De los casi cien encuestados y encuestadas, solamente tres
personas han viajado a España alguna vez. Las tres por motivos de estudios o
trabajo, pues debemos reconocer que el perfil de los entrevistados no es el del
posible emigrante de baja cualificación por motivos laborales. En cambio, el
resto, la gran mayoría, apunta que no conoce España físicamente pero que le
encantaría viajar a nuestro país. Cuando se les pregunta cuál es su motivación
para viajar algún día a la Península, de nuevo son los encuestados con más edad
los que evocan las raíces o el interés cultural para hacerlo. Los jóvenes, con
cierto pudor incluso, reconocen que lo harían por puro ocio y divertimento,
nada de buscar “hilos” de su posible pasado.
Ese cierto pudor de reconocer que viajarían solamente por turismo
encierra, en realidad, una clara conciencia de que estarían visitando al país
europeo que tuvo una historia colonial con su nación. Ese “cargo” de conciencia
se advierte sobre todo en los jóvenes que tienen respuestas con un mayor cariz
de compromiso social y político, parece que les incomoda reconocer que viajar a
España les resultaría “familiar” y placentero al comprobar en ello parte de su
identidad. El papel crítico hacia la potencia imperialista no debe plantear
dudas y sus respuestas quieren hacer ver que viajarían por simple turismo. Se
llega a esa conclusión tras analizar y relacionar esas respuestas con las que
dan en la experiencia educativa, donde mencionan el interés por la literatura y
el arte español (con el deseo de conocerlos mejor).
Incluso, aquéllos que admiten que viajarían por conocer la historia de España, matizan que sería por considerarla singular con respecto al resto de Europa (detalle que desvela preferencia); aunque no indican que conocer esa historia es conocer también la suya. Este apartado pretendía averiguar la percepción de España desde el terreno más personal e íntimo de los encuestados. Por eso, el primer bloque de preguntas hace referencia a los posibles familiares y amigos españoles que tuvieran los que respondían el formulario; conociendo, a través de la opinión que les merecen, la imagen/idea que les transmiten de España. Por desgracia no son muchos los que tienen familiares, ni directos ni indirectos. En cambio, casi todos reconocen mantener amistad o cierta relación (redes sociales) con ciudadanos españoles.
Admitimos ciertas deficiencias en el planteamiento de las
cuestiones o errores en la argumentación de las preguntas en este bloque,
porque muchas respuestas se andan “por las ramas” o no formulan opiniones
concretas. El objetivo era ver si se traducían los tópicos y estereotipos que
se tienen de un país, en este caso España, a través de la opinión que se pueda
tener de un familiar o amigo de esa nacionalidad. Es normal que si conoces a un
argentino, por ejemplo, se dirijan “contra él” todos los estereotipos que
conocemos de la Argentina. En el caso que nos trae a estudio, son pocos los
encuestados que directamente interpretan el propósito buscado en la pregunta;
la mayoría opta por excusar que no pueden valorar un país a través de la
opinión que tienen de un amigo.
Aún así, varias de las respuestas sí que translucen el tópico más
común (valga la redundancia) que busca la hipótesis de este trabajo: el
familiar o amigo español es visto como arrogante y prepotente, con los “aires”
de superioridad que “recuerdan” de los conquistadores[1]. Es como si tuvieran una “memoria histórica”
reciente de la crueldad de la conquista y de la desaparición de las grandes
culturas mesoamericanas. Algo, a todas luces, “ficticio” y construido a través
de la anterior experiencia analizada, la educativa, aunque sumamente arraigado
en el imaginario latino. Al tratarse de hablar de amigos o familiares, esta
imagen negativa la “suavizan” de la mejor manera posible, como se comprueba en
la cita (1) mostrada a pie de página.
