La invasión rusa (soviética) a Finlandia de 1939; una agresión olvidada en el marco de la Segunda Guerra Mundial

 

Curiosa unidad militar finlandesa usando renos y trineos en la «Guerra de Invierno» (1939-1940) provocada por la invasión rusa (soviética) de Finlandia 


Estas semanas de febrero y marzo de 2022 estamos viviendo acontecimientos de marcada trascendencia histórica. La invasión orquestada por el presidente ruso Putin de Ucrania el pasado 24 de febrero, sin duda, cambiará la geopolítica mundial. En los análisis vistos estos días se han realizado perspectivas históricas comparando la actualidad con la historia contemporánea más reciente. Es evidente la mentalidad imperialista (expansionista) del presidente ruso en su agresiva decisión que él mismo ha cimentado en razones históricas, aunque sean muy tergiversadas. Entre esas razones subyace el trasfondo del orden mundial surgido tras el trascendental periodo de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría. Putin exponía argumentos similares a los que expuso Stalin para abordar la invasión de Finlandia en noviembre de 1939. En Pax Augusta recordamos los olvidados parecidos de esa invasión con la actual de Rusia a Ucrania

 La conocida como «Guerra de Invierno» iniciada con la invasión soviética de Finlandia el 30 de noviembre de 1939 se ha sabido ahora que tuvo un episodio de “bandera falsa” para justificar su estallido. Si se sospechaba que deseando «legitimar» la actual invasión a Ucrania, el presidente ruso estaba planeando un incidente de los llamados Bandera Falsa que le proporcionase un Casus Belli era porque ya se había hecho otras veces. Stalin lo haría para iniciar la invasión de Finlandia de 1939, incumpliendo así el pacto de no agresión que tenía con los finlandeses mediante una excusa inventada. Fue el conocido como incidente de Mainila.

Cerca de esta aldea rusa fronteriza con Finlandia existía un puesto de aduanas que fue bombardeado a finales de noviembre. Los informes soviéticos hablaron de cuatro guardias muertos y cinco heridos graves de un puesto fronterizo de diez efectivos. El ministro de Asuntos Exteriores soviético, Molotov, exigió a Helsinki una inmediata disculpa y que las tropas fronterizas finlandesas se replegasen, alejándose de la frontera unos cientos de kilómetros. En el Parlamento finlandés se debatió con angustia tanto el requerimiento ruso como si procedía disculparse por algo no realizado. Aunque no tuvieron mucho tiempo, ante lo que consideró una negativa por haber pasado dos días desde el incidente sin respuesta, la Unión Soviética con sus tropas rusas en la frontera iniciaron la invasión de Finlandia el 30 de noviembre de 1939.

Tuvieron que pasar décadas para que esta agresión militar fuera considerada importante y de interés en la historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial y su contexto más inmediato. Hasta la llegada de la Glasnost con Gorbachov no surgieron estudios independientes y alejados de la historia oficial con un claro sesgo soviético sobre esta guerra. Stalin vendió esa invasión soviética como una necesaria consecuencia de frenar la inclinación pro germana de Finlandia. Preocupaba en Moscú que la Finlandia independiente desde 1917, seccionada del Imperio Ruso zarista, tenía una política exterior conducida a acercarse a los países de cultura escandinava y por ende a las potencias de la Europa central que influían en esa región. Así todo rearme finlandés para proteger su frontera con Rusia se veía como una amenaza para la «seguridad vital» de la Unión Soviética. Imagino, estimado lector, que le van sonando los paralelismos con la actualidad...

Soldados finlandeses en la línea defensiva que frenó el avance ruso soviético en el invierno de 1939


 Pero volvamos al análisis historiográfico reciente de esta olvidada guerra en el contexto inicial de la Segunda Guerra Mundial. Teorías de varios historiadores proponen que tanto la invasión de Polonia en septiembre de 1939, concertada con los nazis, como esta invasión de Finlandia de tres meses después, sirvieron a Hitler para incentivar su idea de atacar e invadir a la Unión Soviética. Estas teorías defienden que el desastroso proceder estratégico militar de los rusos y la muestra de precariedad material del Ejército Rojo, factores apreciados en las dos campañas, animaron al jerarca nazi a adelantar sus planes de traicionar el pacto de no agresión con Stalin. Lo que haría a esta guerra ruso-finlandesa mucho más trascendental de lo expuesto hasta ahora. Si la URSS y su Ejército hubiesen mostrado mejor capacidad, tanto ofensiva como defensiva, habrían hecho dudar a Hitler y dado más tiempo a la diplomacia internacional.

Igual que ha ocurrido en la guerra actual de Ucrania, los agresores con superioridad de fuerza militar se vieron sorprendidos por la tenaz resistencia de los agredidos que tenían un evidente menor poder militar. Los fineses contuvieron el ataque inicial de los soviéticos con una combinación de inteligente estrategia y ventajas climatológicas. Temperaturas de 30º bajo cero hacían muy complicado el movimiento de las masivas columnas de tanques y tropas de la Unión Soviética. Lo que iba a ser una guerra relámpago imitando al estilo germano resultó un fiasco. El uso de la guerra de guerrillas, el enfrentamiento frente a frente solamente cuando sus fuerzas eran mayores, y la alta moral de los militares finlandeses, alargó la guerra por casi cuatro meses y permitió mejores condiciones a Helsinki cuando se firmó la paz. 

Cartel de propaganda de guerra en ruso y finlandés para animar a rendirse al enemigo

 Finalmente, la guerra de Stalin contra Finlandia consiguió gran parte de los propósitos geopolíticos que el dictador soviético se había fijado. En el fondo esos objetivos eran revertir los acuerdos del Tratado de Brest-Litovsk (1918), donde Finlandia se desligaba de la «Gran Rusia» y se convertía en estado independiente. Y aunque el jerarca soviético ya no era un Zar, la desvinculación de esa antigua provincia imperial suponía un “desorden” en la organización del ámbito ruso en esa zona del mundo. De esta manera la diplomacia rusa presionó al gobierno finlandés desde las fechas del fin de la Gran Guerra y de la creación efectiva de la Unión Soviética (1922), para conseguir una franja territorial de «seguridad» en el Istmo de Carelia. Además, una de las cláusulas secretas del Pacto -de no agresión- Ribbentrop-Molotov indicaba que Finlandia era zona exclusiva de influencia soviética para forzar la instalación de bases militares en suelo finlandés.

Ante la negativa de Helsinki a todas esas pretensiones soviéticas, se tramaría ese incidente de “bandera falsa” que interesadamente motivó la invasión de Finlandia. Sobre el papel Rusia venció la provocada «Guerra de Invierno» y consiguió esa franja territorial deseada. En la intrahistoria, "bajo el papel", les supuso 200.000 bajas ruso-soviéticas frente a las poco más de 25.000 que sufrieron los finlandeses. Finlandia permaneció independiente, además del “baño de realidad” que supuso comprobar lo mal que estaba preparado el Ejército soviético para ser la fuerza de una gran potencia. 


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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