Atentados del siglo XX que marcaron el rumbo de su historia, del magnicidio contra el archiduque Francisco Fernando hasta el 11-S


Atentado del 11 de septiembre de 2001: comienza el siglo XXI

Los principales magnicidios y atentados del siglo XX

Atentado en Sarajevo, 28 de junio de 1914: comienza el siglo XX

 Para los historiadores ese día de junio de 1914 es el verdadero comienzo del siglo XX. El atentado perpetrado por el grupo terrorista nacionalista serbio Mano Negra, llevado a cabo por su joven miembro (tenía 19 años), Gavrilo Princip, contra el archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austro-húngaro, colmaría con su gota un vaso lleno de tensiones bélicas, disputas diplomáticas y amenazas discretas o muy directas entre las potencias europeas. Resultado, estallaba la Primera Guerra Mundial.

Ilustración que recrea el momento del ataque de Princip a los archiduques 

Desde ese temprano día en el inicio del siglo pasado en el que el joven Gavrilo apretó el gatillo de su pistola FN, hasta el 11 de septiembre del 2001, la historia del siglo XX ha estado repleta de atentados y magnicidios. Atentados fallidos o con éxito, que han dejado una huella dolorosa y una incertidumbre sobre el desarrollo del que parecía ser su devenir más «lógico». Por ejemplo, si el ciudadano turco Ali Agca hubiese logrado su objetivo en 1981 de asesinar al Papa, Juan Pablo II, la historia de los años ochenta, el final de la Guerra Fría, hubiese sido otra. Muchos analistas coinciden en señalar al Papa y su activa política exterior como una de las piezas fundamentales de la caída del bloque comunista.

El «casi magnicidio» del Papa Juan Pablo II


Momento en el que se llevan herido de muerte al Papa Juan Pablo II

En el caso de este atentado las teorías conspirativas han tenido mucho crédito, al considerarse nada descabellado que los servicios secretos rusos quisieran hacer desaparecer a una figura tan influyente en los países satélites de la URSS, sobre todo en la Polonia del sindicato Solidaridad y tierra natal de Juan Pablo II. Tengan más o menos crédito las teorías conspirativas, sí que se puede otorgar al papado de Karol Wojtyla una relación interesada con los movimientos sociales y políticos que cuestionaban el poder de la Unión Soviética en toda la Europa del Este; sobre todo en referencia al control y «represión» de la Iglesia católica en esa zona del mundo. De esta manera, si su acción no fue determinante, su influencia sería innegable y sus años más importantes al frente del Vaticano coinciden con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS.

Retrocediendo de nuevo hasta una de las contiendas mundiales del siglo, esta vez en la Segunda Guerra Mundial, hubo varios intentos de magnicidio contra Hitler. Uno de ellos, aunque muy al final del desarrollo del conflicto, estuvo a punto de cambiar la historia de una manera radical, sin exagerar.

Operación Valquiria


 Usando el plan de emergencia contra sublevaciones que el propio régimen nazi había ideado, la conocida como Operación Valquiria, un grupo de notables, tanto de la sociedad como del Ejército alemán, idearon una estrategia que contemplaba el golpe de estado contra la cúpula nazi y acabar la guerra sin condiciones, para que el pueblo alemán dejase de sufrir. Una pieza fundamental de ese plan era el asesinato de Hitler. Descabezando al Tercer Reich su caída sería más fácil.

Busto homenaje a Von Stauffenberg

El intento resultó fallido, el coronel von Stauffenberg colocó la bomba junto a una pata de la mesa de mapas demasiada gruesa. Era el 20 de julio de 1944 en la Guarida del Lobo, cuartel general del Führer, y esa improvisada y maciza protección salvó a Hitler. De haber tenido éxito el atentado, muchos historiadores consideran que el abanico de posibilidades sobre la disposición geopolítica futura de Europa hubiese resultado muy diferente. Los promotores del golpe se hubiesen rendido sin condiciones a los aliados occidentales, lo que hubiera posibilitado convencer -quizás, todo son hipótesis, claro- a los soviéticos que parasen su ofensiva del Este. 

