¡Qué vienen los bárbaros! ¿Miedo a una nueva invasión de los bárbaros del norte?

 

¿Miedo a una nueva invasión de los bárbaros del norte? Recreación de un imponente guerrero bárbaro imponiéndose sobre el Imperio de Occidente


La invasión rusa de Ucrania ordenada por Putin hace tres años provocó un conflicto que ha obligado a la Unión Europea a rearmarse y a replantearse su idea de seguridad militar. En los últimos días los dirigentes europeos han hablado de mentalizar a la población para equiparse en caso de emergencias, como podría ser una «invasión» (guerra). En Pax Augusta analizamos desde la perspectiva histórica el viejo tema en Occidente del miedo al «ataque de los bárbaros» y la actual Guerra de Ucrania

 Me cuesta imaginarme a un ciudadano ruso medio en el sofá de su casa preparando los pertrechos necesarios para iniciar una larga marcha hasta las puertas del Imperio; es decir, hasta los límites de lo que hoy es la Unión Europea. Pero esa imagen no para de recrearse tras algunas declaraciones de dirigentes políticos y de agudos analistas internacionales. "Ahora son los ucranianos, mañana seremos nosotros". Aunque se estén refiriendo con esa advertencia a algo tan serio como la defensa de los valores democráticos y del sistema de vida que en Occidente nos hemos otorgado, sigo apreciando bastante hipocresía tanto ética como política. ¡Y ya está bien!; si no se lo dicen en los grandes medios de comunicación se lo digo yo en esta humilde pero honesta página digital. 

Los rusos no van a invadir Polonia, ni quizás Moldavia que no pertenece a la UE. La Guerra de Ucrania no es una guerra mundial aunque tenga una dimensión mega internacional. Los mercenarios de diversos países no son unas "románticas" brigadas internacionales que luchan contra el fascismo o el comunismo, o todavía más peregrino, por las democracias occidentales; son simplemente eso, lo que su nombre significa: unos mercenarios que combaten por dinero. Los casos particulares de idealistas se deben contar con la mano de tres dedos de un veterano de guerra amputado. Ha sido Putin quien ha empezado esta guerra y la acabará cuando crea que sus intereses geopolíticos regionales estén mínimamente satisfechos.

Afirmo lo anterior a pesar de temer ser considerado un ingenuo poco informado y descreído sobre la amenaza que supone en la actualidad el régimen de Putin para Europa. No niego la evidencia, la Rusia de Putin es una potencia belicista y agresora. Pero lo lleva siendo desde que constituía la base de la Unión Soviética y su intervencionismo militar se diferencia del occidental, en concreto del de EEUU, en que resulta más tosco y "bárbaro" para sus sufridores. Fue el mismo Putin el primer sorprendido de que su aparatosa intervención militar en la política ucraniana se convirtiese en una guerra. Pensaba que su movimiento de columnas blindadas iba a ser un paseo militar. Supongo que ha aprendido de su error y no invadirá Polonia porque sería tan idiota como planificar un "nuevo error" cantado. 



Recreación por IA (Gemini) del asedio de guerreros bárbaros
a las murallas de Roma en el siglo V


 Sin embargo, también nos parece lógico prevenir actitudes irracionales que lleven a nuevos y nefastos errores tan sorpresivos como fue el propósito de total invasión rusa de Ucrania. Por eso el temor a "las invasiones bárbaras" de polacos y finlandeses, haciendo el símil exagerado con la Antigüedad, se nos hace más razonable. En esa línea argumental podemos reconocer necesaria una nueva política de seguridad europea más autónoma, ahora que el aliado fuerte, Estados Unidos de América, nos vacila con abandonarnos a nuestra suerte si no nos rearmamos hasta los dientes. Todo eso es "razonable" y aplicado en democracia al debate político, pero lo que no es tan lógico es el "miedo sugestionado" a la ciudadanía a ser invadidos y sometidos por los "otros".

Puedo entender que el miedo a la "invasión bárbara" sea una narrativa recurrente y profundamente arraigada en la historia y la cultura occidental. Pero me cuesta más aceptar que esa vaya a tener que ser la base esencial de las políticas exteriores de mi contexto geopolítico, el occidental europeo, en varias generaciones. Nos debería molestar que a nuestros hijos y nietos se les construya su identidad cultural partiendo de un viejo temor propio de los patricios romanos del siglo V. Sobre todo deberíamos advertir que esa "simplificación" reduce situaciones históricas y sociales complejas, como las actuales migraciones africanas a Europa o las crisis económicas y sus conflictos políticos, a una simple narrativa de "buenos contra malos", de civilización contra barbarie

Reconocer que este "miedo al invasor" es un ardid ideológico antiguo y recurrente de Occidente no es malo, nos ayuda a entendernos mejor. San Agustín de Hipona (354-430) en La Ciudad de Dios, escrita tras el saqueo de Roma por los visigodos en 410, reflexiona sobre la caída de la Roma terrenal desde el trauma provocado por la "invasión bárbara" y busca darle un sentido en la idea cristiana de la Salvación. Interpretándola como un castigo divino más que como una simple invasión, respondía así al pánico de sus contemporáneos con el consuelo de aspirar a la Ciudad Celestial

 Más adelante, Edward Gibbon (1737-1794) en su monumental obra Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano consolidará la narrativa de las invasiones bárbaras como causa principal del fin de Roma en la imaginación occidental. De gran impacto cultural en la época ilustrada, su obra reforzó la imagen de hordas bárbaras destruyendo la civilización. Más contemporáneo, Oswald Spengler (1880-1936) en La decadencia de Occidente, expone una visión cíclica de las civilizaciones, argumentando que Occidente estaba en su fase final de declive, en su "invierno". Aunque su concepto de barbarie incluía también lo que consideraba decadencia interna, como el materialismo o el desarraigo social.

Para terminar con un viejo inspirador del blog y ahora de esta web, Samuel P. Huntington (1927-2008) que en su influyente y debatido libro El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, argumentó que los conflictos futuros no serían ideológicos o económicos, sino culturales, entre las grandes "civilizaciones" del mundo. Recordemos que de manera implícita presentaba a otras civilizaciones, especialmente la islámica, como un desafío esencial y una potencial amenaza para la hegemonía y los valores occidentales. Era la manera más evidente de actualizar ese antiguo miedo al "otro" externo.

Y aunque algunos fenómenos como el llamado Estado Islámico (ISIS) y el auge del terrorismo yihadista internacional parecieron darle la razón a Huntington en las primeras décadas de este siglo, las transformaciones y evoluciones mundiales han sido mucho más complejas que esa vieja dialéctica de "moros y cristianos". Tanto lo son -complejas-  que tampoco simplificar el conflicto en Ucrania a una cuestión de la "clásica" lucha entre el Este y el Oeste, propia de la Guerra Fría, nos servirá para explicarlo. Además de "plantar cara" armados hasta los dientes ante el potencial enemigo, existen más soluciones a ese conflicto que resultan complejas pero no imposibles. A no ser que nuestra suerte esté abandonada ante una ¿nueva invasión de los bárbaros del Norte?




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