Volvemos a constatar que es entre las personas de más edad donde,
obviamente por mayor experiencia vital, más esfuerzo se hace en relacionar sus
vivencias con la percepción que hayan podido elaborar de España y de los
españoles. Es notorio comprobar que los prejuicios y tópicos son de “ida y
vuelta”, pues uno de los más citados cuando se pregunta qué les disgusta de los
españoles o si tuvieron experiencias negativas con ellos es que no reconozcan,
sin más, su pasado de crueles conquistadores. Perciben que nos molesta (cosa
por otro lado normal, a nadie le gusta que le tachen de “asesino y ladrón”)
tener esa “etiqueta” o tópico “encima”[2].
Como contraste, se advierte en muchas respuestas del ámbito
personal una sensación con doble lectura: admiración por el nivel cultural de
los españoles e incomodidad por sentirse avasallados ante la aparente
“superioridad intelectual y moral” española. Se constata en gran medida en las
encuestas de Honduras y Colombia, donde se percibe un nivel educativo-cultural
(aunque tengan estudios medios o superiores) más bajo que en el resto de los
países encuestados. Ese complejo de inferioridad[3]
cultural subyace, de todas formas, en muchos de los formularios de todas las
regiones.
Hay rasgos tras la lectura y el análisis de las respuestas de los
formularios que parecen una constante o que siguen una línea de razonamiento
similar a otros estudios de imagen y percepción de España en América Latina,
aún siendo de épocas más remotas como es el caso del libro[4]
del catedrático Sánchez Mantero que inspiró este trabajo. Se trataría de
percepciones más positivas o más negativas contando con el nivel de “la huella
española” en ese país o de la composición de su identidad nacional partiendo o
no de un pasado indígena o ligado a las grandes civilizaciones prehispánicas.
El caso de México es significativo; al igual que ocurría en el
libro coordinado por el profesor Sánchez Mantero, la “memoria histórica” de la
conquista del imperio azteca sigue muy presente y marca una imagen muy negativa
de España. Pero el sentimiento mexicano de cordialidad y proximidad con el
español de a pie, con la gente española, se aprecia de la misma forma que se
demostraba entre los siglos XIX y XX; teniendo una imagen, en general, positiva[5]
de las personas españolas, a las que ven como “iguales” (no existe tanto
complejo cultural de inferioridad) y de carácter similar al mexicano,
luchadores, obstinados y orgullosos[6].
[1] “Mis
amigos españoles, aunque provienen de conquistadores, también sus ancestros
sufrieron tiempos difíciles y han sido conquistados. Han sentido lo que es
estar en la gloria y en el infierno…” Extracto de una encuesta. México,
mujer de 40 años.
[2] ¿Alguna experiencia negativa? Que no a todos los
españoles les gusta que les diga que sus ancestros nos robaron, nos masacraron
y nos subyugaron. Además acá en México hay algunos españoles que llegan
sintiéndose que les debemos pleitesía por provenir de la Madre Patria, se
sienten superiores y poseedores de toda cultura y educación. Hablo de los que
vienen acá, no digo que todos los sean. Ídem.
[3] Tengo amistades y la imagen que me trasmiten en
general a diferencia de nosotros (los hondureños) que se fomenta mucho la
cultura de la lectura y el arte. Es decir me parecen muy cultos. A la vez me
parecen son menos tradicionalista o que se escandalizan menos con temas que
aquí aun son casi tabú como la homosexualidad. Extracto de una encuesta. Honduras, mujer de 35
años.
[4] Sánchez
Mantero, R; Macarro, J.M.; Álvarez, Leandro (1994): La imagen de España en América 1898-1931. Sevilla. EEHA-CSIC; 296
pp.
[5] “Creo que es importante diferenciar el
prejuicio contra las políticas gubernamentales, basadas en el amiguismo,
complicidad e intereses personales y la idea que la gente tiene del pueblo
español, que por lo general es buena.” Extracto de una encuesta. México, mujer de 50 años.
[6] “¿Amigos
españoles? muchos, ¿qué imagen tengo de ellos? Son personas trabajadoras, como
todos, luchones, se arriesgan por sus
ideales. Extracto. México, mujer 40 años.
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Fuentes de las fotografías:
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