La especulación o el lugar adecuado de Gavrilo Princip |
Un joven bosnio, enfermizo y de aspecto algo demacrado, estaba llamado a convertirse por pura “fortuna” en uno de los principales magnicidas de la historia. Encontrarse por casualidad en el momento adecuado y en el lugar oportuno facilitaría que Gavrilo Princip cambiara para siempre la historia en una calurosa mañana de un 28 de junio de 1914 en la capital de Bosnia, Sarajevo.
Princip
nacía un 25 de julio de 1894 en una pequeña localidad de Bosnia –
Herzegovina. Durante sus años juveniles de estudiante en Zagreb
(Croacia) comienza a destacar más por su activismo político que por
su habilidad intelectual. De hecho, fue expulsado del liceo donde
estudiaba momento en que aprovechó para acercarse a Joven
Bosnia. El grupo, al margen
de la ley, defendía la primacía serbia en la península balcánica
y sus conexiones con la ultra – nacionalista serbia Mano
negra eran más que
evidentes, organización a su vez amparada por los servicios secretos
del Gobierno de Belgrado. Pero parecía que Princip no estaba llamado
para la gran causa. Su estado de salud precario no favorecía su
participación en las grandes campañas por la creación de la Gran
Serbia y del reino eslavo del sur. De hecho, fue rechazado al
intentar alistarse en el ejército serbio para luchar contra Bulgaria
en 1912. Incluso, se insinuó que era casi preferible que no
participase en acciones directas y se limitase a ser figurante
secundario en la organización Mano
Negra.
Miembros del grupo nacionalista-anarquista Mano Negra apresados y enjuiciados |
El
enfermizo Princip sentía la obligación del deber hacia su patria.
En la Europa de principios del siglo XX las ideas de nación y del
pueblo eran entendidas como sublimes abstracciones por las que había
que ofrecer hasta la propia vida. Y en ese complejo ideario de
naciones, relaciones diplomáticas y rivalidades económicas que
cuestionaron el propio orden establecido en el continente europeo
dinamitándolo, Princip iba a jugar un papel protagonista del que,
quizá, ni él mismo era consciente, en una de las acciones más
audaces de Mano Negra: el atentado contra el archiduque Francisco
Fernando de Austria, en visita oficial a Sarajevo.
Desde
1908, Bosnia había pasado a ser administrada por las autoridades
austriacas mientras que una parte importante de su población sentía
mucho más profundo el lazo con Belgrado antes que con Viena. Mano
Negra se convirtió en una activa organización terrorista cuyo
objetivo pasaba por la anexión serbia de Bosnia – Herzegovina en
contra de los intereses de Viena. La visita del Archiduque a la
capital bosnia, el día en que los serbios celebraban su derrota en
la batalla del Campo de los Mirlos frente a los turcos en 1389, era
una provocación que sólo merecía una sangrienta respuesta.
La famosa arma usada por Princip para el atentado, para muchos el primer disparo de la Primera Guerra Mundial |
Princip
desde el primer momento se vio envuelto en el complejo de la trama.
Entre los elegidos para ejecutar al Archiduque se había seleccionado
a jóvenes activistas para así evitar las penas de muerte en caso de
ser capturados. Según la legislación austriaca, no podría
aplicarse la pena capital de menores de veinte años.
El inconveniente partía, pues, de la inexperiencia del grupo seleccionado que se puso de manifiesto de forma evidente a la hora de ejecutar el atentado. Ante la primera intentona fallida, los miembros del grupo terrorista se dispersaron. Princip se refugió en una tienda que hacía esquina enfrente del puente latino de Sarajevo. Sin embargo, un cambio de destino de la comitiva del Archiduque y una equivocación en la ruta pusieron el destino frente al joven asesino. El coche de Francisco Fernando maniobraba para corregir su camino. En ese momento, con el vehículo prácticamente parado, Princip vio su oportunidad, se acercó y descerrajó un tiro que llegó certero al cuello de Francisco Fernando causándole una herida mortal. Al intentar acabar con la vida del gobernador austriaco de Bosnia se interpuso en la trayectoria de su disparo la mujer del Archiduque, Sofía Chotek, acabando también con su vida. Ante lo inesperado, pudo huir para después ser apresado por la multitud. Si no hubiese intervenido las fuerzas austriacas, posiblemente hubiese sido linchado.
El inconveniente partía, pues, de la inexperiencia del grupo seleccionado que se puso de manifiesto de forma evidente a la hora de ejecutar el atentado. Ante la primera intentona fallida, los miembros del grupo terrorista se dispersaron. Princip se refugió en una tienda que hacía esquina enfrente del puente latino de Sarajevo. Sin embargo, un cambio de destino de la comitiva del Archiduque y una equivocación en la ruta pusieron el destino frente al joven asesino. El coche de Francisco Fernando maniobraba para corregir su camino. En ese momento, con el vehículo prácticamente parado, Princip vio su oportunidad, se acercó y descerrajó un tiro que llegó certero al cuello de Francisco Fernando causándole una herida mortal. Al intentar acabar con la vida del gobernador austriaco de Bosnia se interpuso en la trayectoria de su disparo la mujer del Archiduque, Sofía Chotek, acabando también con su vida. Ante lo inesperado, pudo huir para después ser apresado por la multitud. Si no hubiese intervenido las fuerzas austriacas, posiblemente hubiese sido linchado.
Momento de la detención de Princip en junio de 1914 |
Princip
sabía que estaba cerca su fin. Incluso podía permitirse las
soflamas nacionalistas y las bravuconadas en el juicio que se siguió
por el asesinato del archiduque Francisco Fernando y su esposa en
Viena. Sabía que estaba enfermo de tuberculosis y que moriría en la
cárcel. De hecho, con la valentía del que se sabe perdedor era
capaz de pedir al tribunal que acabase con su vida rápidamente y le
convirtiesen en héroe de la causa serbia y de su pueblo.
El
joven y enfermizo Princip había encendido la mecha europea. Pero,
ironías del destino, cuando el futuro de todo el continente se
jugaba en las trincheras, cuando su nación estaba llamada a
desaparecer engullida por aquel esperpento creado bajo el nombre de
Yugoslavia, el comparecía en la celda en la que debía cumplir los
veinte años de pena impuesta por el tribunal austriaco. Mero
protagonista accidental de la historia, la casualidad le convirtió
en personaje indiscutible de un hecho histórico condenado a verlo
como simple espectador tras las verjas de su prisión. De hecho, su
muerte en 1918 no le permitió ver el resultado final de la hecatombe
de la que fue triste y casual protagonista.
Luis Pérez Armiño ©
Fuente de las imágenes:
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