Canfranc, el único territorio español «invadido» por los nazis

El bonito edificio modernista de la Estación de Canfranc
 Estación de Canfranc: Créditos de la imagen 


 Canfranc nunca estuvo de actualidad. Ni siquiera desde 1940 con la invasión nazi de Francia y la importancia que adquirió durante la Segunda Guerra Mundial, como puerto franco de una estación ferroviaria con estatus de «Internacional». Fue el paso por el Pirineo aragonés que comunicó a España con la realidad de los convulsos años treinta y cuarenta del pasado siglo, cuando el país comenzaba a estar sumido en el aislamiento tras el fin de la Guerra Civil (1936-1939). Sin embargo, apenas llegaban noticias de todo ese «trasiego internacional» en una España en postguerra. Además, el naciente régimen franquista prefirió ocultar una realidad no reconocida de hecho aunque ocurrida de facto: un destacamento nazi controló la estación y localidad de Canfranc hasta que en 1944 se retiraron los alemanes de Francia.

También, la importancia de la historia de la Estación Internacional de Canfranc fue minimizada y olvidada al estar relacionada con el pasado nazi más terrible. La dictadura de Franco ocultó esa notoriedad, que fue evidente pero discreta, nada más acabado el conflicto mundial. Se ha podido documentar de manera rigurosa el paso por Canfranc de una parte del llamado «Oro nazi». Unas remesas del oro que los nazis habían obtenido fundiendo las joyas y pertenencias de los judíos asesinados en el holocausto. Pasaron por el puerto y estación de Canfranc para pagar en oro el apreciado mineral de Wolframio español y portugués. Material principalmente destinado a blindar los Panzer germanos que asolaron durante la guerra al resto de la Europa continental. Eran dos «pruebas» que mostraban los estrechos lazos de Franco con los nazis y que ahora, interesado en congraciarse con los vencedores aliados, había que minusvalorar. 

Para su suerte, la península ibérica, Portugal y España, se libraría de verse arrollada por las orugas de acero de esos carros de combate alemanes a los que reforzaban sus minas de wolframio. Pareciendo que la trascendental guerra mundial no iba con los dos países ibéricos. Nada más lejos de la realidad; la permitida pero significativa «invasión nazi» de esa localidad del Pirineo Aragonés, por ejemplo, demuestra que la península no se libró de tener protagonismo en la contienda. Datos como este desmienten la «neutralidad» de sus dictadores, Salazar y Franco. Los ibéricos estuvimos conectados con el resto de Europa gracias a esa estación internacional pirenaica, que se asemejaba mucho a una Casablanca, la célebre película con Humphrey Bogart de 1941, llena de espías de ambos bandos. Además de contar, como en la película, con gran actividad de militares nazis, franceses y, en lugar de italianos, españoles. Ese es el símil más atractivo que hace el autor del libro "Canfranc. El oro y los nazis" (2012), Ramón J. Campo, con el que me he documentado para este artículo. 

Aparte de esa faceta de curiosidad histórica, que la tiene por hechos tan interesantes como que sirvió de ruta para salvar la vida a centenares de judíos que huían del terror nazi (algunos tan famosos como los pintores Max Ernst y Marc Chagall); a mí me gustaría incidir en que Canfranc también sirve como ejemplo de los muchos ocultamientos históricos que realizó la dictadura franquista. Poner sombras sobre determinadas acciones históricas para evitar ser relacionada con cuestiones incómodas de tratar en la esfera internacional. El hecho de que Canfranc fuese un «paso internacional» para atravesar desde Francia la península, también sirvió desde principios de 1945 a muchos jerarcas nazis, que sabían perdida la guerra, como vía  de escape ante los previsibles juicios aliados. No hay mucha documentación al respecto (destruida o perdida), pero es probable que en su huida a Argentina, vía embarcando en Lisboa, tuvieran que pasar por la estación de Canfranc.

Izado de la bandera nazi en Atenas. No existen fotografías del izado en Canfranc, pero existe el testimonio fiable de varios testigos que confirman el "protocolo" nazi de ocupar toda la estación internacional con el izado único de su bandera

A partir de 1942, que cambia la percepción victoriosa de los ejércitos nazis por la de previsible derrota, la Francia de Vichy se vuelve más complicada de controlar. La pequeña villa de Canfranc y su estación se encontraban en la frontera de la Francia controlada por el gobierno títere del mariscal Petain. Pero en noviembre de ese año, Hitler decide ocupar toda Francia para asumir el control total, que de facto ya ejercía. El destacamento de soldados germanos recibe la orden de tomar Canfranc y controlar de manera exhaustiva el trasiego de personas y mercancías. Los militares y gendarmes franceses no ofrecieron resistencia en su lado; en la parte española tampoco hubo resistencia en una ocupación confusa -permitida- de una estación de tren que era aduana de soberanía compartida. De esta forma, se puede decir que Canfranc fue el único territorio español «invadido y conquistado» por los nazis

Finalmente, la Estación de Canfranc sí que ha conseguido estar de actualidad. Ha sido este siglo y gracias a su recuperación para algo útil. Ese edificio de estilo modernista, declarado bien de interés cultural, inaugurado por el rey Alfonso XIII el 18 de julio de 1928, y su entorno, se han convertido en un conjunto de uso sociocultural. Acabando con el abandono que de forma lamentable sufrió desde 1970. Este proyecto, demorado décadas, recupera también la estación para su uso ferroviario. La idea es unir Zaragoza con la localidad francesa de Pau. Además, incluye hoteles de diferentes categorías, zonas de restaurantes y de ocio. Es un proyecto en el que la Unión Europea participa con financiación, reconociendo que Canfranc es parte de la memoria histórica compartida de los europeos. Sobre todo porque la estación también será sede de uno de los tres museos del ferrocarril que existen en Aragón.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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