Bombardeo de Dresde, barbarie aliada que utiliza políticamente la extrema derecha alemana

Vista del casco histórico de Dresde a inicios del siglo XX. Cuarenta años después quedaría destruido por el bombardeo aliado de febrero de 1945. Imagen libre ya de derechos

  El número de víctimas superaba al de posteriores bombardeos históricos, como los de Nagasaki e Hiroshima con armamento nuclear. Fue en los siguientes días al 13, 14 y 15 de febrero de 1945, la oleada de bombas de los aliados, cuando se construyó el mito nazi, la información falseada de más de 250.000 personas masacradas en la bella capital de Sajonia, Dresde. Sería el ministro de propaganda Goebles quien colocaría un cero de más tras las dos primeras cifras del número de víctimas que sus informes internos le dieron. Así, este artista del dato falso, continuaría su guerra propagandística hasta su último aliento de vida, pues la guerra estaba a punto de acabar. La controversia sobre el número exacto de muertos no debe minusvalorar la barbarie cometida por el bando aliado, decidiendo hacer ese bombardeo sobre población civil cuando ya era a todas luces innecesario.

Las últimas investigaciones fiables hablan de unos 25.000 muertos. Una cifra espantosa, pero dentro de los números de otras acciones bélicas contra la población civil ocurridas durante el conflicto. A decir verdad, hasta el final de la guerra las ciudades alemanas más importantes no sufrieron grandes bombardeos. Además, Dresde tenía cierto halo de ciudad intocable. Las habladurías de la época decían que una tía de Churchill vivía en la ciudad y que el premier británico había dado la orden de no bombardearla. En realidad, la ciudad no tenía industrias de valor estratégico y sólo el ser un importante nudo ferroviario hacia el Este de Europa pudo ser motivo de ataque por parte aliada.

Por eso las cuestiones sobre los porqués y los objetivos de esa masacre, injustificada e inútil, siguen abiertas entre los historiadores. La versión más oficial se basaba en el deseo ferviente de Churchill de elevar la moral británica contrarrestando los bombardeos nazis de Londres con el ataque a ciudades germanas simbólicas. Dresde había sido y era una ciudad de turismo cultural. Conciertos en sus iglesias barrocas y teatro eran el reclamo para las élites nazis. Aunque no solamente las clases altas, la ciudad entera, medio millón de habitantes había votado en masa a los nazis. Fue una de las ciudades con más votos a Hitler. Eso la hizo candidata, junto a la capital Berlín y Leipzig, para uno de esos bombardeos "revancha" por las V1 y V2 que lanzaba Hitler cada dos por tres contra Londres.

Sin duda la fotografía más famosa tras el bombardeo masivo sobre Dresde. Fuente y autoría de la imagen

No se sabe con certeza si la orden final de bombardear Dresde fue del mismo Churchill. Porque el premier prefería que fuera una ciudad aún sin atacar, consiguiendo así mayor efectismo. O fueron las circunstancias de ese febrero con mal tiempo sobre Berlín, las que obligaron al mariscal británico Arthur Harris, apodado el 'carnicero Harris', a cambiar de objetivo eligiendo a la capital sajona. Ese dato es cierto, una mala meteorología del 13 de febrero en Berlín condenó el destino de Dresde. El mariscal Harris tenía el apodo de "carnicero" porque fue el que introdujo en las fuerzas aéreas aliadas el bombardeo indiscriminado como "arma de terror". Los ataques de precisión sobre objetivos militares imponían volar bajo y arriesgar vidas de pilotos. Volar más alto y bombardear sobre amplias zonas, sin importar los daños civiles colaterales, sería el sistema usado por los aliados los últimos dos años del conflicto.

Es decir, una serie de datos contrastados nos indican que bombardear Dresde fue una decisión tomada casi de manera "automática", al hilo de las operaciones marcadas para acelerar el fin de la guerra. Desmoralizar a los alemanes y demostrar a los soviéticos que los aliados occidentales iban en serio en su avance hacia el Este. Sin embargo, resultaría una decisión muy errónea. Los nazis se organizaron muy rápido en la reconstrucción de la "vida" de la ciudad. En tres días las estaciones de tren de Dresde ya estaban otra vez recibiendo miles de refugiados y soldados provenientes del frente este. La confusión creada por la magnitud del ataque imprevisto, fue aprovechada más para limpiar la imagen de los nazis, que a los pocos días difundieron inexactos testimonios para ocultar las atrocidades que los soldados soviéticos iban encontrando en su camino hacia Berlín.

En efecto, el objetivo de desmoralizar y humillar a los nazis se dio la vuelta. Esa acción se vio ya como innecesaria por los mismos coetáneos del suceso. Parlamentarios laboristas exigieron explicaciones sobre esas políticas de bombardeo indiscriminado. Churchill tuvo que ordenar la revisión de las pautas a seguir en los bombardeos sobre Alemania. La vergüenza por lo ocurrido fue aprovechada por los nazis de la época y, ahora, por los neonazis y partidos de extrema derecha que hacen políticas revisionistas sobre el "mal" causado por los nazis. En Dresde, cada 13 de febrero (en especial en éste que se cumplieron 75 años) en la conmemoración del  bombardeo, activistas anti-nazis se reúnen formando una cadena humana que rodea el casco viejo de la ciudad. Lo hacen para evitar que siga siendo el "templo" de reunión neonazi, como había estado siendo desde la década de 1990.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 

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