Sáhara, la provincia española que no consiguió dejar de ser la última colonia de África


España y sus provincias. Mapa físico y político de 1960.
Fuente de la imagen: Instituto Geográfico Nacional 



Sáhara Español. Es algo más que un nombre geográfico o una vieja proclama de otros tiempos. Es un estatus jurídico contemplado en el derecho internacional y ratificado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que considera todavía a ese territorio como una colonia de administración española. Todas las resoluciones de la ONU fijaron a España como la potencia colonizadora con la responsabilidad de proceder a la descolonización. Esa es la realidad de iure, pero de facto la potencia colonizadora es Marruecos desde que en 1976 comenzó una anexión del Sáhara, lenta pero constante, que casi 50 años después parece consolidar. La historia reciente de España en esa parte del mundo vuelve a saltar a la actualidad por un inesperado giro de posición del gobierno de Madrid. En Pax Augusta os contamos una parte de esa historia, cuando el Sáhara fue la 53ª provincia del Estado español...
 
 
    A partir de 1958 los mapas de España en los colegios debieron incorporar de golpe, por decreto del régimen franquista, cuatro nuevas provincias. Los geógrafos del Instituto Geográfico Nacional se las vieron y desearon para encajar esos territorios en un mapa mural de formato estándar. Junto al tradicional recuadro que acerca las islas Canarias a la península, se añadieron otros con los siguientes territorios provinciales: Ifni, con capital en Sidi Ifni; las provincias guineanas de la isla Fernando Poo, capital Santa Isabel, y la parte continental de Río Muni, con capital en Bata; por último, el Sáhara que a su vez se dividió en dos demarcaciones, La Saguia El Hamra al norte, con la capital que también lo era de la provincia en El Aaiún, y Río de Oro al sur, cuya capital sería la vieja Villa Cisneros, hoy llamada Dajla.

Estas provincias, con sus capitales y demarcaciones locales, pasaban a engrosar los contenidos de la asignatura de Geografía e Historia de los escolares de la década de 1960. Quizás esa generación de españoles es la única que tiene cierta memoria histórica de ese peculiar hecho de ampliar –de repente- el número de provincias, convirtiendo a las últimas colonias administradas por España en territorios provinciales. Aunque, quizás también olvidasen rápido esos lugares que les obligaron a memorizar en clase. Puesto que la misma historia los iba a borrar pronto de estos nuevos mapas provinciales. 

Así ocurrió con la mayoría de la sociedad, que olvidó esos nombres geográficos y a los «españoles de ultramar» en cuanto la dictadura tuvo que ceder ante la realidad de su inevitable descolonización. Ifni, Fernando Poo, Río Muni... dejaban de «existir» porque se dejaban de nombrar. ¿A qué muchos de ustedes será la primera vez que los oyen? La excepción fue la provincia del Sáhara, cuya descolonización nunca se realizó provocando un conflicto internacional que dura hasta hoy. 


Un Documento Nacional de Identidad (DNI) de una ciudadana hispano saharaui en los años 60


 Pero, ¿fue el Sáhara una auténtica provincia española con las mismas atribuciones que cualquier otra? Pues sí y no. Nos explicamos. Al igual que el resto de los territorios de gestión colonial, enmarcados en la administración del África Occidental Española (AOE), sería convertido en provincia partiendo de una ilegalidad de fondo aunque de «forma» pareciese todo formalizado (legal). Era una estratagema política para evitar que esos territorios fueran considerados por la comisión de descolonización de la ONU como autónomos con derecho a la autodeterminación. Sin embargo, convertir en provincias esas colonias era «falsear» la historia y, sobre todo, ir contra la misma jurisprudencia del régimen franquista. Se puede consultar en los principales archivos españoles documentación generada por órganos administradores donde se deja claro lo que siempre fueron esos territorios: unas colonias. Sin ir más lejos, la Dirección General de Marruecos y Colonias que gestionaba cuestiones como la realización de mapas de esas regiones

Con un «decretazo», un Decreto del 10 de enero publicado en el BOE Nº 12 del 14 de enero de 1958, los territorios del AOE se convertían formalmente en provincias españolas pero no podía borrar de un plumazo la realidad política de esas tierras. Las historias como provincias de Ifni y de la llamada Guinea Española darían para otros tantos artículos (o para un libro que está en proceso), pues tienen sus grandes peculiaridades. Por eso nos centraremos en contar la historia del Sáhara como provincia. 

 Los saharauis fueron censados de forma concienzuda y contaron con su Documento Nacional de Identidad (DNI). También con pasaporte español, e incluso pudieron sacar el Libro de Familia. Se les respetó su derecho a procesar su culto islámico, paradójicamente cuando en la península la libertad de culto estaba muy limitada. Pudieron acceder al funcionario de la Administración local y del Estado. Además, aunque ya lo estaban como «tropas indígenas», pudieron formar parte del Ejército y hacer carrera dentro de él. Y lo más llamativo de toda esta estratagema de cara al exterior, tuvieron sus propios procuradores, los representantes de las provincias españolas en las Cortes franquistas. La ONU no picó, todo era fachada que fue fácilmente derribada por los fuertes vientos descolonizadores que soplaban en esas décadas (1950-1960).


Tropas Nómadas de la Policía Territorial cuando
 el Sáhara era una provincia española


A la hora de la verdad, cuando la Comisión de Descolonización de la ONU se reunía y emitía las diferentes resoluciones, el Sáhara seguía siendo una colonia española a descolonizar. Así fue requerida España, como potencia colonial administradora, hasta el último aliento de su relación histórica con el Sáhara en febrero de 1976. Para la comunidad internacional –y su Derecho- contaban en esta historia otros decretos. Concretamente la Real Orden del 26 de diciembre de 1884 decretada por Alfonso XII, y que venía a ratificar lo acordado en la Conferencia de Berlín de ese mismo año sobre el reparto colonial africano. España asumía los límites que decía haber explorado del Sáhara y que la conferencia berlinesa aceptaba como protectorado español.

 En esa histórica y superior legalidad de los tratados del siglo XIX se basarían los comités descolonizadores para desmantelar la desesperada estrategia «anti descolonizadora» de la dictadura franquista. Y por esa línea de razonamiento van las últimas sentencias del Tribunal Supremo que han denegado el derecho de nacionalidad española de origen a varios saharauis. Hay una contundente diferencia entre ser «territorio nacional» y ser un «territorio de administración». El primero, lógicamente, no tiene el derecho a la autodeterminación porque ya la posee, ni la ilógica opción de descolonizarse. El Sáhara, nunca reconocido como territorio nacional por la ONU, tampoco fue una provincia según este criterio fundamental. 


Finalmente, descuidaremos algo la objetividad histórica para apuntar que, a pesar de los datos y hechos contrastados que hacen de la provincia del Sáhara una «provincia de opereta», la mayoría de la sociedad española sí que posee conciencia histórica sobre un territorio que una vez fue España. Y también preocupación por las gentes de ese territorio que no se descolonizó bien... tanta como si de «verdad» hubiesen sido españoles de la provincia del Sáhara Occidental




© Gustavo Adolfo Ordoño 
   Historiador y periodista

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