CÓMO LAS GUERRAS PREVISTAS SON LAS MENOS ESPERADAS

 

La cuestión de las guerras evitables y de los conflictos armados inevitables

Saludo en septiembre de 1939 entre un oficial nazi y otro soviético en el encuentro de los dos ejércitos que invadieron Polonia tras el "Pacto de No Agresión" entre Stalin y Hitler. Más de ochenta años después, Rusia (como heredera de la URSS) sigue sin reconocer esa invasión 


Será la edad, que voy para viejo, pero cada vez estoy más irritable con ciertas cosas. Por lo visto ser o estar cascarrabias va asociado a la senectud, que es el paso vital posterior a la madurez. La cuestión es que me irritan los comentarios que aseguran que una guerra ya en curso podía haberse evitado o los argumentos que defienden la inevitabilidad de la mayoría de los conflictos. Aunque tampoco tengo los años que tenía el primer ministro británico Neville Chamberlain, cuando en septiembre de 1939 pasó a ser el político menos clarividente de la historia universal. Chamberlain tenía 70 años y por tanto cumplía los requisitos para ser un viejo cascarrabias de la política mundial

 

 No obstante, su talante internacional parecía decir todo lo contrario. Su llamada «política de apaciguamiento» frente a la actitud belicista de Hitler en Europa acabaría por ser muy criticada al estallar la guerra. Ninguna de sus concesiones al Führer de los alemanes sirvieron para aplacar el empuje belicista que mostraba Hitler. Con el Acuerdo de Múnich de septiembre de 1938 facilitó la concesión de los Sudetes checoslovacos, una región con población germana, a la Alemania del régimen nazi. Pareció con ello evitar una invasión militar más que cantada. Sin embargo, un año después la invasión de Polonia, realizada por nazis y soviéticos conjuntamente, no pudo evitarse y se desencadenó la Segunda Guerra Mundial.  

A Chamberlain le llovieron las críticas desde el estallido de la guerra culpándole de poco previsor ante tan claras intenciones bélicas germanas y de no haber preparado al país para un conflicto armado. Aunque habría que decir para ser exactos que se redoblaron las que ya lanzaban contra él desde que asumió la cartera de Premier británico en mayo de 1937 y se vio desbordado en el trato con Hitler y Mussolini. Los líderes totalitarios mostraban un carácter belicista y expansionista que se justificaba en su derecho al «espacio vital», tan legítimo como el que tenía el Imperio Británico. La oratoria prebélica se basó en eso: todos tenemos derecho a "hacer lo que nos de la gana" para conseguir nuestros objetivos geoestratégicos.

Las comparaciones resultarán odiosas, pero son tan pertinentes en estos momentos que no podemos más que hacer «perspectiva histórica» comparada con la actualidad. Así, ochenta y cinco años después, una actitud belicista de la Rusia liderada por Putin se justificó en la supuesta amenaza de la OTAN a su «espacio vital». Curiosamente cuando todavía la OTAN era percibida en el contexto internacional como una organización en horas bajas. Impresión que se reforzó durante la presidencia de Trump, muy condescendiente con Putin y todo su "hacer lo que nos de la gana" cuya máxima expresión fue la anexión de Crimea en 2014. Pero bastó un cambio en la Administración de Washington y un presidente ucraniano con menos complejos hacia Moscú, Volodymyr Zelensky, para que el "elefante ruso" comenzara a ponerse nervioso y moviera la "pataza" de cien mil efectivos militares a las fronteras con Ucrania

La gran columna militar rusa que pretendió llegar a Kiev tras la invasión ordenada por Putin. Semanas antes, sin ningún recato, se había estado agrupando en la frontera ruso-ucraniana 

 Que Zelensky pareciera un presidente ucraniano menos acomplejado respecto a Rusia que sus predecesores, no evitó tener actuaciones ambiguas en los meses previos a la invasión ordenada por Putin a su país. Como un "Chamberlain denigrado" recibió críticas de los nacionalistas ucranianos cuando cedió en el terreno diplomático ante algunas pretensiones de Moscú en las provincias pro rusas del Este de Ucrania (ahora epicentro de la guerra). Eran acciones para rebajar la tensión del conflicto que por parte rusa subía a indicios de guerra ("guerra prevista"); similitudes con lo ocurrido entre 1937 y 1939. No solamente británicos y franceses intentaron "apaciguar a la bestia". Los mismos rusos que ahora ostentan el papel de bestia se llegaron a aliar con Hitler (Pacto Ribbentrop-Mólotov), como otra forma de aplacar y apaciguar al belicismo del dictador alemán.

A pesar de todos esos indicios (previsiones), incluidos los informes certeros de los servicios secretos de EEUU y el Reino Unido, de estar preparándose una invasión -guerra- a Ucrania por parte de Putin, nadie esperaba, sobre todo en Occidente, tener que enfrentarse a una certeza bélica. A la nefasta realidad de una guerra, que una vez comenzada poco importan sus indicios o sus posibles motivaciones. Ya que lo único que debería importar es la infamia responsable de su estallido. Y esa lleva el nombre de Putin y el apellido de Rusia. Y una infamia, una vileza o maldad, es imposible de evitar si encima provoca una guerra. 

Hagamos una observación. En la llamada «Crisis de los Misiles» de Cuba en octubre de 1962 se dieron a juicio de analistas e historiadores los mayores indicios de una guerra entre las dos superpotencias de la Guerra Fría. Fue el marco geopolítico, como lo ha sido Ucrania, más importante de esos años. Movimientos de tropas y de armas (incluidas las nucleares) que podían prever un conflicto armado. Intereses geoestratégicos a flor de piel. Sin embargo, nadie cometió una infamia y el mundo se salvó de una guerra que sin duda habría sido nuclear


Así que, en nuestra opinión, en esa algo maniquea cuestión de "las guerras evitables y de los conflictos armados inevitables", lo único que se evita, siempre, es la PAZ




© Gustavo Adolfo Ordoño 
    Periodista e historiador

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