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El atentado contra el presidente Kennedy sería la "madre de todas las conspiraciones" |
En estos nuevos «tiempos del cólera», de la pandemia de Covid-19, rebrotan las teorías de la conspiración que no son nada nuevo en la historia, pero sí un mayor caos informativo para la opinión pública actual. Las nuevas tecnologías de comunicación han permitido que cualquier persona, sin necesidad de tener grandes recursos, reciba una cantidad ingente de noticias. En el caso de las teorías conspirativas el problema no son las noticias falsas (fake news) que puedan generar. Su principal perjuicio es el trastorno grave que puedan crear a la hora de abordar soluciones para una crisis. ¿Cómo erradicar esta pandemia si gran parte de la población rechaza ponerse la futura vacuna porque la creen el auténtico virus?
Es fácil montar una teoría conspirativa. Se trata de asociar varias ideas sencillas, donde la mente no debe esforzarse mucho para entender una cuestión. Convertirlas en la explicación lógica que demuestra que todo ello es producto de una conspiración, montada por ciertas personas o poderes para obtener unos «intereses ocultos». Da igual que esa teoría roce el absurdo o directamente lo sea. También para sus seguidores daría lo mismo no dejar claro qué intereses o qué beneficios concretos son esos que pretenden obtener los conspiradores. Muchas veces lo evidente de comprobar que esos supuestos intereses no son tal, no sirven para nada, tampoco se tiene en cuenta. Los partidarios de una teoría de la conspiración parece que profesan una fe, en lugar de una creencia razonada.
Habría que hacer un matiz importante. Conspiraciones reales y auténticas en la Historia han existido bastantes. Reunirse varios sujetos para ir contra su superior o contra alguien o algo que desean derrotar es tan viejo como la necesidad de tener el «Poder». La muerte del gran Julio César es fruto de una conspiración, por ejemplo. Ahora bien, llamamos «Teorías de la Conspiración» a las numerosas, demasiadas, conspiraciones falsas o creadas sin fundamento para explicar una realidad. La auténtica realidad, la histórica y la actual, nos resulta más compleja de analizar, de asumir y muchas veces de aceptar. Es por eso que miles de personas optan por creer en las "infinitas" teorías conspirativas que surgen alrededor de cualquier hito histórico o crisis mundial grave.
Si ese hecho histórico cuenta con grandes dosis de dramatismo y tragedia, mejor para los teóricos de la conspiración. Es el caso del asesinato del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, el 22 de Noviembre de 1963. Lee Harvey Oswald fue detenido una hora y media después como autor de los dos disparos mortales contra JFK. Las investigaciones comprobaron sin dudas que Oswald era el asesino, pero como a su vez fue asesinado por un capo de poca monta de la mafia a las 48 horas del magnicidio, la "caja de las especulaciones" quedó abierta de par en par. Las teorías conspirativas preferidas se relacionaron con un atentado de los "enemigos" soviéticos y cubanos, la misma mafia como venganza contra la familia Kennedy por intervenir en sus "asuntos", y la más osada de todas, esa que coloca al vicepresidente Lyndon B. Johnson como autor intelectual del asesinato porque era la única manera de que llegase a ser presidente de EEUU. Todas estas teorías tuvieron sus argumentos, planteados muchos con cierta lógica. Sin embargo, ninguna tuvo nunca pruebas fehacientes y contrastadas de lo que afirmaban.
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Muchos adeptos a la teoría conspirativa de los Illuminati relacionan la pirámide del billete de One dollar con el símbolo que usaba esa sociedad secreta |
Si existe un «lugar común» para los amantes de las teorías conspirativas ese sería la masonería. Relacionada con los masones está la teoría de la conspiración de los «Illuminati», que quizás también sea la teoría con más fundamentos históricos, aunque muy mal interpretados. Lo que la ha convertido en falsa es su supuesta vigencia y la utilización política que se hace de esta sociedad secreta para explicar negativamente el surgimiento de revoluciones, tan trascendentes para la historia como la francesa o la de independencia americana. Esta Orden de los Iluminados fue creada en Baviera (Alemania), el 1 de mayo de 1776 por un anodino profesor universitario de derecho eclesiástico, Adam Weishaupt, y cuatro de sus alumnos. La aparente inofensiva reunión secreta estaba en el contexto de los aires renovadores de la Ilustración (de ahí su nombre), pero su predicamento era muy revolucionario: difundir el verdadero conocimiento, o iluminación, contra los pilares de la sociedad basados en el Estado y la religión. Constituir un «Nuevo Orden Mundial» de cero. Los miembros de la sociedad debían tener buena posición social y económica.
El primer nombre de los Iluminados fue Asociación de los Perfectibilistas, lo que hablaba mucho de las verdaderas intenciones del profesor Weishaupt cuando fundó su sociedad secreta. Buscaban la perfección de las personas, una mejora individual para hacer mejor el mundo. Algo que ahora encontramos como premisa en cualquier libro de auto-ayuda. La documentación histórica fiable nos cuenta que en 1785 un "traidor" dentro de la Orden, cuando los miembros se contaban por miles y estaba bien financiada por banqueros de la región, dio el chivatazo al duque elector de Baviera que de forma inmediata suprimió esa sociedad. Su existencia no había llegado a la década. Se prohibieron este tipo de asociaciones y se impuso la condena a muerte para todo aquel que ingresara en una de ellas. La represión llevada a cabo hizo emigrar a algunos miembros Illuminati a los nacientes Estados Unidos, dato usado por los partidarios de esta teoría conspirativa para asegurar que los fundadores de ese país pertenecían a esta logia.
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Entre las muchas teorías conspirativas que han surgido sobre el 11-S destaca la de ser responsabilidad de los Illuminati, una sociedad secreta suprimida ya en el siglo XVIII |
Historiador y periodista
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