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Sede de la ONU en Nueva York |
«El sueño de la razón produce monstruos». Es el título de un grabado de Goya. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento humano- la razón- quedó perplejo y exhausto. ¿Qué hacer para no caer en esos errores de guerra y crimen? Había precedentes inmediatos de los intentos de las naciones de vivir en paz, la Sociedad de Naciones creada en 1919, tras la Primera Guerra Mundial; era un sueño que tenía remotos antecedentes en muchos pensadores, aunque parezca imposible, de la humanidad.
Los precedentes de la Organización de Naciones Unidas
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Grabado de Goya con el título «El sueño de la razón produce monstruos» |
Una clara muestra de esta
problemática fue la creación de la Sociedad de Naciones ante la imposibilidad
de respetarse y cumplirse los acuerdos internacionales firmados en la Conferencia
de París, que ponía fin a la Gran Guerra. A los vencidos no se les daba voz
en esos tratados, solamente la obligación de firmarlos.
Fue el presidente norteamericano
Woodrow Wilson quien más abogó por dar a estos acuerdos una plataforma, una
especie de instancia internacional superior, que les diera más legitimidad. A
todos los Tratados (de Versalles, de Saint-Germain...)
se les anexó la declaración de principios del pacto de la Sociedad de Naciones.
Curiosamente los EEUU decidieron salirse de esta Sociedad que propulsaron por
vencer la postura aislacionista del Senado, una posición que llevó al país a
encerrarse en sí mismo.
Nacimiento de la ONU
Cuando las potencias vencedoras
de la Segunda Guerra Mundial se reunieron en San Francisco, Conferencia
de San Francisco celebrada entre el 25 de abril y el 26 de junio de
1945, no cayeron en el mismo error que en 1920 con la Sociedad de Naciones;
desde su inicio se pensó en todos los vencidos y fueron invitados a participar
como observadores, para procurar su ingreso en la organización conforme a su
debido tiempo.
La URSS quiso participar desde el
principio porque en la mayoría de los “embriones” de esta organización,
acuerdos celebrados entre los aliados occidentales durante la guerra, no había
participado. No estuvieron en la Carta del Atlántico, en agosto de
1941, una reunión con el acuerdo firmado entre el primer ministro británico
Winston Churchill y el presidente norteamericano Roosevelt, de sentar las bases
para un organismo de seguridad y paz mundiales.
La ONU y la Guerra Fría
Avanzando el conflicto, las
acciones diplomáticas del gabinete de Roosevelt y la buena marcha hacia la
victoria, convencieron a Stalin de participar en ese proyecto de paz que daría
un nuevo orden mundial. En San Francisco se aprobó la Carta de la
Organización de las Naciones Unidas, que fue firmada por cincuenta y un
estados.
Esa Carta era una declaración de
principios, que a su vez marcaban los objetivos de esa Organización de Naciones
Unidas. Básicamente son:
- el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales
- el fomento y desarrollo de las relaciones amistosas
entre las naciones
- la cooperación internacional para resolver
los problemas
internacionales de carácter social, económico y humanitario
- desarrollar y estimular el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
Como en todo periodo de inicio de
la paz, las buenas intenciones y esperanzas eran fructíferas. Todo parecía
abrir las puertas de un mundo mejor, más seguro y estable. Las rápidas
diferencias surgidas entre las superpotencias, vislumbradas en las últimas
conferencias de los vencedores en Yalta y Postdam, desencadenaron la guerra
fría, mermando con el famoso derecho de veto la
capacidad de acción de esta nueva sociedad de estados.
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Soldados de los Cascos Azules de la ONU |
Principales intervenciones de
la ONU, los “Cascos Azules”
Las intervenciones en
la convulsa segunda mitad del siglo XX de la ONU se cuentan por centenares, una
lista de pocos éxitos y muchos fracasos que nos recuerdan que las naciones de
hombres y mujeres del mundo aún no han alcanzado ni uno solo de los objetivos
en los que se basaba la organización.
Entre las más destacadas estarían
las intervenciones en Chipre, en Palestina, en Líbano, en Cachemira… entre las
más olvidables estarían los intentos de Somalia, las del Congo o las de Ruanda.
También en suelo europeo se denotó su falta de verdadera fuerza de pacificación
en Bosnia y Kosovo.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
Historiador y periodista
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