Anexiones de ayer y hoy; perspectiva histórica comparada del Anschluss y de la invasión rusa a Ucrania


Jóvenes austriacas enarbolan banderines nazis dando una calurosa bienvenida a las topas alemanas. Hitler entraba en su Austria natal el 12 de marzo de 1938. El pasado marzo de 2014 dejó para la historia más contemporánea otra anexión, la de la península ucraniana de Crimea a Rusia. En este texto sobre la anexión de Austria por Hitler (el Anschluss)  encontramos similitudes con los movimientos geopolíticos rusos actuales. Aunque los datos históricos de hace casi 85 años tienen un análisis más objetivo, conocidas sus consecuencias, en su momento generaron la misma incertidumbre que ahora. Algunas pautas como aprovechar el nacionalismo populista germano existente en Austria para favorecer la anexión, son imitadas por Putin para ir preparando la anexión de la región ucraniana del Donbás. En este caso aprovechando la aceptación de muchos habitantes de esa zona del este de Ucrania de un nacionalismo ruso supremacista. Referéndums y entrega de pasaportes en Austria también lo hicieron los nazis en 1938. En Pax Augusta te contamos esta historia que parece el "Manual para las anexiones de ayer y hoy"

En los albores de la Segunda Guerra Mundial el sueño pangermánico de Adolf Hitler se cobraba su primera pieza sin disparar un solo tiro. Al menos eso parecía, sin embargo el proceso de anexión fue largo y se forzó con el asesinato del canciller austriaco en 1934 y una invasión militar en marzo de 1938. Ante el entusiasmo de la población, que no rechazó a los soldados alemanes, se celebró un referéndum al mes siguiente para consumar de derecho lo que ya era un hecho. Se consultó a austriacos y alemanes si deseaban la unificación, considerándose natural esa anexión entre los dos pueblos con las raíces germanas más puras.

Simplismo populista en la papeleta usada por Hitler en el referéndum sobre la anexión nazi de Austria.
Obsérvese la gran diferencia de tamaño del círculo para votar SÍ respecto al de No 


El resultado fue una rotunda victoria del Sí. El 99,7 % del votante austriaco y el 99% del alemán rubricaron con su voto positivo la anexión política y administrativa de Austria al III Reich.

Una oportunidad única

En el clima político de Europa en esos años pre bélicos todo estaba a favor de los propósitos expansionistas de Hitler que miraban a Viena. Francia sufría la desunión política y Gran Bretaña se mostraba indiferente; Italia acercaba posturas con Hitler y se alejaba de la hasta entonces aliada Austria. También la sociedad austriaca daba señales claras de desear la unión con Alemania. La oportunidad era excelente y única.


Hitler no la desaprovechó. El 13 de marzo de 1938 entró por su pueblo natal, Braunau, a Austria, siguiendo el viaje nostálgico por Linz, la ciudad de su adolescencia donde el recibimiento fue apoteósico. Las fotos del momento no dejan lugar a dudas, el pueblo austriaco en su mayoría daba la bienvenida al Führer. Los mismos jerarcas nazis que acompañaban a Hitler en su entrada triunfal a Austria se sorprendieron de ver tantas banderas con la esvástica y retratos de su líder en las manos de la muchedumbre que les vitoreaba.

Un golpe frustrado y un asesinato


Sin embargo, el "asunto austriaco" no fue tan sencillo como ese paseo militar hacía ver. Durante todo 1934 Hitler intrigó con las fuerzas nazis de Viena para presionar al canciller de Austria, Dollfuss, que era su obstáculo más sólido en el camino de anexionar el territorio que le vio nacer. El canciller austriaco Dollfuss era el centro de las burlas en la jerarquía nazi, un hombre muy bajo, apenas un metro y medio, que era insultado por el mismo füher con el apelativo de Milimetternich. Pero esa corta estatura no se correspondía con el carácter valiente y fuerte del líder austriaco.

Durante el asalto en julio de 1934 a la chancillería por miembros de la SS austriaca se mantuvo firme, combatiendo en la refriega. El golpe de estado no cuajó al no contar la conspiración nazi con sólidos apoyos entre la guardia austriaca y el ejército de la capital. Muchos participantes en el ataque fueron detenidos, otros huyeron a Alemania. Cuando encontraron desangrado y muerto a Dollfuss, las autoridades provisionales austriacas amenazaron con pedir ayuda a su aliado italiano haciendo uso de los tratados de amistad con el Duce. Mussolini, que esperaba en vano a Dollfuss en el balneario de Riccione, determinó mandar cinco divisiones a la frontera norte con Alemania. Hitler reculó, aún no se sentía fuerte.

Un "plan vital", término que ahora también emplea Putin, que se postergó cuatro años; la idea siempre es convertir la "realidad de facto" en una "situación de derecho"


Aunque parezca mentira, en el verano de 1934 el ejército nazi aún no era esa invencible máquina de guerra de finales de la década. A Hitler le causó incertidumbre y gran malestar ese movimiento de fuerza italiana, además no está del todo seguro de la reacción "neutral" de británicos y franceses. Finalmente, usando la capacidad diplomática de su vicecanciller Von Papen que era partidario de hacer ver que Austria no era tan importante para Alemania en esos momentos, logra tranquilizar la tormenta. La estrategia fue girada a fortalecer su poder en Alemania; la muerte de Hindenburg estaba próxima. Había que seguir rearmando al ejército. La anexión austriaca sería cuestión de tiempo.

El arma más poderosa para conseguir la anexión estuvo en la actividad semi clandestina de las SS austriacas y del partido nazi de Austria. Una de las obsesiones de Hitler es que el sucesor de Dollfuss, el nuevo canciller Von Schusschnigg, legalizase a todas las agrupaciones nazis que proliferan en Austria. -En la actualidad Putin está obsesionado con tener siempre en Kiev a un dirigente ucraniano de un partido pro ruso-. La presión fue tal que en una reunión forzada de ambos, en febrero de 1938 en Obersalzberg, el líder nazi fue tan despectivo y colérico que el encuentro se asemejó más a una amenaza de muerte que a una cumbre bilateral. Von Schusschnigg tuvo que firmar un documento garantizando la legalidad del partido nazi austriaco y la entrada de tres ministros nazis en su gobierno.

Todavía el canciller Von Schusschnigg, de regreso a Viena, intentó jugar una última baza. Convocar un referéndum único en Austria, adelantándose a la idea del führer, con la esperanza de convencer a los austriacos de seguir siendo soberanos. Hitler irritado no tardó ni un día en amenazar con la invasión, no quería dudas de última hora en su "plan vital" de anexión. El canciller Schusschnigg no encontró apoyo para su idea de consulta popular y dimitió. El 13 de marzo Hitler entra a Austria por su pueblo natal como "Pedro por su casa"... y este próximo marzo, siguiendo este manual, Rusia puede adentrarse más en Ucrania -ya lo ha hecho en el Donbás- como "Putin por su casa".


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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