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Quizás el primer gran bombardeo aéreo contra civiles fue interpretado en pintura por Picasso |
Cuando comencé a documentarme para escribir este artículo, lo que más me llamó la atención fue ver la curiosa competición que se ha dado entre los especialistas del tema por asegurar tener el primer dato sobre este hecho histórico. Da igual que ese hecho sea, cuando menos, luctuoso. El primer bombardeo aéreo contra civiles debería resultar un dato incómodo de tener en la historia de un país. Sin embargo, la mayoría de la documentación encontrada tiene una clara y única perspectiva histórica militar donde el bombardeo es un viejo recurso bélico. Incluso, dentro del contexto de la guerra contemporánea, ha llegado a justificarse o matizar sin excesivos cuestionamientos morales. En Pax Augusta os proponemos una breve cuestión histórica desde la perspectiva de nuestra línea de análisis (civilización y barbarie) acerca del origen de los primeros bombardeos aéreos contra civiles.
¿Sería una prueba de la Armada de EEUU en 1910 en su desconocida intervención en Libia? ¿Fue en la Guerra del Rif de 1920 y por el Ejército español? ¿O fueron los ejércitos de Alemania e Italia en la Guerra Civil española con en el famoso bombardeo de Guernica?
Uno de los primeros datos que encontramos sorprenderá a muchos lectores españoles. Sin mucha documentación contrastada, se establece como primeros bombardeos aéreos disuasorios contra civiles los realizados por una bisoña aviación del Ejército español durante las campañas de la Guerra del Rif (1909-1927). La dictadura militar de Primo de Rivera en 1923 tomaría la decisión de hostigar a los rebeldes rifeños con bombardeos aéreos. Tras el Desastre de Annual (1921) el control de la región era muy dificultoso por las constantes rebeliones de las cabilas. Según los defensores de este dato, el ejército español del Norte de África, usaría su aviación para desmoralizar y atemorizar a las tribus beréberes en rebeldía.
En mi opinión, sin negar su uso puntual contra caravanas y campamentos rifeños, no se podrían considerar los primeros bombardeos planificados contra unas poblaciones civiles con el propósito de aterrorizar y conseguir la rendición. Más bien, estuvieron en la misma línea de «experimento militar» que ya hicieron italianos y estadounidenses en las guerras de Libia iniciadas en 1910. Se usaron los biplanos teniendo a los aviadores muchas veces armados solamente con granadas de mano. Con ellas bombardeaban caravanas y pequeños campamentos nómadas de los guerrilleros rebeldes, sufriendo también el ataque el resto de miembros de la tribu (ancianos, mujeres y niños).
Así, para ser más rigurosos, la utilización del bombardeo aéreo como arma eficaz y planificada tendría sus primeros esbozos en la Primera Guerra Mundial.
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Voluntario civil como vigilante para alertar de bombardeos contra Londres en la Segunda Guerra Mundial |
Aunque desde la misma invención del aeroplano se le viera posibilidades bélicas, en la llamada Gran Guerra los aviones se utilizarían –aún- con el romántico sentido de las cargas de caballería. Es decir, hubo famosos duelos y combates en el aire, como nos confirman las hazañas del legendario Barón Rojo, pero esas primeras aeronaves de guerra no podían albergar gran cantidad de bombas y su uso no fue el bombardeo sistemático. Esa tarea sería aplicada a los, en su tiempo, admirables zeppelines. Ya en 1908, el mismo inventor, el conde Ferdinand von Zeppelín, equipó a sus dirigibles con un sistema de armamento provisto de cinco bombas de 110 kilogramos cada una. Esos dirigibles sí podían trasportar los pesados explosivos y por eso serían los verdaderos protagonistas de los primeros bombardeos contra población civil.
Sin embargo, el zeppelín pronto demostró ser muy vulnerable como eficaz bombardero pesado. Eran blancos fáciles de derribar desde buenas posiciones en tierra y aunque atemorizaban a la población, no lograban el objetivo de destrucción masiva que forzase una rendición como lo habían estado haciendo los asedios prolongados. Será en los años finales del conflicto, al contar con aeronaves que podían portar gran cantidad de bombas y lanzarlas con mayor precisión, que podemos hablar de primeros bombardeos contra civiles.
De esta manera, la tecnología aeronáutica militar desarrolló la idea del bombardeo masivo y se comenzaron a diseñar y a fabricar los primeros bombarderos pesados. Desde 1917 se pueden llamar así a los Gotha G.IV. Unos biplanos que consiguieron acoplar grandes depósitos de combustible, lo que permitía recorrer mayores distancias de vuelo y mayor peso en armamento.
