"Las lágrimas de San Pedro", pintura del Greco, 1580 ca. |
La infamia y la barbarie de un atentado
como el de Manchester abren muchas
incógnitas morales. Que existan víctimas infantiles hace más grave la barbarie.
Segar vidas cortas, casi raíces sin brotar, es una política agresiva de
aniquilación total. Es similar a quemar cosechas, a salar los campos del
enemigo para hacerlos estériles. Los "seudo-moralistas" pronto hacen justificaciones: se
asesinan niños en Occidente con atentados terroristas porque
permitimos que en otros lugares del mundo mueran niños a diario, debido a
nuestras acciones (control militar, político y económico) para seguir
detentando el poder mundial. Un poder necesario para nuestros poderes fácticos ávidos de él. Así, con
ese razonamiento que aparenta equidad y justicia (el ojo por ojo), intentamos
explicar lo inexplicable.
A lo largo de la historia del arte
se dan temas recurrentes y que se repiten según la moda y demanda de la época.
Entre finales del siglo XVI y gran parte del XVII, años de conflictividad
religiosa, de Reformas y Contrarreformas, un tema muy demandado en la pintura fue
“Las lágrimas de San Pedro”. Se
piensa que sería el Greco uno de los
primeros en plasmar este tema, que fue puesto a debate por los moralistas y
teólogos partidarios y rivales de la Contrarreforma. Se trataba de acercar al
fiel, aproximando las debilidades del santo al hombre mortal mediante la falta
cometida.
Es decir, algo así como que las “divinidades” también se equivocaban... también lloran. San Pedro lloraba por haber negado a
Cristo tres veces. El arrepentimiento y la confesión (el perdón) católicos eran
otros más de los dogmas puestos en entredicho -debate- por los protestantes. Había
que cultivar al público en la devoción de estos dogmas, por lo que la Iglesia
encargaría bastantes “San Pedros llorando”.
Hoy día, parece que no se dan
temas recurrentes en el arte. Quiero decir, que no existen “temas oficiales” o
más del gusto de la oficialidad y del público en general. Tenemos que acudir a
los medios de comunicación, digitales
o no, y a las redes sociales, para
sentir próximas esas debilidades del “santo” (de nuestra ética, nuestra moral,
nuestra fe). Las imágenes de la maldad y de la barbarie nos provocan el llanto,
como a San Pedro su arrepentimiento, pero son lágrimas arrancadas por la ira,
el odio y la rabia. También es llanto por miedo, por impotencia, por
incomprensión.
A diferencia de las maravillosas
pinturas con el tema “Las lágrimas de
San Pedro”, las imágenes (ya
recurrentes y muy repetidas) que vemos de los atentados terroristas no nos llevan al recogimiento y a la reflexión
“sobre nuestros pecados”. Eso es lo que pretendía el arte del Siglo de Oro. Internet
y la televisión, hoy día, sólo pretenden que lloremos desconsolados o de rabia.
Los atentados como el de Manchester y
sus autores provienen también de un contexto de conflictividad religiosa, como
ocurría con los cuadros con el manido tema de las lágrimas santas. De una
religión joven, la más reciente de las ‘tres grandes’, que no ha tenido un
verdadero proceso de modernidad, un periodo de reformas y contrarreformas de
fundamentos.
Al final, nuestras lágrimas occidentales
en Twitter y Facebook deberían convertirse en tema de reflexión primordial para
nuestro arte y, por ello, para nuestra cultura. Recojámonos como hacían los
fieles en “conflicto” ante una pintura con el tema “Las lágrimas de San Pedro”.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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