El asesinato de JFK


 La palma de las teorías conspirativas se la lleva el magnicidio, esta vez con éxito, del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy. Quizás por eso, por el éxito del magnicidio, las teorías de la conspiración se agarren más a este hecho, no dejando ver la verdad más «verdadera». El detenido como autor y único culpable, Lee Harvey Oswald, tenía un pasado relacionado con la Unión Soviética y había militado en el efímero e insustancial Partido Comunista de los EEUU. Blanco y en botella, pensaron los investigadores. Se trataba de un perturbado "antiamericano" y pro soviético que había decidido acabar con el presidente del país antagonista en el poder mundial. Pero no sólo acababan con un líder mundial carismático, asesinaban a uno de los líderes de la nación estadounidense que más estima llego a tener en el pueblo.


Kennedy, instante antes del atentado 

Si en Dallas el  francotirador o francotiradores (dato que no queda claro y abre camino a más especulaciones) hubiese o hubieran errado su objetivo ese 22 de noviembre de 1963, el presidente J.F. Kennedy hubiese seguido al frente de su administración, y ganado la reelección, en un tiempo tan trascendental en el siglo XX como era ese. En tiempos de la Guerra Fría, en el inicio del movimiento por los derechos civiles (Martin Luther King) y en plena carrera por la conquista del Espacio (llegada del hombre a la Luna, que él prometió pero que no llegó a ver). Es evidente que ante todos esos retos, Kennedy demostraba una sensibilidad y una visión muy diferente a la que tuvieron los que ocuparon, por circunstancias, su lugar en la historia.

El intento de asesinar a Ronald Reagan 


 Volvemos a 1981, año que tiene récord en magnicidios frustrados. Se trata del intento de asesinato del presidente norteamericano Ronald Reagan. Ocurrió en marzo, unos meses antes del atentado contra el Papa Juan Pablo II, cuando al salir de un hotel de Washington un individuo llamado John Hinckley Jr., le disparó seis tiros del calibre 22. En este caso las teorías conspirativas no prosperaron, enseguida se comprobó que el joven que intentó el magnicidio sólo pretendía llamar la atención de la actriz Jodie Foster. Desde su detención está recluido en un psiquiátrico.

Momento caótico tras los disparos a Reagan

Reagan tuvo fortuna y pudo seguir realizando su política exterior de «mano de hierro» y de potenciar el poderío militar de Estados Unidos y ser, junto a la premier británica Margaret Thatcher, el principal estadista de lo que se ha conocido como las décadas (1980-1990) de la «edad de oro del neoliberalismo». Aunque, quizás, sea más acertado lo que otros analistas piensan y los años de esas décadas tampoco hubieran perdido mucho de su carácter «ultra liberal» sin Ronald Reagan; aunque hubiesen sido menos «atractivos». El actor-presidente llegó a unas altas cotas de carisma y simpatía dentro de los líderes mundiales. Su sintonía con Gorvachov todavía se estudia en las universidades de Ciencias Políticas. 


Brutal atentado en 1996 de Al Qaeda en Arabia Saudí


Del inesperado asesinato de John Lennon al traumático 11-S


 El compositor de las canciones pacifistas más famosas de la historia, el británico John Lennon, fue tiroteado en un atentado contra su persona en las cercanías del edificio Dakota donde vivía en Nueva York, era el 8 diciembre de 1980. Una de sus composiciones, Imagine, vivió durante décadas como bandera del pacifismo y del ideal de paz entre diferentes culturas. Fueron los años en los que un nuevo tipo de atentado, el terrorismo fundamentalista, cobraba protagonismo. 


Obra de arte que muestra un Lennon de estética Pop

Curiosamente, Imagine, vivió también la absurda censura los días posteriores al atentado de las Torres Gemelas. El radicalismo conservador e intolerante iba tomando auge en el país atacado, los EEUU, tierra de tradicional libertad y democracia, impidió que la melodía sonase en muchas radios y conciertos, porque no encajaba bien con las «trompetas de guerra» que pedían venganza contra los atacantes de Estados Unidos.

Acabado, para muchos, el siglo XX en el calendario durante el año 2001 aún no lo había hecho en el devenir histórico. Los meses del nuevo siglo transcurrían con los mismos parámetros: supremacía económica y militar de los EEUU, bienestar en las sociedades occidentales, grandes desigualdades en los países en desarrollo y en el llamado Tercer Mundo. De repente, algo fuera de toda previsión iba a marcar el inicio de una nueva era: los atentados contra EEUU el 11 de septiembre de 2001 suponían el comienzo del declive occidental, el posible protagonismo de potencias emergentes (en Asia y en especial China) y las bases para una crisis en los nuevos valores socioeconómicos aportados por la «Globalización» y que perdura hasta nuestros días.



Gustavo Adolfo Ordoño
©
Periodista e historiador

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