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Por indicaciones del gobierno de Madrid, el Estado Mayor del Ejército español establece el toque de queda en el Sáhara el 28 de octubre de 1975. Fuente imagen: Archivo ABC (Europa Press) |
Hace poco unas tanquetas del Ejército español salían de sus acuartelamientos en Ceuta y se desplegaban sobre la frontera con Marruecos en esa ciudad española. El motivo era muy diferente al de hace 45 años cuando los tanques salieron en El Aaiún, otra población española, capital del por entonces Sáhara español. Este mes de mayo se trataba del cruce ilegal de miles de personas de la frontera europea propiciado y permitido por Marruecos como reacción a la decisión española de acoger al líder saharaui, Brahim Gali, en un hospital de Logroño. En octubre de 1975 se trató de una salida de tanques por la orden de toque de queda en todo el territorio saharaui ante una doble tensión: por un lado los ataques del Polisario a los españoles y por otro la amenaza del rey marroquí Hassan II de organizar una gran manifestación de miles de personas contra la frontera española del Sáhara, lo que luego fue conocido como la «Marcha Verde».
Aunque ambos episodios sean diferentes, en contextos históricos distintos, la «cuestión histórica» se comprueba con el proceder de los protagonistas que sigue siendo la misma. Así vemos a una España interpelada por su conciencia histórica y su posición internacional en el asunto del Sáhara Occidental moviéndose siempre en los fangosos caminos del demostrar sensatez y moderación ante las siempre reacciones exaltadas de Marruecos en este conflicto. En medio, el Polisario que es el protagonista más débil pero también el menos fiable, siempre imprevisible como un animal herido. Y en ese escenario que tanto se ha repetido por predominar los mismos gestos de los actores, se dio un decreto de toque de queda en todo el territorio del Sáhara español un mes antes de morir el dictador. Un toque de queda que aunque informado al detalle por la prensa de la época, aún resulta contradictorio y confuso de entender en su verdadera intención en ese octubre de 1975.
¿Para qué se tomó tan drástica medida la tarde del 28 de octubre en el Sáhara español?
Los mejores reporteros de guerra españoles del momento, que luego llegaron a ser famosos periodistas y escritores, fueron a cubrir el toque de queda de octubre de 1975 en el Sáhara como preludio de una más que posible guerra. Conflicto saharaui que no se sabía muy bien si sería una guerra abierta entre Marruecos y el Polisario, como luego así ocurrió, o una nueva guerra como la provocada por el independentismo marroquí contra las tropas españolas en la «ocultada» en el olvido de 1957, la Guerra de Ifni. Como investigador de ese periodo histórico sostengo la teoría de que la olvidada guerra de Ifni por la opinión pública no estaba tan ausente en la memoria de los políticos y militares que dirigían los últimos días del régimen franquista. Ese recuerdo, tanto del resultado de la guerra como de su desastroso arreglo diplomático, pesaría en la decisión de no lanzar a los legionarios y a la División Acorazada Brunete contra la Marcha Verde y los provocadores movimientos de tropas marroquíes.
Diego Carcedo, Miguel de la Quadra Salcedo, Arturo Pérez-Reverte...; como decíamos, los mejores reporteros españoles estuvieron en esas fechas informando sobre lo que ahora supone la mayor problemática a nivel internacional heredada de nuestra historia más contemporánea. Los documentos históricos de ese conflicto siguen bloqueados en los archivos, datos y datos sin desclasificar que convierten a estas crónicas periodísticas en documentación histórica más importante de lo que se cree y a la que debemos acudir sin prejuicios. Algunos de estos periodistas han realizado análisis posteriores sobre sus crónicas, aclarando lo que en su momento debieron escribir «entrelineas», pues recordemos seguían siendo periodistas bajo la lupa de una dictadura.
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El ahora afamado escritor Arturo Pérez-Reverte como reportero en el Sáhara (1975). Fuente de la imagen: zendalibros.com |
Crónicas del toque de queda de 1975 en el Sáhara
De todas maneras, interpretar ciertas contradicciones en las que incurrió el agonizante -literal- régimen de Franco, ahora dirigido por un «rey en funciones», el pronto coronado como Juan Carlos I, y un gris presidente de gobierno Arias Navarro, con las crónicas de estos periodistas resulta también bastante insatisfactorio. No sólo por aportar cada uno una obvia perspectiva personal (aunque evitando conflicto con los editores que les pagaban), además por formar parte del «caos de cambio de actitudes» que reinaba en esos días dentro del Sáhara.
Por ejemplo, en las crónicas de Pérez Reverte se aprecia hasta finales de octubre un posible entendimiento entre el Gobierno General del Sáhara (el gobierno español delegado en El Aaiún) con el Frente Polisario. Habla de negociaciones muy avanzadas entre españoles y saharauis para reconducir la situación. De pronto, el 29 de octubre, para informar del toque de queda decretado el día anterior, la información cambia de línea y se habla de ruptura en todas las negociaciones con el Polisario. Se deja entrever que el toque de queda no era para proteger a una población española que, de hecho, estaba evacuando paulatinamente el Sáhara desde el 22 de octubre.
Se desarma a los policías indígenas y a las tropas nativas (Tropas Nómadas), a los que se licencia con una mísera liquidación y sin ceremonias oficiales. Pérez-Reverte relata con crudeza la amargura y profunda decepción por la actitud de los «jefes» sentida por estos funcionarios españoles hasta ese día. También que
el despliegue de las tropas españolas en el toque de queda no era una acción para garantizar la seguridad civil, sino una forma de controlar y vigilar a la población saharaui; los barrios musulmanes se delimitaron con alambradas y vehículos pesados. Un cambio de actitud que delataba lo que se ha denunciado en todos los análisis de esta cuestión histórica. Las negociaciones se intensificaron entre Rabat y Madrid para proyectar a medio plazo una «entrega» de la ex colonia española (en 1975 tenía estatus de provincia) a
Marruecos y
Mauritania, en lugar de proceder a la descolonización exigida por la ONU con la potencial autodeterminación saharaui.
A principios de
noviembre de 1975 ya se aprecia un cambio en la línea informativa de los corresponsales españoles, que secundan la «orientación» dictada desde Madrid de ir preparando a la
opinión pública española para aceptar lo inevitable:
«lo mejor para España es salir del Sáhara». Pérez-Reverte demuestra su contrariedad no enviando crónicas sobre la amenaza de la
Marcha Verde hasta casi el mismo día de su inicio, el 6 de noviembre.
Diego Carcedo acompañaría a Pérez-Reverte en las crónicas que mandaban al
diario Pueblo hasta que le sustituyó cuando a Reverte le «invitaron» a salir de un Sáhara que ya era marroquí. Quedaban tres días para la
Navidad de 1975 en el antiguo Sáhara español.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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