revólver en la sien; como si la mejor Alemania, la más amiga, es aquella capaz de suicidarse y empezar de cero. Estas imágenes que asimilan a la dirigente alemana con el personaje más odiado de la historia contemporánea, se suelen ver en manifestaciones y protestas en Europa o en otros lugares del mundo, como en Turquía o Oriente Próximo, contra la política económica alemana de estas últimas décadas. Ocurrió en el pasado 70º Aniversario del suicidio de Hitler, en el 2015, en plena crisis financiera mundial. En ese aniversario se produjo una especie de catarsis y se aprovechó para mejorar los reconocimientos dignos a ciertas víctimas del nazismo. En esta ocasión, aunque se haya mencionado miles de veces que estamos viviendo la peor crisis desde la vivida tras la guerra que acabó cuando este sujeto se suicidó, el 75º Aniversario ha pasado más olvidado por el protagonismo del Covid-19.
Si existe una idea consensuada de
forma universal y casi de manera absoluta, esa es que Hitler encarna la maldad humana como nadie. La figura histórica
queda arrumbada por los tópicos más cercanos a toda la cultura popular,
generada por el cine y la televisión, que al análisis crítico de la figura de
este personaje. Ni que decir tiene que Alemania
no ha “suspirado” este pasado 30 de abril que se cumplía el 75 aniversario del suicidio de Adolf Hitler
en su búnker de Berlín, junto a su
reciente esposa Eva Braun. El pueblo
alemán de 1933 a 1945 dio su inquebrantable apoyo al líder nazi. Y así, no sin
gran vergüenza, lo ha reconocido su memoria histórica y las generaciones de
alemanes desde el mismo año de 1945, cuando el 8 de mayo se firmó la capitulación
del Tercer Reich.
Lo que representó Hitler y el nacionalsocialismo estará
presente siempre en Alemania y el
resto de países con los que se relaciona, su entorno y los que “entraron” en su
historia como los Estados Unidos e Israel. Leía un artículo del
colega alemán Jochen Thies, historiador y periodista, donde se hace una
especie de resumen sobre cuántos
“amigos” tiene hoy Alemania en el mundo, partiendo de la mala imagen que
Hitler tendrá siempre y del incómodo pasado nazi que hizo renegar de ella hasta a los más amigos, como la anexionada Austria. España aparece
como uno de los principales amigos de Alemania y las razones que da tienen una
lógica histórica sólida, aunque a nivel sociológico esa amistad quede algo más
emborronada.
España no ha tenido que pedir ‘reparaciones de guerra’ en estos 75 años como hicieron muchos países, Grecia sin ir más lejos sigue haciéndolo en este siglo. Tampoco
tuvo España que atender las reclamaciones
de sus ciudadanos por daños morales como durante estas más de siete décadas ha
hecho el Estado de Israel. Es más,
el historiador alemán recuerda los devaneos de Franco con Hitler y la
participación de España (con la División Azul) en la campaña militar que invadió la antigua Unión Soviética.
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Adolf Hitler |
Aún así, menciona también los datos
históricos que harían de Alemania antipática y enemiga como lo fue para británicos y franceses. Señala el bombardeo de Guernica y el apoyo
militar-financiero a Franco para derrocar
a la República. Sin embargo, disuelve esos datos en la desmemoria o en la
“resignación” que España se quiso dar durante la transición democrática para no sacar cuestiones traumáticas que
perturbasen al nuevo proceso político. Por tanto, el imaginario español sería más amistoso que adversario en la
historia de ambos países. Incluso la etapa de esquizofrenia alemana, cuando se
crearon dos estados afines a cada bloque ideológico de la Guerra Fría, tiene
episodios mayores de amistad que de recelos entre las dos naciones europeas.
Lo que olvida el historiador alemán Jochen
Thies, es mencionar a España como
uno de los países que en la actualidad recelan más del poder económico y "abuso" financiero que ostenta Alemania en
las últimas décadas de historia común en el seno de la Unión Europea. Incluso teniendo
gobiernos de diferente signo político que aceptaron la política alemana de
austeridad presupuestaria, los ministros de economía españoles han intentado no
asumir al cien por cien las disposiciones germanas y alentar otras políticas
económicas intermedias entre el ajuste y la mayor inversión (intervención)
estatal.
Incluso durante este siglo, cuando vamos camino de los 80 años que hacen de cualquier personaje o hito más histórico y menos contemporáneo, todos los “enemigos” de Alemania
y hasta los más amigos, como España, Finlandia o Irlanda (según el estudio de Jochen Thies), han usado el
estereotipo de la Alemania opresora. Las fuerzas políticas de signo izquierdista, aunque también diversos sectores de las sociedades europeas golpeadas por la crisis económica, han estereotipado a Alemania como "hitleriana" para criticar sus políticas
económicas. Y ahora, en la gestión de la crisis de la pandemia del Covid-19, las posturas recelosas de Alemania a incrementar las deudas públicas para combatir el virus, siguen provocando antipatías contra esa austera y rígida posición germana en los países del sur de la Unión Europea, que para colmo son los más afectados por el Coronavirus.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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