Por tanto, estos aparatos tuvieron como objetivo principal el bombardeo estratégico. Los Gotha G.IV tendrían como primera misión el bombardeo masivo y estratégico de la ciudad de Londres en marzo de 1917. Este tipo de estrategia militar fue una idea surgida en el contexto de una guerra enquistada, como fue la mundial iniciada en 1914 cuando entró en el periodo conocido como la «guerra de trincheras». Sus partidarios argumentaban poder causar terror y un «efecto mental» sobre los civiles, consiguiendo desilusionar a las expectativas de victoria de la población. Una desmoralización que afectaría a la producción, a la tan necesaria economía de guerra de un país beligerante. Los más acérrimos partidarios de estos bombardeos estratégicos contra civiles creían en ellos como factor de tensión y malestar, creando más inestabilidad social entre la población enemiga.
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Primera imagen difundida por la prensa internacional sobre el bombardeo de Gernika. Publicada en el periódico "Daily Worker". |
Todos los contendientes se aplicarían en obtener aviones que pudieran realizar esas incursiones de ataques aéreos contra ciudades del enemigo. Por ejemplo, el equivalente británico al Gotha fue el modelo de bombardero llamado Handley-Page. Durante la Gran Guerra no se llegaría a los niveles de hecatombe producidos por esos «bombardeos estratégicos» que veríamos en el siguiente conflicto mundial. Sin embargo, si hubiera continuado la guerra se habrían consolidado teorías como las del estratega italiano Giulio Douhet, autor de El dominio del aire (1921), manual militarista que promulgaba como medio más rápido para ganar una guerra aterrorizar a los civiles enemigos mediante bombardeos aéreos intensivos.
Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial el examen de conciencia de la mayor parte de la humanidad llevó a un debate moral que propició iniciativas pacifistas, como la creación de la Sociedad de Naciones. En el punto de mira de las preocupaciones éticas del periodo de entreguerras estuvo el uso de las nuevas tecnologías y el horror al comprobar como se emplearon algunas en el gran conflicto. Incluso entre los militares se reconoció el reparo moral por cómo habían pervertido el sentido «honorable» de la guerra estas nuevas máquinas bélicas. Una de esas perversiones contra la caballerosidad militar estaría en los bombardeos aéreos estratégicos sobre la población civil.
No obstante, resultarían cuestionamientos que no obstaculizaron seguir investigando para mejorar la capacidad estratégica de los aviones militares. Como se vio, sobre todo, en los países de fuerte carácter militarista (focos de los totalitarismos del siglo XX) y su desarrollo armamentístico. Por eso, como preludio de la Segunda Guerra Mundial donde se «normalizaron» los bombardeos contra civiles, en la Guerra Civil española el caso de Guernica resultó tan significativo y simbólico.
Así, el bombardeo de Guernica supuso un punto de inflexión en la evolución de la idea militarista de «guerra total». Se consolidó esa teoría de llevar la acción bélica más allá del frente, como eran los bombardeos estratégicos contra la población civil de la retaguardia enemiga. La conmoción internacional convirtió a Guernica en el verdadero primer bombardeo –planificado y sistemático- contra una ciudad indefensa ante la evidencia de los datos: el 85% de los edificios destruidos por la combinación de bombas de gran magnitud y las incendiarias.
Más tarde, ya en plena Segunda Guerra Mundial, el uso de los bombardeos indiscriminados y masivos contra las ciudades dejó de estar en el plano del debate moral y se «normalizó» como arma de guerra devastadora y desmoralizadora. El colofón de las bombas nucleares lanzadas en Hiroshima y Nagasaki por Estados Unidos quería dar la vergonzante razón a los partidarios de esta herramienta bélica. Washington consiguió acelerar su victoria sobre Japón, gracias a esa horrible e inaudita baza del bombardeo con armas atómicas a ciudades enemigas. Sin embargo, en muchas ocasiones la finalidad última de doblegar a una población enemiga con bombardeos masivos la mayoría de las veces ha conseguido lo contrario: aunar y motivar más a las víctimas contra sus agresores, potenciando su capacidad de resistencia.
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Foto de Dora Maar, pareja de Picasso, que muestra el dibujo previo borrador del famoso cuadro de Guernica. La República española lo llevó a la Exposición Universal de París de 1937 como medio de protesta ante la barbarie de ese bombardeo |
Finalmente, mencionar la vigencia lamentable de los bombardeos contra civiles en las guerras de Gaza y de Ucrania. Son además ejemplo de los «nuevos tiempos», pues el desarrollo tecnológico también ha favorecido la mejora de los sistemas antiaéreos. La acción masiva de los grandes aviones bombarderos ha sido sustituida por los más sofisticados sistemas de ataque aéreo a grandes distancias, con misiles o con los nuevos dirigibles: los «robóticos» y temidos drones. Nuevas formas de bombardear que intentan eludir las mejores y más tecnificas defensas antiaéreas actuales. Lo que no ha cambiado en este «progreso tecnológico» es el perfil de las víctimas: población civil indefensa.
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